Más allá del punto final, libro de Zulay Pinto
Parece una tumba, pero es el mar
(Reseña)
Jonathan Alexander España Eraso
Mi primer contacto con el minicuento se dio a través de los minicuentos perpetrados por los primeros minicuentistas, por los verdaderos inventores del género, es decir, a los minicuentos que figuran en la mayoría de las lápidas: a los epitafios.
Oscar de la Borbolla
Hablar de literatura es dimensionar un diálogo incesante con la historia de las cosas, con su origen y su final. La tensión dramática que surge no es más que una correspondencia: la literatura, al igual que la vida, encierra el germen de su propia muerte. Y no me refiero al tiempo como causa sino a la conciencia que tiene el escritor cuando escribe, que ya no es solo escribir. La opción no existe. Se escribe para revivir lo que yace en la memoria, y que se hace inteligible en la página. Pero ni ese revivir ni esa inteligibilidad son la literatura misma; por el contrario, lo que se configura en las palabras se congela, sucumbe. De ahí, una victoria ambigua: la palabra da vida y mata. Lo único que queda es su rastro, el lenguaje.
Es esa victoria ambigua lo que encarna Más allá del punto final —publicado por Editorial Avatares (Pasto, Nariño, 2021), de la escritora bogotana Zulay Pinto (@Kirotaba)—, y que encuentra en el epitafio, entre el rigor y la claridad, el vacío, la nada, en tanto conciencia que se devora a sí misma. Así, cada microtexto que compone el libro de cincuenta páginas —ilustrado por la propia autora—, concibe un todo literario sin crearlo.
Mi sepulcro es solo sueño
El difunto
Es quien lee este epitafio.
Epitafio de Pedro Calderón de la Barca
El epitafio, contaminado de literatura, se mira en un juego de espejos en el que las historias se detallan unas a otras. Ese juego hace que el lector se adueñe de las resonancias escondidas en cada escritor y personaje literario que Zulay transpone para iniciar, a la vez que las termina, conversaciones que nos aventuran por sus laberintos y la cruda luz.
Por eso, escribir un epitafio materializa una experiencia conflictiva: romper con la muerte oponiéndole el cuerpo de la eternidad. Más allá del punto final encarna esta tensión mientras se aleja de ella, y lo que queda no es una obra; se traza un archipiélago de historias que giran en torno a un origen: el de la literatura breve que va urdiendo, por entrecruzamiento, una imagen instantánea que es, como el retrato de Dorian Gray, otra y siempre la misma.
Con mi padre
ahora coincidimos
La verdadera cuestión
Es ser fantasma o no.
Epitafio de Hamlet
Más allá del punto final, heredero del Sepulcretum amicabile (Nápoles, 1781) de Emmanuele Campolongoa y de la Antología de Spoon River (Estados Unidos, 1915) de Edgar Lee Masters, entre el epitafio y el autoepitafio, nos devuelve a la reflexión inicial: más allá del lenguaje, hay una condena que nos despoja de la ficción para que surja la imposibilidad representada en el poema y la minificción. El sentido ritual de la lectura nos dona el fragmento, que
Parece una tumba,
pero es el mar.
Epitafio de Alfonsina Storni
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Jonathan Alexander España Eraso. (Pasto, Nariño, Colombia). Escritor, editor y gestor cultural nariñense. Ha publicado cuentos, poemas y ensayos en diversas revistas impresas y virtuales, tanto colombianas como internacionales. Ha sido incluido en diversas antologías de poesía y minificción. Fundador y coordinador editorial de «Alebrijes | Revista Nariñense de Minificción». Cofundador de «Editorial Avatares». Editor de minificción colombiana en «Abisinia Review». Codirector de «Instantáneas: Microantologías de Minificción Hispanoamérica» en: https://conexionnortesur.com/. Con el poema «Descienden de las ramas», resultó finalista en el «XIII Concurso Literario Internacional Ángel Ganivet» (2019). Con el poema «Escritura y origen», presentado bajo el seudónimo de Juan del Páramo, fue finalista del Concurso Nacional de Poesía «Decir es mostrar», organizado por la Casa de Poesía Silva (2020). Minificciones y poemas suyos han sido traducidos al francés y al italiano.