Poema del Viernes # 7
Por Hellman Pardo
El simbolismo perdura en cada imagen poética de Gonzalo Márquez Cristo. Palabras sólidas, feroces. Palabras liberadas, escapadas del viento. He aquí la permanencia del lenguaje, en uno de los poetas más interesantes de nuestro país.
DOMINIO DE LAS HUELLAS
Volví de la noche: aún me escucho el corazón.
Para construir en el abismo me entrego al resplandor que aniquila, que escalda mi rostro.
Aquí sólo el fuego conoce los caminos.
Hemos sido encargados de profanar el mundo, de seguir a quienes fundaron una progenie de espectros y de anunciar la llegada de los emisarios del terror.
Cuando la sombra nos precede sospecho que el tiempo me vigila.
Fui expuesto. Me acechan los inquisidores. El victimario sufre la tiranía de sus huellas y ese incesante sobresalto será nuestra única venganza.
Somos los nuevos nómadas, los prisioneros del futuro, los de la mirada inacabable.
Es en momentos aciagos cuando es oportuno renacer, conteniendo la respiración, sintiendo el miedo que aletea en la ventana.
¿Aún será posible expresar la primera sílaba? ¿Emprender nuestro retorno
vegetal?
¿Recobrar el canto del agua? ¿Liberar a la raíz?
Comprendí todos los regresos.
La poesía se lee cerrando los ojos.
Instigué a la flor para que se rebelara contra la primavera. Extravié mi sed.
Oh noche, todo se ha creado en contra tuya.
Gonzalo Márquez Cristo