102. Marisa Martínez Pérsico
Presentamos un conjunto de poemas de Marisa Martínez Pérsico (Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina, 1978). Poeta, investigadora, traductora y profesora universitaria radicada en Italia en 2010. Aquí, en la serie “Maternidad no subrogada”, asistimos a una suerte de ecos líricos, postales del silencio y viajes de la contemplación.
PERFECCIÓN
Cuando estamos tendidos en la sombra,
la memoria se rinde al peso de un abrazo.
Y no importan los despertadores
ni qué puertos sin brújula común.
Junto a ti recostada en la tibieza,
con tus brazos plegados en los míos.
Es nuestra perfección.
Ir hacia el precipicio sintiéndonos a salvo.
LA ESPERA
Casi nunca diluvia en mi desierto.
Si sucede,
tan violenta es el agua
que o te escapas debajo de una piedra
como una lagartija
o te conviertes
en boca de la lluvia.
La gente dice «qué mal tiempo»
aquí, cuando llovizna.
Yo guardo luto, elevo
plegarias y cantos de tormenta.
Pero tú eres
una gota
de un color tan denso
que volcándote en un lago pintarías
su vaguada completa.
No me cansa esperar.
Yo siempre fui una boca de la lluvia,
también en el desierto.
UNA FAMILIA
Era un tiempo en que el mundo tenía dos verdades.
Mi padre nunca se dejó crecer la barba.
Jamás nos pidieron documentos.
«¿Qué nos pasó en aquellos años de vuelos peregrinos?»
empecé a preguntar, cuando aprendí a leer.
«Todo normal», fue la única respuesta.
«Los lápices escriben lo de siempre»
Crecí como una despojada del entorno
entre la negra noche de los libros
y aquel diáfano
limbo de mi infancia.
Una tarde volví con mis preguntas.
La paz
no debiera ser completa
mientras cueste
el silencio de los otros.
Cómo eran los vecinos.
Sus costumbres, su ropa, sus palabras.
Dónde estaban ahora.
«Había una familia», me dijeron.
«Si tu hermana iba a jugar al patio, se ponían alerta»
«El hijo nos pedía el teléfono»
«De pronto los dejamos de ver»
Esas pudieron ser nuestras baldosas.
Las llamadas
y un delta mi verdad.
Rara vez las preguntas nos dejan como antes.
A veces fracturan la memoria
para no regresar.
NON SERVIAM
Es hora de ordenar esos estantes
con un pan bajo el brazo.
Los versos de hotel con pantalones,
los que nombran «sartenes» y «cocinas»
sin caer en «desliz confesional»
porque hay que ser un hombre
para hablar de una casa,
para hurgar en lo ajeno y en los cuartos privados
llevando el permiso en la mirada.
Yo no pido:
«escribamos entre coágulos de sangre»
ni: «cantemos, oh Poetas,
del clítoris la rosa».
Solo digo que existen
todavía
demasiadas repisas
con forma de paraguas.
CUADRO DE CIELO CON SILUETAS
Te imaginé peinando las ramas de los sauces,
la mano en alto, apenas extendida,
la cabeza apoyada entre mis piernas,
otro modo de entrar en mis ventanas,
mar abierto y azul.
Te vi volver de viaje con retraso.
Vos te hacías un té mientras me hablabas
del último raid en Medio Oriente,
de un paisaje con olas y el verano
de espumas por llegar.
Florecía en el cuadro una camelia
y se oía la brisa de mi nombre
basculando en tu voz.
No era un sueño, querido. Parecía
una escena tan real como un recuerdo.
Qué lúcida, a veces, la nostalgia
de lo que nunca hemos sido
y que tampoco será.
ESPARCIMIENTO ACUÁTICO
Nos cruzamos una tarde de pileta.
Yo nadaba tranquila, con bikini a triángulo,
y surgiste del agua
para acercarte a hablar.
Ahí estaba tu hija.
Por lo bajo dijiste «nació por accidente».
Con sus ojos azules,
su equipaje de asombro en las pestañas,
nos mostraba el milagro de ese error.
Fuiste poniendo al viento tus heridas.
Yo te oía serena.
Me hablabas de su madre.
Tan joven, tan puta, tan con novio.
Los ídolos que sangran en los lentos altares del después
y un día se sepultan. Pero no te lo dije.
Anocheció en el agua. Nuestras hijas
jugaban como hermanas.
Hasta nunca, quién sabe, buena suerte.
Te saludo en la puerta de la ducha
con las letras de un nombre que olvidé.
Y pensar que construimos un mundo aquella tarde.
Es el dolor. Nos hace una familia.
MATERNIDAD NO SUBROGADA
A pesar de la prisa,
que doblega el deseo con cansancio,
yo quiero ser la gata sonámbula de sueño
la cigarra
que orquesta su orfandad
en esta danza urbana
y peregrina.
Así como la nube
abre el grifo a la lluvia cuando quiere
y una hiedra conoce
la tapia propicia en que aferrarse
la palabra
sabe trepar robusta y sigilosa
por su herida de luz.
Aunque despojen
mis horas al amor y me convierta
en extraña del desnudo
que reposa conmigo,
nacerá más potente la vida
en la belleza, lo que guardo
de humano.
Porque tengo
la mirada inconclusa
y una astilla
me estorba entre los labios
me ha crecido el poema.
Nadie podrá comprarlo.
***
MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO (Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina, 1978). Poeta, investigadora, traductora y profesora universitaria radicada en Italia en 2010. Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y doctora en literatura española e hispanoamericana por la de Salamanca. Ha traducido a los poetas italianos Valentino Zeichen, Tiziano Fratus, Stefano dal Bianco y Alessio Brandolini. Sus poemarios: Las voces de las hojas (1998, Ediciones Baobab, Buenos Aires, primer premio en el Certamen Río de la Plata II con el auspicio de la secretaría de cultura de la Nación Argentina), Poética ambulante (2003, Edición antológica del Instituto Cultural del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, seleccionada en el certamen Arte Joven de la Provincia), Los pliegos obtusos (2004, Edición antológica del Instituto Cultural del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, La Plata), La única puerta era la tuya (2015, Verbum, Madrid, finalista premio Pilar Fernández Labrador en Salamanca) y El cielo entre paréntesis (2017, Valparaíso España, Granada). Se encuentra en prensa su poemario Principios y continuaciones. En 2018 se publicó su primera novela, “Las manos en la madre”, por RIL Ediciones (España/Chile/Colombia). Es investigadora correspondiente del CONICET en Italia y coordinadora de la comisión de Humanidades y Ciencias Sociales de la RCAI (Red de Científicos Argentinos en Italia – Programa Raíces del Ministerio de Cultura de la Nación). Desde 2014 dirige en Roma la revista Cuadernos del hipogrifo. A los 17 años recibió el premio de ensayo literario otorgado por la UNESCO en conmemoración a la caída en batalla de José Martí, que implicó una estancia en Cuba, así como el premio de ensayo sobre pensadores nacionales otorgado por la Universidad de Lanús, por sus investigaciones sobre Leopoldo Marechal. Ha editado y prologado a Luis García Montero, Joan Margarit y Leopoldo Marechal.