Idiel García Romero
FÁBULA SOBRE LA MUJER QUE LÍA EL AMOR
Y en ti desembarqué,
como el sobreviviente
del naufragio más grande
que se tiene memoria.
y tú fuiste mi puerto.
ANTONIO CISNEROS
Estoy oyendo crecer a mi hijo.
FRANCISCO UMBRAL
Una mujer lee un libro sobre el amor
y se sienta luego a esperar por el viento
y el viento se llena de sus ojos
no importa si el amanecer fue gris
o si las gaviotas temblaban sobre el arrecife
no importa porque una mujer
que lee un libro sobre el amor y sueña el mar
es como una playa infinita
como un pequeño universo líquido
que se expande hacia todos los puntos del horizonte
una mujer que lee un libro sobre el amor
mientras escucha crecer a su hijo
en la habitación contigua de la suya
es ella misma el mar /un mar
hondo y metafísico en cuyo fondo azul
se amontonan los restos de naufragios
Lo confieso /una vez fui marinero
en los ojos de una mujer
que se había bebido el mar
mientras leía un libro sobre el amor
y su hijo crecía en otra casa
pero luego hizo viento
y mi barco se fue a pique
y me hundí definitivamente
hasta que me hice memoria en sus ojos
una mujer cuyos ojos han visto marchar a Odiseo
es como una niña que sueña barcos ebrios
que en la alta noche
pasan
Una vez soñé a una niña que soñaba el mar
y en sus ojos yo mismo era sueño
una mujer cuyos ojos jamás se cierran para soñar
es un cielo de náufragos /una constelación
un astro que late a solas y se quema
una vez me perdí en una isla desierta
que era una mujer perdida en una isla desierta
y el mar rodeaba todas nuestras horas
y nuestros ojos se llenaban de barcos
cuyas velas se izaban para partir
a lo oscuro
es terrible ser isla en un mar poblado de fantasmas
y yo amé a una mujer que era una isla
habitada por un niño
una isla que se quedaba dormida
mientras escuchaba crecer a su hijo en la isla contigua
y yo le di la mano
y naufragué en sus costas
y juntos,
mientras escuchábamos el rumor sexual de las olas,
nos sentamos a esperar el navío de los conquistadores
que no llegaban ay que no llegaban
Pero una mañana el niño despertó
y nos encontró abrazados sobre la arena
y el cielo de ese día se llenó de extraños sonidos
y las gaviotas sobrevolaron la longitud de la isla
y los arrecifes levantaron largos brazos célibes a la noche liviana del mar
y la música del amanecer se alzó sobre las rocas
y sobre los barcos que regresaban a puerto
y entonces esa mujer que leía un libro sobre el amor
abrió los ojos y el azul penetró como una estrella
en mi corazón
y en el corazón de la noche.
UNA MUCHACHA CAMINA DE LA MANO DE SU HIJA
Para Anisley,
ella sabe por qué.
La muchacha de los ojos felinamente azules
ha mirado de frente a la tristeza
/y se ha quedado ciega
la veo caminar por el borroso parque
siempre al lado de su hija
con el rostro difuso como los viejos puentes
que nunca vio crecer en su ciudad
/o en su recuerdo
la niña hecha migas al estanque
donde sueña los peces que no acuden
esta ciudad de Dios se ha quedado vacía
con una mujer ciega
/y una niña en la fuente
la muchacha de los ojos felinamente azules
camina hacia la calle Malavida y no lo sabe
solo para no ver el rostro de quien a diario la desnuda
y escupe su piel con un odio antiquísimo
golpeándola en la hierba amarilla de su memoria
rompiéndole los huesos a su recuerdo
/ella recuerda a una niña
que camina hacia un parque desmemoriado y solo
con unas pocas migas para alimentar peces ilusorios
se estremece en la noche
tiembla como un animal atado al cepo de su propia conciencia
una casa sin flores y una niña rota
muerta viviendo al borde del azoro
ve escabullirse los abrazos
crecer la cocina como un monstruo
los pasos amarillos se le llenan de escarcha
se ahuecan contra la pared que el tedio ha derruido
en una casa que el frío ha derruido
jugándose un amor derruido por la rutina
/un amor fósil
/sin nada por descubrir
/ni qué encontrar
sin horizontes ni caminos por los que huir
un amor cuya única certeza
fue devorada por la nieve del tiempo
aquí está esa muchacha
la veo caminar como un pájaro hambriento
al lado de su hija hacia ningún lugar
con sus ojos azules como un pozo
que se ha quedado ciego de mirar al pasado
encerrada en una jaula que se rompe con las palabras muertas
que esta noche para ella no tendrán sentido
/sola
/en medio de todos
/ovillada en el puño de su hija.
EDIFICIOS
El buen arquitecto de su tiempo
levantó un edificio muy alto,
más alto que el edificio
que en otro tiempo había levantado
otro buen arquitecto de su tiempo.
El edificio fue habitado
por gente de su tiempo,
gente humilde de un tiempo humilde
como siempre es el tiempo presente.
Pero el tiempo presente pasó.
Y el tiempo futuro pasó.
Y pasó el edificio que había construido
un buen arquitecto de su tiempo.
Todo pasa, incluso la altura.
Las cosas que siempre nos parecen altas un día,
al día siguiente las vemos perder altura,
cuando no derrumbarse.
¿A lo largo de mi corta vida
apenas treinta y tres años,
cuántos altos edificios no he visto pasar de moda,
es decir, de altura; y cuántos más
no he visto ya derrumbarse?
En su lugar nuevos edificios,
se han alzado como apéndices,
sobre la vieja altura breve
de la memoria de los otros.
Yo que no soy un buen arquitecto
también construyo mi edificio.
Construir es la ley del arquitecto.
La ley del buen arquitecto
es sobrepasar la altura de su tiempo
construir para que el tiempo futuro
se levante brevemente sobre él.
CONTRA LOS POETAS
Estoy harto de los poetas
sentados sobres sus nombres como reyes dormidos
tan ególatras tan fingidores
unos con las armas enfiladas hacia el prójimo
buscadores de un agujero en el cual derramarse o distraerse
otros fundando grupos con el cerebro sexual del pene
que imprimen a sus jergas una violencia de baja estafa
sensacionales y baratos como el pan diario
con su eterna vocación de víctimas
o de agresores del orden los poetas sí
tan caros vendiéndose por un salario mísero
a las putas chilenas angoleñas inglesas brasileras (o al estado)
sin que les importe un bledo su condición de sujetos reprimidos
su insuperable sentimiento de isla
con su delirio de grandeza cada día más grande
entre todas las cosas no soporto la solidaridad de las poetas
capaces de hacerse el amor unas a otras
con sus labios pintados como putas sin hombre ni salario
estoy harto de los clásicos inmóviles
fundidos sobre la fundación de un sublenguaje
o de una élite eleata y analógica
llenos de frases hechas y filosofías gremiales
no soporto a los poetas románticos
muriéndose por la puta que los somete
y los hecha en el tacho de la basura
frágiles como hijitas de papá
los poetas me dan escalofríos
cuando posan en los carteles del poder y de la fama
y se pintan los labios para que el vulgo les dé su voto
tan hijos de sus madres llenándose el corazón de alimañas
me aburren los poetas humanos
como me aburrieron un día los políticos humanos
que el tiempo volvió perros y lobos
los poetas son peores que la lepra
porque siempre acaban traicionándose
se hacen las víctimas de esto o de lo otro
me dan asco cuando se paran en público
y ponen cara de circunstancia
se ajustan los espejuelos y dicen «yo soy»
como si dijeran «jódanse»
los que parecen no ir jamás al excusado
y los que confunden el excusado con la página
no soporto a los poetas canónicos
y si no estuvieran muertos los mataría yo mismo
sin contemplación
pues el fuego de la muerte es el poema mayor
me dan pena los poetas moribundos
que escriben poemas a la muerte
como si ya no fuera suficiente con morirse
como si a la humanidad no le bastara con usureros
contra los poetas escribo este poema
contra los poetas que se sientan sobre sus caritas de ángeles
contra los que se hacen los locos
y los que se las dan de figuras de feria
y los que se sientan a hablar mal de otros poetas
contra ellos escribo
contra ellos la vida levanta sus días veloces
contra ellos prende la nieve su palidez ardiente
contra los poetas el tiempo transcurre a toda máquina
estoy harto de los poetas que hacen del poema
una guerra un ring una cuerda floja
pero los que más me atortolan son los otros
los que llevan vestiditos rosados
en sus almitas verdes de loritos inofensivos
qué lastimeros los meros poetas maromeros
escondidos en el juego fatuo del verso parapléjico
y esas niñitas semiputas hombrunas
llenando páginas y páginas de vaginas
y fluidos con sus caras de moneda gastada
es absurdo lo que han hecho de la poesía
los poetas en función y los difusos poetas fabricados
que agreden con sus piedras a medio hacer
cuyos libros se pudren merecidamente en el hielo del polvo social
estoy harto de los poetas
no quiero ni mirarme al espejo.
POEMA COMPLETAMENTE ALBA
Para Wilma,
una vez más.
Alba tu mano y alba tu sonrisa
en el alba tu piel se vuelve alba
y el alba en tu pelo se refleja
son alba tu nombre y tu apellido
y alba la música que escuchas
y las palabras que dices en silencio
hacen que el alba me amanezca
y cuando sonríes amanece el alba
aunque la noche de tu pelo alba
el alba esconda me la traen tus dedos
donde el alba se acuesta y se hace música
en el alba floreces y en el alba las flores
cubren tu habitación y al alba los pájaros
te cantan y sus cánticos traduces
en alba y melodías son tus sueños
un rizoma de albas que se enredan
y dan a luz un alba pequeñita
un alba clara y lúcida y pequeña
que en tus brazos de alba se estremece
y de tus pechos albas amamanta
y de tu sangre alba se alimenta
y con llantos de alba rompe el ritmo
del alba cuando te despierta alba
tu mirada alba tu sexo alba tu corazón
llevas el alba debajo de la ropa
cuando te pones el alba de sobrero
y cuando mojada con el alba sales
de la ducha donde el alba queda
cogida con mínimas horquillas
y todo lo que tu alba toca alba será
por vocación del alba que tú eres.
DIALÉCTICA DE LOS DÍAS
Che, es tarde en la noche,
mi madre está acostada, hoy la hemos llevado al médico,
así que voy a hablarte rápido, de hombre a hombre,
como te hubiera gustado que te hablara.
para empezar, solo un comentario,
esta tarde cuando volvíamos del hospital
sentado en los muros de los portales del pueblo
estaba el hombre nuevo, es decir, los muchachos olvidados
olvidándose de todo, incluso de tus huesos,
porque una cosa es segura, nada se hace más fácil que el olvido,
y esos muchachos que una vez querían ser como tú
¿lo querían realmente o solo era una trampa de la edad?
tienen sueños muy grandes, como los que yo tuve un día
o como los tuyos, de conquista y libertad.
en fin de cuentas, ya ni siquiera llueve,
los tiempos han cambiado mucho últimamente,
no lo hubieras creído ni soñado, las guerrillas
se hicieron polvo de coca, la libertad se fue
a un burdel de Ámsterdam, zona roja,
y las niñas de este pueblo pobre cuyas fachadas se desmoronan
como los muros que tampoco viste caer, pero que sí imaginaste, estoy seguro,
anhelan parecerse a Linda Lovelace, a Sophía Rossi, a Jenna Jameson,
en fin, todo se jode demasiado pronto,
incluso los mejores sueños, los más inocentes,
como aquel en que querías hacer el hombre nuevo.
si tuviera tiempo te hablaría, solo unas líneas, del hombre nuevo
pero pensándolo bien no, de qué hombre nuevo voy hablarte,
si el hombre nuevo ya pasa de los sesenta, y al otro, al que sucede,
le gusta demasiado la alcurnia y todos han envejecido juntos
incluso los más jóvenes, los que aún repiten mecánicamente
aquella lejana divisa que también yo repetí mecánicamente
como todos, pero en fin, a qué seguir por esta agua,
me hubiera gustado que vivieras esto,
me hubiera gustado saber qué hubieras hecho tú
viendo como todo se pudre,
viendo como todo se va cayendo como el mono del cuento
sin embargo, las cosas cambian, y tú que leíste a Marx lo sabías,
y es inútil luchar contra la dialéctica de los días moribundos,
ahora hay cine 3D, computadoras portátiles,
estas cajitas muy sabias donde todo cabe,
incluso la muerte y el hombre nuevo,
ahora hay Internet, que es como viajar a otro mundo,
no sé si me explico, y en Internet dicen que está la libertad,
y que también hay un hombre nuevo, es decir, otro,
pero en fin, qué más decirte,
qué más que no hayas imaginado,
qué más que no hayas soñado, que no hayas intuido,
incluso que no hayas sospechado,
quizás debiera contarte que no todo es absolutamente moderno
todavía tenemos guaguas checas —inmemoriales, carcomidas, gimientes
todavía tenemos colas —vociferantes, graves
todavía tenemos miedo
y el problema de la economía, algo que siempre te interesó,
lo hemos resuelto radicalmente: nuestra economía está muerta,
lo mismo que la industria y que la agricultura,
aunque para paliar ciertas desdichas hemos incrementado el turismo
y tenemos remesas y Marina Hemingway y doble moneda
ya sé, ya sé que estás asombrado, que no te lo esperabas,
en fin, conozco mejor que tú nuestras traiciones, pero qué le vamos a hacer,
si el único culpable es el futuro
porque el futuro nunca es como uno quiere que sea,
te equivocaste, nos equivocamos, el tiempo sigue, amigo
aunque este cáncer terrible de la era moderna
nos coma el alma y nos la devuelva luego vestidita de rosa
y con alitas.
Idiel García. Villa Clara, Cuba (1980). Poeta y narrador. Ha publicado los libros de poesía Los días de mi muerte (Editorial Capiro, 2007), El jardín de las delicias (Ediciones Sed de Belleza, 2010), Cementerio de sombras (Editorial Capiro, 2013), Manual de las ilusiones (Editorial Capiro, 2015), con el que obtuvo el Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara en su XXVI Edición, 2014. Las novelas para jóvenes Déborah y las abejas (Editorial Capiro, 2016); y ¡No soy un héroe! (Ediciones Áncoras, 2016). Textos suyos aparecen en las antologías Faz de tierra conocida (Letras Cubanas, 2010), La calle de Rimbaud (Ediciones Aldabón, 2012), El árbol en la cumbre (Letras Cubanas, 2015) y Estos poetas del milenio... (Fundación Memoria Cultural, Miami, 2015). Ha obtenido el Premio Nacional de Cuento Cesar Galiano, 2011; el Premio Nacional de Reseña Crítica Segur, 2012; el IV Premio Internacional de Poesía “Ángel Ganivet”, Helsinki, Finlandia, 2012; entre otros. Es egresado del Curso de Técnicas Narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Miembro de la UNEAC y de la AHS. Fue Presidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Villa Clara. Actualmente es el coordinador de Ediciones Sed de Belleza.