Revista Latinoemerica de Poesía

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"La beata de las locas" de Raquel Abend van Dalen



 

Un este y oeste calcados
"La beata de las locas" de Raquel Abend van Dalen

 

Por Néstor Mendoza

El primer verso de Raquel se acerca al palimpsesto («Cantamos desde una escenografía absurda»): me remite inmediatamente a unos versos consagrados del ya clásico libro El reino, de Ramón Palomares. Pero más allá de este juego de reescritura, de similitudes y asociaciones y del uso de la segunda persona en no pocos textos, me interesan los recursos que de manera efectiva y nunca efectista utiliza la poeta venezolana.

Como decía: lo que en un principio es palimpsesto enseguida se rompe o se sustituye por un vuelco expresivo hacia temas menos teatrales y se mete de lleno en los espacios urbanos, algo tétricos y por eso mucho más realistas. Allí comienza la creatividad, los temas se disparan y dispersan; aparece una violencia recreada, metropolitana, siempre vista desde los ojos de una mujer y de una poeta. Raquel es implacable, o más bien la voz que habla en los poemas parece implacable. Estos efectos se logran mediante el poema breve, en la mayoría de los casos. Es por ello que suele notarse más contundencia en las líneas finales, que apelan al recurso de la sentencia.

La beata de las locas (Entropía Ediciones, 2019), este libro de Raquel Abend van Dalen (Caracas, 1989), es un libro desalentador. Y créanme que no lo digo del lado despectivo del término. Nunca. Digo que es desalentador porque los temas tratados amenazan la serenidad de quienes leen y su finalidad no es para nada complaciente. Este libro hace que miremos de frente algunas escenas que dibujan una realidad cruel, que se marchita o que inevitablemente se degrada. Este libro toca fondo y nos hace tocar fondo. Raquel ubica a la mujer sufriente en medio del tablero: analiza las heridas con imágenes, relata una historia de heridas no suturadas.

Este es un libro fértil que habla de fertilidades. Y no voy a ser tan evidente y predecible para decir que sólo se trata de la fertilidad uterina o menstrual. Aquí lo fértil recobra una noción más amplia, que va desde la polinización, la fecundidad vegetal y en general la procreación animal y natural (marina) e incluso la procreación que se da por contagio (las influencias son contagiosas, he allí un «alumbramiento»). Dice Raquel: «Brotamos desde el mar encerrado», «todo se multiplica en un lugar que nadie conoce»; «de nuevo el peligro de nacer acelerado».   

Raquel vuelve a los autores mayores de la poesía venezolana: vuelve, me parece, a Nuevo mundo Orinoco; vuelve al cultivo de las imágenes que no desdeñan la frondosidad. Lo hace con sus propias habilidades: Raquel tiene sus límites y estira la cuerda hasta ese límite anterior a la ruptura. Ella está a un paso del canto y del calco, del himno, aunque no llega porque ha elegido la brevedad y la dispersión. Ella vuelve a Lydda Franco Farías, vuelve a esa espontaneidad que atrae claridades y reiteraciones del cuerpo y del ánimo. No hay asepsia en estos poemas: la autora deja caer lo que nombra; las manchas («la dureza insalubre»), no cabe duda, también son estigmas y preseas. Raquel nos obliga a mirar con intuición voyerista, o como ella misma dice en uno de sus textos (usando lenguaje perifrástico), como «un solitario vendedor observando todo con curiosidad antigua».

En La beata de las locas no hay protocolos ni gestos leídos en manuales. No encontraremos mujeres delgadas con vestidos negros y ajustados y pañuelos blancos en el cuello, que nos indican dónde debemos sentarnos en el gran salón. No hay jóvenes de un comité de protocolo que digan quién dará el primer discurso y quién cerrará el acto de apertura. Ni auditorios ni aulas magmas ni actos de graduación.

Las atmósferas de Raquel, sobre todo las de la última sección del libro, evocan algún detalle de El Bosco: un colchón frondoso y verde donde las bestias y los hombres coinciden en un imprecisable bacanal. Del gran tríptico del holandés copia la sobreabundancia, el exceso, las libres asociaciones, la errancia de la imagen que parte de un punto sin itinerarios. Raquel escribe con los residuos de una religiosidad no asimilada que intenta ser laica, que se deja seducir en zonas placenteras y que plantea un erotismo impuesto con violencia.  

 

 

 

LA BEATA DE LAS LOCAS

 


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Cantamos desde una escenografía absurda

                                    todo ocurre en los turnos de la noche
                                                 cuando el efecto de la luz cae
                                             y los borrachos siguen el himno

adentro y afuera de las casas
es lo mismo
adentro y afuera de las tumbas de grama
es lo mismo
[adentro y afuera del útero]

tus disparos responden por nosotras
el diálogo del mal oyente.

 

 


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En tu bañera solo hay peces negros
diarios de una viajera empedernida
que se aferra a la demencia y al cansancio
suspirando con bronquios de objeto muerto.

 

 

 

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Aceptamos el privilegio de atraparte

nunca hemos lamido una desnudez cabal
que hierva en calma

te recogemos dormida

para abrirte
sobre un ajedrez que aún se oculta
del peligro de nombrar

traducimos nuestro cansancio en entrega
una lingüística extendida ante el vacío.

 

 

 


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Te gusta pintarte con nuestra pintura roja
morderla y tragarla
ya vieja de boca de hace días
reseca esconderte en la comisura
resbalada la bacteria muerta
imposible revelar su rastro
un nombre propio que siempre pronuncias igual.

 

 

 

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Se nos antoja esa soledad de muerte
que realmente no existe
un este y oeste calcado
en este panorama de sal
la tierra arrancada que compartimos
signos de polvo que no dejan de retornar

un trago más y lloramos

venimos de tan lejos y más lejos iremos
no queremos hundir el rostro
en el desencuentro
bastaría un exilio murmurado
desviar aquella sombra que se acerca por detrás
la sangre que aún nos conmueve.

 

 


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El fin del mundo se posa en tu hombro
puedo presentir su extraño olor
de atardecer descolgado
lo sacudo con un calor inmenso
que viene del sur.

 

 

 

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Como todos los animales
tenemos que pagar con nuestras vidas
la mezquindad de los cadáveres
esta religión extrema
tan parecida a los celos de los caballos
es lo que goza en mi vientre
y duele, porque ha cambiado hasta el día que sangro.

 

 

 

 

 

Raquel Abend van Dalen (Caracas, Venezuela, 1989). Magíster en Escritura Creativa en Español por la New York University. Autora, en poesía, de La beata de las locas (Entropía Ediciones, 2019), Una trinitaria encendida (Sudaquia Editores, 2018) y Sobre las fábricas (Sudaquia Editores, 2014). En narrativa: La señora Varsovia (Lp5 Editora, 2020), Cuarto azul (Kalathos Ediciones, 2017) y Andor (SubUrbano Ediciones, 2017). Actualmente es doctoranda del Ph.D en Escritura Creativa en Español de la Universidad de Houston. 

 

 



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