103. Elsy Santillán Flor
Presentamos un conjunto de poemas de Elsy Santillán Flor (Quito, Ecuador, 1957). Doctora en Jurisprudencia y Abogado de los Tribunales del Ecuador. Hasta la presente fecha ha escrito 25 obras que se reparten en: narrativa, poesía, narrativa infantil, novela juvenil y teatro.
SI MIRAMOS AL COSTADO
de nuestra propia sombra
encontraremos huellas
y ceniza.
El fuego que brilló en un tiempo
estará extinguido. Arrasado por aguas
de avernos interiores.
Tenemos la certeza
de convivir desde los tiempos,
con enjambres de parásitos y
estrellas.
Solo el humano fatuo y egoísta
engendra dólmenes de odio
y los mantiene a lo largo de los siglos,
para exhibirlos cual trofeos
ante la absorta muchedumbre,
que contempla.
Pero ¿Qué contempla?
a la vanidad vestida con colores,
o la deshonra maquillada
de oropeles.
A prisa caminamos
hacia parajes
–desde todos los tiempos-
bañados por las sombras.
Y en medio del caos infinito
el recuerdo acaso sea
la única razón
de la existencia.
NOSOTROS
Los que representamos la comedia diaria
y ni siquiera sabemos que lo hacemos.
Los que estamos aquí y tampoco estamos
los que pagamos culpas de otras vidas
sin acordarnos para nada de ellas.
Los que de la infamia hacemos puños,
los que sepultamos impolutos cuerpos
y hacemos mofas de todos y de todo.
Henos aquí
a nosotros doloridos,
llenos de ojeriza en la mirada,
saturados de frustración en las entrañas.
Nosotros,
que sufrimos por errores desgastados
por humo de eras extinguido,
por retazos de vestidos hechos trizas.
Aquí estamos,
decapitada la cabeza,
sonámbulos e insomnes,
arrastrando nuestra faz en la hojarasca.
Hoy,
sin cambios, ni mordazas,
con heridas del pasado.
Golpeados,
saboteados
pero incólumes
Con la frente alta
y la mirada altiva,
salmodiando oraciones sin sentido,
exhibiendo poses
de fanfarrona oratoria.
Esbozando sonrisas de apariencias,
aparentando más allá de lo debido.
Quemando los últimos cartuchos
Pero eso si…, y a toda costa
inventando un mundo imaginario
donde somos los dioses absolutos.
ESA ZARPA HABILIDOSA DEL DESTINO
me llevó a un lugar extraviado en el olvido.
Jamás imaginé que esto pasara,
mas pasó,
y sé,
no hay vueltas,
mucho menos retornos prometidos.
Estuve en medio de lo que otra hora fue vorágine,
sombras, dolor y mortecino miedo,
evocación de recuerdos, y las voces
saliendo de rendijas y oquedades.
Miedo atroz y rayo estremecido.
Más todo pasa,
como pasan las corrientes
de ríos y de mares,
como siguen los años y los siglos.
Todo pasa…,
pero queda el alarido
oculto entre los pliegues de la falda
o rozando el cabello cualquier tarde.
Queda ahí
Cual monstruo que acecha entre las sombras,
cual sombra que acecha entre los monstruos.
TANTO RECUERDO EN LA VITRINA
arca que conserva la nostalgia
y memoria de los siglos.
Dialogan las figuras,
tejen historietas
en silencioso asombro
y lento deshojo de los años.
Narran amores,
pasiones
y tristezas.
Diarios escritos en espejos,
en rosarios de concha de la abuela
y bellos jarrones de la India.
Travesuras colgadas en el tiempo,
de la niñez repleta de colores.
En tantas cosas pintada la añoranza
la juventud
y madurez en calma.
Relatos forjados en las horas
de alegres tardes y besos candorosos.
Tacitas de la China para el té
ternura de juegos
y distancia.
La jungla entera,
en cristales de murano,
cofres de plata,
campanas de cristal,
y canicas del tiempo de la pera.
Regalos de amistades buenas
(aquellas que partieron,
las que quedan)
Bagatelas con historias fascinantes,
minucias repletas de gorjeos:
“El niño de Praga” de la tía
junto al búcaro robado por la prima,
y la poltrona desgajada de quién sabe.
Los abuelos sentados en sillitas,
sus nietos mirando a todo lado
y el canario silbando en jaula de oro.
La dama transparente y su sombrilla,
el libro breve,
la leontina,
la anciana dulce
en su cocina al viento.
Recuerdos de viajes,
de extrañezas
y entusiasmos.
Felicidad pintada en plena cara
Instantes nacarados,
infinitos.
Lejanos tiempos que trajeron gloria.
Mundo de silencio en la vitrina,
evocación en todos los rincones,
fantasma amigable
en sus estantes.
Maravillas diminutas,
encerradas en la arquilla de cristales.
Huellas juntas en el tiempo
sobrevivientes de sol
y tempestades.
SILENTE MIRO LAS ARISTAS
que sorpresivas asoman en las sombras.
No puedo verlas más
me desesperan,
me alucinan,
me condenan
y
me matan.
No confío ya ni en las estatuas,
mucho menos en el quinde, ni en la rosa.
Los odio, no soporto sus figuras
disfrazadas, proscritas y falsarias.
Miro y mirando sigo
buscando incansable algún planeta
que haya quedado después de la ofensiva.
Mas…
solo encuentro nubes de granito,
antiguas lluvias de ácidos y sangre
que certeras carcomen
hasta el alma.
¿Dónde están?
Nunca existieron
el arrullo de cunas y canciones,
las manos que acarician,
la amiga incondicional,
ni el hombre bueno.
Solo ha quedado
polvo,
humedad,
deshuesaderos.
Osario de olores putrefactos,
y esta pobre,
pobrísima certeza de alimañas.
***
ELSY SANTILLAN FLOR - Quito, Ecuador, 1957. Doctora en Jurisprudencia y Abogado de los Tribunales del Ecuador. Hasta la presente fecha ha escrito 25 obras que se reparten en: narrativa, poesía, narrativa infantil, novela juvenil y teatro. Ha obtenido los premios nacionales “Jorge Luis Borges”, Quito, 1996, “Pablo Palacio”, Quito, 1998. Premio en colectivo de La Casa Internacional de Escritores y poetas de Bretaña, París 2013 y Mención de Honor del Premio “Joaquín Gallegos Lara” a la mejor obra publicada en Teatro, Quito, 2014. Consta en antologías del país y extranjeras de cuento y poesía. Traducida parcialmente al Húngaro, Francés y Búlgaro.