La tierra que se tragó el cuerpo
La incandescencia de la poesía de Fadir Delgado Acosta
Por Xavier Oquendo Troncoso
La poesía de Fadir navega entre dos vientos fresquísimos y distintos en la tradición de la poesía colombiana: la libertad de un verso más arriesgado en cuanto a la forma y la desestructura del ritmo, por un lado, y la conceptualización temática cercana a una poética con aires narratológicos, por otro. Es decir, en esta poesía fluye un río que quiere decir y que no se detiene en el instante ni en la contemplación. Siempre está buscando un movimiento nuevo que converja en el argumento y la estructura de su poética.
Amparada por un sujeto poético en primera persona, Fadir nos lleva por sus más insidiosas preocupaciones: la palabra como un sujeto que dice y desdice; el hijo que es un símbolo recurrente en su bello e intenso libro Lo que diga está lleno de polvo (2018); el olvido como un dominador del miedo y de la incertidumbre y el mar como el momento salvador e indestructible que confluye por todos los lados de su obra regada por cierto dolor anquilosado y cierta gana dominante de romper el dique y las cadenas que lo sostienen como esclava de su corpus poético. Lo dice con sabia prudencia y belleza: “esa forma terrible y perfecta de mirarme el dolor como quien ve mandarinas y ciruelas de cristales”.
El último gesto del pez (2012) recoge la figura del mar y lo asume como un comportamiento dentro de su obra, es un estado de ánimo que se va verificando mientras la poeta entrega una serie de textos cinéticos en donde se deja ver el ímpetu de su voz que no naufraga y que no se detiene en los alambiques de la queja y el dolor, sino que, mientras se duele, se relaja y combina figuras de gran potencia y de gran valentía, convirtiendo al poema en una suerte de desbordamiento que culmina, que termina, que tiene su punto final.
Es impactante la anáfora proverbial que maneja cuando dice: “Aquí van peces/ y peces/ y más peces/ perdidos/ enredados/ muertos/ muertos de la risa/ muertos del hambre/ muertos del miedo/ en este autobús sin alma.”
“El mar oculta siempre una ola”, dice. Y también la palabra puede ser quien oculte ese recado final que el lector debe terminar. Fadir Delgado sabe exactamente donde poner la palabra y donde dejar el hueco del punto para que seamos los lectores los que velemos ese daguerrotipo incoloro que se presenta como incógnita, pero que es la transparencia de una poeta que trabaja de manera correcta el yo (no desde la experiencia del contar, sino desde la transparencia de seducir, de permitir la diversidad de conceptos, de abrir el mapa de su voz hasta nuevos derroteros):
Sus aires de poeta asombrada frente al descubrimiento lingüístico y a las formas dictadas por la anchura de su voz trajinante por la lectura y los recovecos de los significados se presenta con fuerza en esta poesía. No en vano escribe: “Descubrí que los trenes son egoístas/ no les interesa conocer a nadie” o este otro de verdadera lírica pesada: “Descubrí/ cómo salvar peces en la ropa mojada.”
Como toda gran poesía, la de Fadir deja incógnitas desde su yo hasta nuestros nosotros y nos conduce por su sensibilidad ahíta de significaciones bellamente formadas: “¿Pero a dónde van los patios cuando mueren? / ¿A dónde irá mi patio cuando muera?”
La nueva poesía colombiana se viene en arrastre con la fuerza de las mujeres. Fadir es un nombre que entrará indudablemente en la tradición de la poesía de su patria para bien de sus lectores y del futuro.
La tierra que se tragó el cuerpo
Antología personal
CUERPO
Horca donde los vestidos cuelgan.
MANIFESTACIÓN DE LA LUZ
Está en una cueva
Hay una luz que titila
Una raíz de vidrio que le corta los párpados
No es nada más
Sólo un montón de miedo
Un sudor de lodo
Un terrible ruido
La luz tiene espinas
Espinas que le hieren los ojos
El temblor de sus muslos espanta las hormigas sobre el cuerpo
La luz protesta
Es humo
Humo que le arde en los huesos
Cierra los ojos
pero la luz en huelga no se va hasta que los abra
Alguien suelta unos perros rabiosos
El exceso de luz le impide verlos por completo
Tienen colmillos con las puntas brillantes
No sabe adónde huir
La baba de los perros inunda el lugar
Cree que los perros tienen luciérnagas en la lengua
La baba de rabia se le mete en el cuerpo
La luz protesta con un niño en el centro
Un niño cubierto de agujas que se lo arrojan a la cara
Quisiera saber quién está detrás de todo esto
¿Por qué la luz protesta?
¿Quién convoca las marchas?
¿Quién es el líder?
Se quiere arrancar la piel y entregársela a los perros
Un desierto le nace de la boca
Bebe la rabia de los perros
y se hace hambre
me hago hambre
Tengo un desierto en la boca
Una luz tierra que se mete en los dientes
Un niño de agujas cortándome los ojos.
CÓDIGO
La casa reclama los cuerpos que fueron raíces en la carne del patio
Ve la sangre de todos sus insectos secándose en la orilla de las paredes
Escucha el temblor de las conchas de mar en la terraza
La furia del aire que castiga sus ventanas
La casa nunca sabrá que los cuerpos se hicieron niebla en los ojos ciegos de la abuela.
CIELO DE SOLDADURA
Jugamos a parir hijos de relámpagos
Los contábamos como insectos blancos
Desaparecían y se pegaban hasta volverse babas
Hasta ser luciérnagas sin cristales
Hasta darnos cuenta que sólo habíamos parido cráneos de antiguos miedos
Aun así dejamos atrás las escamas de la ciudad
La podredumbre de los mares que se le han muerto
El camino lo abrimos
Fue una filosa herida que nos cortó las manos
cuando decidimos reventarlo
sacarle las entrañas
y sembrarle una raíz con gusanos de luz
Jugamos a comernos nuestros hijos
a cortar alas y tragarlas como cadáveres de hielo
Nos hicimos desperdicios de animales
Niños muertos
Perros aguardando un cielo de soldadura
Nos hicimos eternidad
árboles en un charco de luciérnagas.
EBRIEDAD BAJO LA REGADERA
Pisa con cuidado
Te confieso:
No recogí tus restos
no acomodé tu cabeza
Te vi en el suelo del baño como un desperdicio de la noche
Los párpados se te caían
Vi la batalla que tenías con los ojos
Querías abrirlos
Pero ellos no querían verte
Estiraste el brazo y cerraste la puerta
Cuando lo hiciste
llevé tu sombra ebria a la cama
y todo se llenó de sal
Allí supe lo que abandona el mar cuando muere
Al otro lado
te ahogabas entre el grito
de la ola
del gato
de la luz
Escuché las bestias de agua que te salían por la boca
Después de la sal vino la sangre
Pero cuando apareció te habías dormido
Poseidón te había cerrado los ojos a la fuerza
Creo que hizo que te arrodillaras
Que le ofrecieras algún sacrificio
Te metió bajo la regadera y te arrancó la piel
Cuando regresaste a la cama te dormiste encima de tu sal
De tu propio cuerpo cosido a las sábanas
Por eso te digo:
Pisa con cuidado
Abre con cuidado la puerta
Allí debajo de esas baldosas
está el alcohol de tu sombra
Te lo advierto:
No te acuestes en el lado izquierdo de la cama
Todavía está la oscuridad de una ola que guarda tu tatuaje de ebriedad
Tu pezuña de rabia
Pon el oído en la almohada como si fuera un caracol
Sabrás que no miento
Allí
debajo de las baldosas
está tu sangre sepultada.
LADRIDO
Un espejo ha decidido romperse porque quiere ver las venas de sus cristales
Porque quiere ver el polvo de sus muertos
Escucho como se rompe
Y siembra candelabros en toda la tierra que se tragó el cuerpo
Los vidrios se hacen estrellas de sangre en la garganta
Caen salivas de relámpagos
El cuerpo es ladrido en la calle
Ruido de espigas
Sangre seca en el espejo.
EL HAMBRE TAMBIÉN SE HIERVE
Al olvido lo meto en una jaula para ocultarlo del trueno
Y le abro el pecho para que encierre sus bestias
Alguien me dirá que es demasiado abstracto
Que el olvido no es visible
Que intente ponerlo cara a cara con un objeto
Pero cómo hacerlo
No le conozco la cara
Pero sé que siempre tiene sed
y algo me dice que le gusta atravesarse en el camino para hacerme caer
que cuando estoy más cansada aparece y me golpea la cabeza
Y me hace retornar al punto de partida
El olvido tiene dientes
Se rasca hasta encontrarse la sangre
Le gusta hervir el hambre
Porque el hambre se hierve
Podría masticarme
Comerse mi carne
Abrirme los ojos
Coserme la boca con las hebras de mi propio pelo
Con mi saliva saciar su sed
Sacar de mis pechos a todas sus bestias
Porque sabe que lo olvidaría
Que no tendría manera de recordarlo.
ACUARIO
Entro al acuario
El caracol se abre para dejarse penetrar
Algunos peces incrustan sus ojos a los vidrios
y a los solares abiertos para el sol
Veo de cerca peces rojos de tanto lápiz labial
peces con las bocas llenas de sudor
Peces muertos
muertos de la risa
muertos del hambre
Aquí van peces viejos
Peces que se van a tragar otros peces
Peces que se creen pájaros
Peces que no se creen nada
Peces que no abren sus ojos por pura pereza
Lagañosos de espíritu
con la saliva oxidada
Peces del mar
del río
de la tierra
peces de las calles
peces de motel
peces que duermen para no verse morir
peces aburridos
que se van escupiendo
que inauguran monumentos por no tener nada que hacer
Aquí van peces que no se inventan nada
Peces que se echan telas encima para no morirse de frío
y otros simplemente para posar de bien vestidos
Peces que no hablan o que hablan mucho para decir poco
Peces que ladran que huelen muy mal por tanto perfume
Peces que tocan tambor
y balbucean con la gaita
Peces que van a la fiesta
a los entierros
a la rutina
peces que se enteran y otros que no se dan ni por enterados
peces que siembran cuchillos en las espaladas
Desde aquí se ven pasar esos peces que han comprado acuarios
para evitar revolcarse en los sudores de otros
para morirse solos en su propia mugre
para presumir la estupidez o simplemente porque se les da la gana
Peces que se quejan y nadie escucha
Peces insoportables
Vendidos
que se dejan seducir por la carnada
Peces que bostezan para tragarse el mundo y sólo se tragan una mosca
Aquí y en las calles se ven pasar peces de diarios con malos olores en las manos por escribir tantas mentiras o medias verdades
Peces perdidos en este acuario sin agua
En esta ciudad de tierra
Tan dolorosa
Sobreviviente a silencios
A escombros
Peces esperando que los dejen dignamente en algún lugar
que entran al acuario para morir un poco
Aquí van peces
Y peces
Y más peces
Perdidos
Enredados
Muertos
Muertos de la risa
Muertos del hambre
Muertos del miedo
En este autobús sin alma.
DESDE EL TREN
Hoy descubrí que los peces se ahogan en la ropa mojada
Que París es un caracol
Que los castillos amarillos existen al sur
Que las llegadas de los trenes producen un cierto espasmo
una leve y monstruosa saliva en los ojos
Descubrí calles que se creen arañas
Las hijas del sol en las hojas de otoño
Palomas sin miedo a los pies
He visto un río sin pliegues
No se parece a los otros
He visto trenes abalanzarse
sobre tanta gente como serpientes
Una piedra mítica
La mitad de un arco iris
Descubrí que los paraguas se extravían para convertirse en fantasmas
que algunos peces han escogido una rara forma de morir
Una ciudad de ecos
de rayuelas
de parques musicales
y castillos de agua
Un macabro baile de
campanas en una sola calle
Descubrí que las estaciones de trenes producen ansiedad
Allí fue imposible imaginarme el amor
Descubrí que los trenes son egoístas
No les interesa conocer a nadie
Descubrí que los molinos de viento se reúnen en algún lugar del mundo para hablar del viento
He visto la luna como una gota de agua cayendo sobre el río
Globos que se convierten en peces
Papeles anaranjados como cielos
Carruseles dorados
Ciudades a donde llegan los objetos perdidos
Hoy descubrí que prefiero aquellos trenes antiguos
Que nadie vendrá a borrar la sombra
La cicatriz del viento
Descubrí
cómo salvar peces en la ropa mojada.
DOMINGO
He sabido que el domingo
es un pez
He sabido que el domingo
es un niño
y su juguete favorito
el dolor.
HIJA DE LOS PECES
Hija de los mangos
Has venido a recoger los muertos
Has venido a recoger la gaita
No insistas en curar esta ciudad
La gente se cubre de tierra para luego limpiarse
y no pasa nada
Hija del maíz sol
Es tan doloroso mantener los ojos abiertos
Sostener esta masa de carne sobre los huesos
Hija de los metales
He encontrado telarañas en las manos y una lágrima vieja
Una lágrima de aquel noviembre en mi oído izquierdo
Todo es por esa mala costumbre de llorar boca arriba
Hija de la nada
Allí está la gaita
Hija de los sueños
No llueve
Es solo el sudor de Pan Gu
o tal vez los cabellos de la diosa Aditi cansados de parir ríos condenados
Allí está la gaita
Hija de los peces
La encontré sin sus labios de plumas
Su cuerpo de madera es una calle de cicatrices
Allí está la gaita
Ni el dios Pan podrá salvarla
Me mira
y
ahora
es una gaita sin palabras
Hija de las aguas
La sueño como el pez heroico de la India
y
pienso en aquel mito chino
en donde el agua y la sangre nacen de un huevo negro
Hija de los metales
Él desconoce la ira de las seis de la tarde
Las agujas hirvientes del mediodía
Dios de la luz
La gaita es un cuerpo de cenizas que danza el baile de la nada
Danza para ti
Hija de los peces
Que has venido a recoger los muertos.
EL ÚLTIMO GESTO DEL PEZ
¿Y quién eres?
El último gesto del pez
Una silaba que nadie usa
Las sobras de un abrazo
Un circo con ciegos trapecistas
La mueca del payaso
Un calendario de cuerda
Un puñado de alfileres
Una jaula para hormigas amarillas
Un pez que llegó a morir lejos del mar
¿Y tú quién eres?
El mar que vino a ver cómo mueren sus peces.
Fadir Delgado Acosta: Escritora de Colombia. Autora de los libros: La Casa de Hierro, El último gesto del pez, No es el agua que hierve (Colombia); Lo que diga está lleno de polvo (Ecuador), Sangre seca en el espejo (Costa Rica), La tierra que se tragó el cuerpo (Madrid).
Profesional en Comunicación social. Magister en Creación literaria. Sus textos han sido publicados en diferentes revistas literarias nacionales e internacionales. Invitada a distintos festivales y encuentros culturales en Europa, Latinoamérica, Canadá y Egipto. Sus textos han sido traducidos parcialmente al inglés, al árabe, al francés, al italiano y portugués.
Premio Distrital de poesía del Portafolio de Estimulo de Barranquilla 2017. Premio Distrital de Cuento 2018. Premio en Poesía del Concurso Internacional de literatura de la Universidad de Buenaventura (Colombia). 2014. Ganadora de la Residencia Artística en Montreal por parte del Ministerio de Cultura de Colombia y el Consejo de Artes y Letras de Quebec, en el área de literatura. 2013. Ganadora de la convocatoria internacional de la Oficina de la Juventud de Québec para participar en un intercambio literario en esta Provincia. 2010. Su libro El Último gesto del pez fue traducido y publicado al francés por la editorial Encre Vive de Paris en el 2015. Se desempeña como tallerista literaria y es coordinadora de la Fundación Artística Casa de Hierro de Barranquilla.