Poesía francesa del siglo XX # 6 - PIERRE-JEAN JOUVE
Nota y selección de Alejandro Cortés González
Con antecedentes unanimistas, en sus primeros versos intentó representar el alma total de las masas como una personalidad con vida propia. Posteriormente, renegó de esos versos y comenzó a publicar sus libros alejado del unanismo, pero conservando la meditación existencial que desarrolló con él. Pierre-Jean Jouve marchó por un camino intermedio entre pensamiento y temblor, entre simbolismo y surrealismo.
Contemporáneo a las vanguardias de comienzos de siglo, se apartó de ellas a través del descubrimiento de su propia corriente: un hilo delgado que reflexiona desde lo poético, rico en matices oscuros heredados del simbolismo, con los que urde una realidad que jamás habría creado el pensamiento puro. Su meditación no es aforística ni filosófica, es poética… capaz de escuchar cuando la emoción reflexiona.
Bien lo dijo Bachelard en La poética del espacio: “No hay obra más nutrida de meditaciones psicoanalíticas que los libros de Pierre-Jean Jouve”.
Bien lo complementó su traductor, el argentino Federico Gorbea: “En él la inteligencia se convierte en tensión espiritual, ausencia y presencia del sentido”.
Pierre- Jean Jouve es un poeta para leer despacio, porque sus líneas están cargadas de ecos profundos que tardan en regresar.
Traducciones de Federico Gorbea
De Las nupcias (1925-31)
LA CÉLULA DE MÍ MISMO plena de asombro
La muralla pintada a la cal de mi secreto
Abro la puerta con mi mano vacía
Un poco de sangre herida en la palma.
El diluvio
Lo que había de más vasto y de más tranquilo
De más pleno, de más transparente
Sin bordes
Igual
Glauco y pacífico en un vaso
Sin paredes y como aceite reunido bajo el sol de la voluntad divina,
Lo que había de más acuoso en ese desierto de lo calmo
Y lo que había de más feliz por fin
En esa punición perfecta del crimen reducido, durmiente sin chapoteo
Ya que el agua no se mezcla con el espíritu,
Lo que había de más hermoso en la masiva muerta luz del diluvio
Fundidas las montañas diez mil metros
Tapizados los fondos del mar con la fornicación de las ciudades,
Era un ramo
De silencio, una napa de silencio
Un movimiento de silencio posado
Una extensión no controlada de silencio que también sería recubierto,
Era
Una paloma en gestación silenciosa
Que se detendrá sobre el techo con un nuevo efecto de silencio.
Mundo sensible
El alma está sola encima del mundo azul
De la tierra bella y animal, sin espacio.
Un día la tierra en movimiento
Con los tonos, las brisas, el olor del sexo
Y las estaciones y las risas que como las palabras
No vuelven más
Y los árboles cuyo borde es majestuoso
Y los esfuerzos del pasajero o viajero bajo el calor inmenso
Nada son para el alma oscura que se mueve
Hacia otro poder y hacia otro toque de adoración
En el interior de su fuerza ciega;
Pero otros días todo es uno
Y uno en uno y todo en uno
Y uno en Dios
Y Dios presente en un tronco de árbol muerto.
De Sudor de sangre (1933-35)
ÁRBOL DESNUDO que devoras, oh madre y tierra y muerte
Sombra de larga historia, boca sangrante.
Satisface y condena al hombre, ese corazón largo
Que aspira a morir dentro de tu mano viscosa.
De Materia celeste (1936)
Negro retorno a la vida
Si las sombras son más profundas que la sangre
O si la sangre es mucho más profunda que la sombra
Qué negrura hay en los límites de tu roja sangre
Es aquí donde se entra en la noche virgen
Es aquí donde ella desencadena sus luces
Hormigueante de espacio y de espacio y de noche
Es aquí donde deja caer sus ruidos
Y sus mantos y sus desnudeces profundas
Es aquí donde todo surge, se yergue y adora
Como nada en la Nada y en el no de la noche.
Una sola mujer adormecida
En tiempo húmedo y profundo eras más hermosa
En la lluvia desesperada eras la más cálida
En un día de desierto me parecías más húmeda
Cuando los árboles están en el acuario del tiempo
Cuando la mala cólera del mundo está en los corazones
Cuando la desgracia está cansada de tronar sobre las hojas
Tú eras suave
Suave como los dientes del marfil de los muertos
Y pura como el coágulo de sangre
Que salía riendo de los labios de tu alma.
En un tiempo húmedo y profundo el mundo está más negro
En un día desierto el corazón es más húmedo.
De Kirie (1938)
ADIÓS. Las tropas de cristal
La materia celeste
Se reunieron en lo alto del último día,
Las innumerables sombras de Elena viajan
En este país movidas por el aliento de Dios.
Todo es profundo todo es sin falta y cristalino
Todo es verde azul todo es alegre y azulino.
De La virgen de París (1944)
TÚ QUE DUERMES fortalece la sangre de los amantes
Tú que velas libera de la sangre a los amantes
Un hombre es más divino que la guerra extranjera
Si guerreando se cambia en destrucción desnuda
Si muere para sus caminos de tierra y ya no es más,
Dios mío, qué infinito asilo serás para el corazón sin visión
Para la carne sin cara, para la muerte corporal y sin idilio.
De Diadema (1949)
A sí mismo
Ahora escribe para el cielo
Escribe para la curva del cielo
Y que ningún plomo de letra negra
Envuelva tu escritura
Escribe para el olor y el viento
Escribe para la hoja de plata
Que ninguna fea cara humana
Tenga mirada ni conocimiento ni aliento
Escribe para el dios y el fuego
Escribe para un amor en un lugar
Y que nada del hombre haya
En el vacío que una llama hiela.
De Oda (1950)
III
Diosa de lo bello te he vendido mi alma.
¡No impasible y helada! No inhumana y dorada
Sino como en la ardiente pintura,
La Dama de Misericordia abre hasta su propio manto a los arrodillados,
Así me has convertido en silencio; y entonces pregunté al infinito lechoso del cielo negro que eras
Adorable inconsciencia tocada y no tocada.
El número, el sagrado número de los signos y de las ondas resplandores y líneas,
El número del espíritu hablando, pues el espíritu sólo habla por números
¡El número del espíritu del umbral o número del espíritu que crea!
Te adoro oh furor adorador del Número
Espíritu del espíritu abierto creando más allá de la cifra
Número que formó la Palabra como un irrefutable viento de bronce
Y de abrirse aún, más allá, como una mujer en su zona de sombra;
Arte respirando con un viejo aliento de ciudad pero también arte derramado sobre formas de arcilla y de aguas madres
Belleza de un cerebro-laberinto y belleza de azul-meteoro
Aquí venido de las entrañas y de gemas líquidas y más henchido de cosas que la orquídea misma del sexo
Allá tan transparente como gélido aliento de invierno un monje deambulando mucho antes del alba.
De Lengua (1952)
AH, EL POETA escribe para el vacío de los cielos
¡Puro azul que el invierno no logra ver más! Escribe en la conjuración de los silencios de nieve, ¡en los ahogos de las fiestas falaces!, y en la carencia y en la opacidad, cada una de sus líneas es como si no estuviera (y su fino personaje, a la luz vestido, es como si no estuviera)
Y sólo en la conjuración secreta y admirable, véanlo defender sus amores extraños
Cuando en su lugar nadie tuvo coraje de amor
Entonces en la orilla negra de los fabulosos vientos y de los sueños de algas, y bajo el peso dulcísimo de tempestades de bruma
Encierra la palabra en la botella verde,
Campanas de desesperanza y de horribles grumos
Lanza a la ola superior una botella sin acción, sin fuerza y sin dirección que alcanzará el nivel de amor
Un día, fuera de toda belleza, de toda gloria, de todo día.
De Melodrama (1956-58)
Fénix (I)
Qué lentas las verdaderas estaciones y qué áridas las montañas
Qué presentes los hombres sin sentir el oleaje de su corazón
Cómo mueren unas en las otras las olas del mar
produciendo un fulgor en la cresta de las más ávidas,
El poeta escucha el Tiempo que inscribe junto a su corazón
los rasgos de una pluma de hierro
No es vuestro huracán, mortales enriquecidos de motores,
No es vuestra angustia vacía en busca del sol distinto de otra tierra
Ni vuestros discursos sin verbo ni vuestros moribundos calores,
Lo que él siente en el movimiento de las noches que acortan su dominio,
Sino cuanto lo lleva viviente, en el último día, a vadear un agua calma subterránea
Y lo que florecerá los árboles
y a su partida pulsará más locamente el arpa enorme de los vientos,
Y cuanto henchirá de amor el vasto pecho de la tierra
cuando la estrella azul de su muerte aparezca sobre la llanura,
Todo cuanto ha de ser siempre pensante, espejo cóncavo del firmamento.
De Prosas (1960)
Paisaje chino
Llueve sobre un lago, todo está borroso y detrás, sigilosamente, el trueno. Largas cintas sueltas deshilachan las rocas más duras mientras el agua está lisa como una virgen. Yo paseo una pena de varios siglos notando el aire vivo sin viento sobre mi cara.
No hay nadie en este país. Todo es aquí pérdida, fantasma, ausencia después de la muerte. Ni siquiera existe esa pena de la que hablé. Una vez más se trata de lograr que el terrible conflicto no mate al poeta.
De Memorias (1962-66)
COMPRENDERÁN MUY POCOS que el fuego de la carne
Y la blancura del cielo, el rechazo de la vergüenza
Y la tentación bienaventurada del deseo,
Se mostraron siempre bajo la misma luz
Se opusieron se amaron
Con igual cuerpo en tantas angustias
Sin que el pecado ni la loca esperanza
Cedieran al adversario algo de sus fuerzas sagradas.
PIERRE-JEAN JOUVE
(Arras, 1887 - París, 1976) poeta y novelista francés. Estudió matemáticas y derecho. En 1906 fundó en Lille la revista Les Bandeaux d’Or. De 1911 a 1913 adelantó estudios de Filosofía en Poitiers. En sus inicios hizo parte del unanismo francés, junto a autores como Jules Romains, Charles Vildrac y Georges Chennevière. Posteriormente, renegó de sus primeros versos, tradujo al francés Poemas de la locura de Hölderlin y Romeo y Julieta de Shakespeare, y comenzó a publicar sus primeras obras: Las nupcias (poesía), Paulina (Novela).
Obras
Las nupcias (1925-31)
Sudor de sangre (1933-35)
Materia celeste (1936)
Kirie (1938)
La virgen de París (1944)
Diadema (1949)
Oda (1950)
Lengua (1952)
Melodrama (1956-58)
Prosas (1960)
Memorias (1962-66)