Poema del Viernes # 139
UNA CASA SIN ÁTICO
I
Amor mío, piensa en las ventajas de vivir en una casa sin ático: jamás vas a caerte al subir la escalerilla; ni van a caerse los niños que gustan de jugar allí; ni tendrás que limpiarlo, aunque sea apenas una vez al año. Imagina el horror de descubrir algunas ratas. No creo que logres soportarlo. Además, de ningún modo las familias se deshacen de las cosas inútiles, solo las dejan en el ático. Un ático nunca sirve para nada, salvo para guardar cadáveres: juguetes rotos, santos de madera, el árbol con los adornos navideños. Cadáveres de la infancia perdida, de la fe perdida, de la felicidad perdida. Y fotos, cientos de fotos en cajas de zapatos.
II
Me encierro en el ático de una casa sin ático. Me encierro a escribir de la vida escondido de la vida. Si preguntan, dirás que salí a caminar un rato. Una excusa verosímil que los amigos perdonan. Una excusa verdadera. Prefiero pasear en invierno para no encontrar más que dos o tres conocidos. Nada personal. Lo mejor de los misántropos es que nunca celebrarán un congreso. Lo mejor de los misántropos es que saben reconocerse como un asesino reconoce a otro asesino en esas mesas de un café cualquiera. Si preguntan, dirás que salí a caminar un rato. Me encierro a escribir. Me encierro a escribir. Me encierro. Qué frío hace en el ático de una casa sin ático.
III
Peor que una casa sin ático es un país sin ático. ¿Dónde queda el ático de un país? ¿En su montaña más alta? ¿En su mente más lúcida? ¿En su mejor líder, en su mejor héroe, en su mejor poeta? ¿O en su hijo más inocente? Desempolvar el ático de un país. Atisbar por su ojo de buey la tormenta que se avecina. Peor que una casa sin ático es un país sin ático: un país hecho de sótanos.
Sergio García Zamora