59. Cinco poemas de Manuel Fernández
El poeta peruano Martín Zúñiga realizó una lectura de la poesía peruana contemporánea, preparando una serie de entregas de algunos de los poetas más emblemáticos que se irán publicando en esta sección. En su segunda selección nos presenta cinco poemas de Manuel Fernández (Lima, 1976):
Los cantos iluminados de Breña
Sólo así hemos conseguido olvidarnos de las noticias.
Sólo así hemos conseguido que el pescado no se encoja y que la gallina ponga azarosa
los huevos más calientes de esta temporada.
Luego hemos hablado
/ cantado
sentados bajo el cielo más abierto de la mañana
cosas que no nos han enseñado pero que igual hemos aprendido
/ sentido
y entonces nos decimos entre risas:
córrete un poco y deja que el sol entre por la ventana
y proyecte /
LA ILUMINACIÓN DE LOS PARQUES
LA ILUMINACIÓN DE LOS PATIOS
imágenes del calor intensificando el hartazgo
viajando de los sentidos al cerebro por nervios de minúsculos cilindros
haciendo del crecimiento de las manzanas ramales enteros de información precisa
/ detallada
de cómo se encuentra el clima el ánimo esta mañana
llevando a cabo un censo de las demás / de toda la semana
y reflejando el tedio como una realidad mensurable
palpable audible
oxidando
LA OSATURA DEL METAL
reflejada en el borde de nuestras camas
a diestra y siniestra
o en todas partes
con la violencia del deseo que llega y te patea fuerte en las costillas
última imagen del discernimiento abriéndose entre nosotros
floreciendo /
deshojándonos en silencio
para no salir corriendo
para no salir gritando
desde el corredor hasta el patio
sino todo lo contrario
PERMANECIENDO TENDIDOS
tranquilos
y decir esta tarde a solas
cosas de las que no arrepentirse
hoy he sentido la llegada de marzo en la mañana encogido en el calor de la mañana
hoy he sentido los rayos del sol como orines en la cara
y esa tibieza me llama y es mi hermana
o construye una imagen más sincera
/ como
un cuadro de ti mismo
ILUMINADO
bajo el calor intenso de los cielos abiertos en los patios del verano
¿un cuadro de ti mismo iluminado bajo el calor intenso de los cielos abiertos en los patios
del verano?
o eso eras
o parecías
ILUMINADO Y TAN CERCANO
la información viajando de la raíz al cerebro
produciendo conexiones efímeras
mutando iluminadas bajo el cuerpo calloso de nuestras propias palabras
suavemente acariciadas por la brisa del invierno que ya se siente o se deja sentir
imprecisa...
y salir corriendo
como alma que lleva el diablo y que se desvía gritando por los corredores de la locura
para caer en el pasto
COMO ESA IMAGEN DEL ÁRBOL ATACADO POR LOS PÁJAROS
o como la última imagen del discernimiento abriéndose entre nosotros
Y FLORECIENDO INCENDIADA
apedreada desde los balcones de la ira
y salir corriendo
porque nunca quisimos vernos
como se ve el cordero en la mesa del sacrificio
más gordo y más hermoso
alimentado al calor de la semilla
cebado en la desesperación de los días que se suceden
en la gracia íntima del MONDONGO Y LA AZUCENA
y la intensidad de los patios
las noticias que van llegando
palpando cómo todo se va sucediendo en ritmos que no comprendemos
o no alcanzamos
pero igual nos esforzamos sin resultados
llegando a certezas que no hubiéramos deseado
¿cómo otros deciden lo que nosotros no sabemos o no podemos o ya perdimos?
/ pero salir gritando
CON LA FUERZA DE LOS TALONES que se anidan a las puertas
con la fuerza de las manos que se anudan a las rejas
y nos abren con sonrisas
y nos cierran entre risas
cuando nos vamos
y ya es de NOCHE.
Sobre los paisajes de la locura
a Josemari Recalde
a Samantha Berger
ESTA NOCHE ESCRIBES ESTA CARTA
y buscas desesperado entre las toallas
algo que te repites
y recuerdas /
esa voz era más sabia
sabía
se domesticaba y andaba
y escribía cosas que ya no comprendo
o no alcanzo
[como en ese cuadro donde hay una jirafa ardiendo]
pero antes andaba
se levantaba en la mañana y tomaba los bussins
a la entrada del verano
en PLAZA BOLOGNESI / Arica / y Jorge Chávez
alineado en fila esperando las indicaciones del policía
mas luego diría
o simplemente repetiría /
algunas cosas nos miran lejanas
[pero libremente cito]
hasta terminar cubierto de humo
mechones del morado hirviendo en el nacimiento del verano
… a las puertas del verano
medulas que han gloriosamente ardido...
o Portales de Santiago / también
[Plaza Grande de Varsovia]
con los animales a la entrada
esperando las indicaciones
el cambio de guardia
pero definiendo claramente
qué es un punto de luz
una entrada
en el cono celeste
instalándose
SUAVEMENTE
en medio de Pastaza / Restauración / —y Castrovirreyna—
lugares que en el sueño nunca hemos conocido
pero suavemente atrapados en el sueño
recordando lo que alguien de ti dijo al oído más tibio de tu madre
COMO DESPERTANDO UNA NOCHE EN UN CARRO
EN MEDIO DE TUS HERMANOS
sin palabras que decir ni preguntas
y tiempo después
nuevamente
parado
en la avenida
esperando la orden del policía
[o más bien suavemente]
entrando en el cuadro o lo que el guardia decida
pero definiendo...
qué es un cuerpo recostado
/ como devorado por pájaros a la entrada del verano
intestinos de ámbar reluciendo en la madrugada
/ y la bóveda del cráneo llenándose de luces
pirotecnia solitaria
esa semana
y las demás / claro
pero teniendo bien presente
que algunas cosas nos miran lejanas
COMO LA IMAGEN DE LOS PÁJAROS QUE HACEN CAER EL ÁRBOL
y tu sonrisa es la llegada del verano
tu cuerpo saliendo de la piscina
discurriendo gotas de agua que delicadamente salpicas en el cuerpo más claro de las bañistas
que alegremente te miran detenidas
mientras otros determinan
el inicio de las marchas
la huelga de enfermeras
primera marcha por la sindicalización de los trabajadores de Breña
o Portales de Santiago / Plaza Grande de Varsovia
animales en fila recogiendo las noticias
y las bañistas diseñando pancartas
escribiendo lemas contra la solidez del mercado
las columnas del templo
mientras tú te paseabas sin camisa
/ muy atenta
a la anunciación de la vaca levantando el polvo de los establos
agobiada por el calor de los patios
esperando
[con su mirada de vaca]
el florecimiento del mondongo y la azucena
como buscando sentido para el conjunto
perdiendo la conciencia
[¿la razón?]
frente a la tenacidad de los bordes, Samantha /
y desprendiéndote
[¿suavemente?]
distraída sólo un momento
del borde de la canaleta
y en el equilibrio supremo
la osatura del metal
bailando /
en el fondo de los patios
o como la imagen misma de tu cuerpo
esa noche
quedándose sola.
Carteles luminosos inundan Breña
SER LAS MANOS QUE SE SUELTAN DE LA CANALETA FRENTE A LA EXHUBERANCIA DE LAS BAÑISTAS QUE NADA DE ESTO ADIVINAN / o ser la piedra en el ojo de la hija que canta y es mi hermana o ser la pelea de las hijas que olvidan cómo sigue la tabla y algo adivinan o ser la nieve que no se estila por Lima nunca y la importan de donde los dientes sonríen en la avenida o ser los mimos de la madre que ya no sujeta con las mismas fuerzas la cabeza de sus hijas o ser el padre que analiza las pistas desde el momento en que el hijo se suicida o ser la policía juntando presos en las avenidas o ser las manos que suavemente me aniquilan cuando salgo de la oficina y otros aires me respiran o ser la sonrisa de otros que en el parque me miran y fuman y caminan o ser aquello que se queda en la boca de los que miman y que temen que el exceso de su deseo asuste a la policía que patrulla las avenidas o ser la artista que se mira ya crecida y tiembla cuando el viento la roza cuando cruza la avenida o ser la piedra en el ojo de la niña que sale y camina por los panes a la esquina o ser la madre que se acuesta entre los brazos de las hijas y que expira o ser el soplo y la saliva cayendo desde la ventana de los patios al mediodía entre la bulla y las risas o ser la oreja que se estira en el centro de la ira y en el centro de las risas cuando las cosas no salen y nos vamos al regazo de la madre o de la hija con la cara enrojecida o ser el cúmulo de grasa que se seca en las sartenes cuando la comida ya está servida o ser el peso de los bussins que se estiran y llegan distintos hacia el fin y la partida o ser más o menos la plata que se estira y llega con las justas a tocar el treinta o el treinta y uno y deja tranquilas a las vecinas o ser mejor que el pan en la fila de la eucaristía o ser mejor la mano que nos mece en la noche o en la fila o ser disperso entre las sábanas cuando nos llama esa vocecita o ser más bien bueno en las reuniones de las hijas y no salir en la noche desde la casa a la oficina o ser mejor que el cura que habla mucho y nos espía o ser como los muchachos que en el parque fuman cosas entre risas o ser ése que es diestro con las cosas de la cocina y de las vecinas que no se escapa que no camina o ser la madre que en la ventana espera a que lleguen las hijas o ser el novio que sale con la vecina o ser la hija que sale con la vecina o ser la novia que sale de noche y a escondidas y que vuelve convencida de que algunas cosas no caminan o ser la tierra de las macetas más pequeña pero más sencilla o ser el vidrio de las vacunas y la extensión de los algodones que nos curan a escondidas o ser el enfermo que se estima y que entre sueños transpira y se agita o vivir entre risas y ser de Breña.
La oración del fin
Algunos días serán difíciles
paracetamol salbutamol
o este recorrido es cierto
y me encuentra salido
sentado sobre la vereda
escuchando el inicio de los cantos
contemplando cómo esa ventana
se cubre de polvo
creyendo que ya nadie nos espera
pero deseando lo contrario
y que al final del laberinto
una mano nos lleve las frutas
a las puertas del mercado
o enjuague un poco de garúa
sobre el borde ardido de nuestros labios.
Porque sé que al final de la espera
no existen muchas recompensas
y aunque esta voz no es la mía
es la voz de antes
que hablaba era más sabia sabía
se domesticaba y andaba.
Salbutamol abre las ventanas
permite que las cosas no se me hagan lejanas
salbutamol bullente
ámame esta noche sobre los paisajes de la locura
mientras los náufragos contemplan el naufragio
y sobre los paisajes de la locura
el dolor es una línea de plomo
sobre los bordes de los hombros
que se reinventa.
Abdón Sánchez, i. m.
Ya puse estos versos como ramas de olivo sobre tu tumba
Enrique Verástegui
Abdón Sánchez ha muerto. Cuando yo era chico, él solía decirme acompáñame a comprar una dupleta o acompáñame al depósito a comprar galletas para la tienda. Yo dejaba lo que estaba haciendo y lo seguía. Caminaba en silencio, agarrado de su mano. Por la tarde siempre tomaba café, aunque nunca le escuché pedir uno. Mi abuela se le acercaba y le decía Sánchez, ¿no querrás un café? Entonces él, parado detrás del mostrador, miraba hacia la calle y movía afirmativamente la cabeza. Había sido criado a la antigua: no necesitaba pedir nada, no necesitaba decir nada.
Se ha muerto Abdón Sánchez
para él escribo ahora
estas pocas líneas
para no olvidarme de su silencio
para no olvidarme
de su forma de mirar las cosas.
Lima, junio de 2013.
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MANUEL FERNÁNDEZ (Lima 1976) Cursó estudios de Lingüística Hispánica y es Magister en Docencia Superior. Ha publicado Octubre (Estruendomudo 2006) y La marcha del polen (Estruendomudo 2013). Ha participado en diversos recitales y eventos poéticos, y algunos poemas suyos han aparecido en revistas nacionales y del extranjero. Actualmente, se desempeña como docente universitario.
MARTÍN ZÚÑIGA CHÁVEZ Vive en Perú. Ha publicado los poemarios Gavia (Ediciones Fecit, España, 2009),Pequeño estudio sobre la muerte (Ediciones Copé, Perú, 2010) y Cover (Ediciones Difácil, España, 2011), además de la antología de poesía joven de Arequipa Rastros/Rostros (CRPP, Perú, 2011). Su obra ha recibido varios reconocimientos como el Premio Internacional de Poesía Ángel Martínez Baigorri y el Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos, ambos en España; y el Premio Nacional Juvenil de Poesía Javier Heraud y el Premio Internacional de Poesía Copé de Plata en Perú. Gestiona desde el año 2005 el proyecto LAE LEA Perúhttp://urbanotopia.blogspot.com, antología de poesía móvil contemporánea capítulo Perú.