184. Sebastián Barbosa Montenegro
En estos versos las palabras sumergen el universo en océanos recónditos y resguardan emociones y lugares del espíritu en alertas siempre constantes, vértigo que se contempla. Así la poesía de Sebastián Barbosa Montenegro (Bogotá, 1998) que compartimos hoy en nuestra sección de nuevas voces, Suenan Timbres. Actualmente Sebastián es estudiante de filosofía en la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Su ópera prima se titula Este no es tiempo de fervor (2019) por la editorial Taller Blanco.
MELANCOLÍA
Que alguien expulse de este cuerpo la tristeza incrustada en el estómago. Que alguien se sirva de cualquier truco o trueque y purgue la bilis negra contenida. Para que las palabras no sean residuo de sus vapores. Que alguien cure la epidemia de tristeza en este cuerpo debilitado. Que se tropiece un méndigo con el antídoto (que se haga rico de solo estar sentado sobre la séptima vendiendo la cura en pequeñas pócimas) que se purifique, que se expulse, que se llene, que se vaya a su abismo, que al flâneur se le encierre, se le saque toda la sangre y la saliva (que sean expuestas sus viseras porque de todos modos no está tan mal ser un burgués triste a comparación de ser una pobre piltrafa pidiendo limosna y además, un alma melancólica) y se experimente con sus humores en vano (hender en el fondo de sus lágrimas) a menos que diga cuál es la causa de su tristeza, qué es lo que ha perdido irremediablemente, que sea torturado a fuerza de la veracidad y que se le crea si dice que no sabe qué es lo que ha perdido en realidad así pueda señalarlo con el dedo y que sea llevado a la horca porque al fin y al cabo no hay remedio que lo salve. Pero si la muerte no es la solución a su tristeza y asegura seguiría siendo en el otro mundo un pobre saltimbanqui; un anima sola, le prometeremos suficiente luz en los velones, suficiente incienso para su queja, suficiente vino para su sed, lo llenaremos de dádivas y abrazos condescendiente porque en el fondo -ya lo sabemos todos- en el fondo, su tristeza también es la nuestra.
INTENCIÓN DE ORFEBRERÍA
Las piernas ancladas en la profundidad del mar
en los ojos un santo y seña de haberse perdido
sin remedio.
Una intención de orfebrería
unas palabras de fuego en las manos.
Una despedida, una renuncia
en el corazón: una derrota.
MAL HAZAÑA
No sé qué hacer con esta mal hazaña
soy el último en la fila
indeseable entre los últimos.
El olvidado por la aritmética del tiempo:
no cuento los días
ellos no cuentan conmigo.
Yo he sido santo y señor en las filas del Súper, del banco, en las filas del trasporte, de los saunas... Último último,
no sé qué hacer con esta mal hazaña
porque tampoco quiero ser el último
en temerle a los leprosos
tampoco quiero ser el último que bese las llagas de un dios dormido
tampoco quiero ser el último en dar palabras de agradecimiento.
No quiero decir: bebe del rio, pero está contaminado.
Siente el viento que aviva, pero son vapores de muerte.
Yo quiero ser sirviente de la palabra
(para ser mal pagado)
y ser el último que grite.
VERTICALES Y BESTIALES
Si en el oficio de vivir solo fuimos
verticales y bestiales
Si desnudos vagamos por la ciudad incendiada
expuestos, vilipendiados hacia la hoguera
pero sonriendo.
Si vagamos los suficientes moteles
y no importaron las despedidas.
Entonces
mentira: no hubo nunca nada sagrado.
Profesamos nuestro amor
y nos amamos
como el que odia.
ROSA SE QUIERE PERDER EN EL MAR
Mi padre me decía que regresara al mar. Corrí con deseo de sentir el agua recién hecha, solo para mí. Como si regresara al vientre, pero vestida de rojos (dando visos en la orilla de los sueños). Cuando el mar parecía vaciarse por un segundo al otro lado del horizonte intenté regresar, cumplir mi destino. Quise volver a sostenerme en el borde de la playa, pero cuando estaba regresando mi tallo y espinas fueron tragadas por la arena. De pronto todo fue confusión: un golpe como de tela roja pesadísima me golpea la cabeza. Una mano. Un cielo estrellado. Una voz. Un alarido. Un auxilio ahogado. Un irse desvaneciendo sin palabras, en el fondo.
El mar se la ha tragado se la ha tragado se la ha tragado se la ha tragado se la ha tragado:
La ha devorado como en la Vorágine la selva traga todo lo que ha intentado habitarla desde fuera.
Pero yo no he sido dueña de nada, y nada sé de la selva, ni del mar. Solo sé de recuerdos escritos en papelitos como este:
La maestra hoy me ha dicho que no es cierto
que en la vorágine el personaje principal sea la selva.
Otra vez tengo trece años en la garganta reseca. Intento reírme, pero la boca se llena de agua y sal. ¿Entonces también las palabras son de agua? Algo como un recuerdo ciego en la profundidad del mar. Regresar al vientre, pero sostenida por los sueños. Llevada, acaso, por un jirón de luces al poniente. Nacer muerta con los ojos de nácar. Recobrada por los peces. Ungida en viento. Con una última música de coral en la profundidad de las espinas.
INVENCIÓN DE LA CASA
Algo se refleja en los muros de esta casa,
es el lugar de las apariciones
la casa de las moscas
no es difícil encontrarlo entre las ruinas
encendidas: está ahí en el filo de la noche,
tranquilo naufrago de tarde remotas
estatua de sal
eterno hombre de humo y lágrimas.
Cuando levantes los muros de tu exilio
y clausuren de una vez por todas la casa
no mires atrás no temas que la noche nos vigila
con sus palabras de agua.
No intentes decir ni una palabra
mira la bandera
recuerda, son los colores de quienes te han
olvidado y te persiguen
para seas un asesino.
No mires los pájaros del cuartel militar
no pienses en sus ojos panópticos
no sueñes con sus curvados picos
entre nuestros pliegues, amor.
No te cortes las venas
reúnete con los pirómanos
que cercan la ciudad,
descubre el polvo,
encuéntrame todo humo
detrás de un poste maldiciendo
quémalo todo
y déjame, después.
***
SEBASTIÁN BARBOSA MONTENEGRO - Bogotá, Colombia (1998) Poeta, cursó estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de la Salle, Colombia. Actualmente es estudiante de Filosofía en la Universidad Pedagógica Nacional. Aparece en la antología Ríos paralelos III (2018). En la antología de jóvenes poetas bogotanos Pecados capitales (2019) por ediciones Exilio. Su ópera prima se titula Este no es tiempo de fervor (2019) por la editorial Taller Blanco.