Revista Latinoemerica de Poesía

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Espécimen 547025 (Sobre Animal ajena de Carolina Dávila)



Espécimen 547025

(Sobre Animal ajena de Carolina Dávila)

Por Wendy Tatiana Chacón Landinez

 

la fractura de un mundo que se desmorona

Romper con el cuerpo. Entender que provienes de aquello animal que te habita. Llegas a lo humano, al deseo latente de racionalizar, existir, ser civilizada. Nada de esto es suficiente para hablar de la piel que ocupas, entonces mutas. Tu figura es de cyborg, la máquina parida de tus entrañas. La carne ya no existe. Solo queda el lenguaje, huesos que sobresalen del útero:

Cortas con los dientes las uñas
Se me destempla todo dices
y aún no termina el rechinar

Intentas comprender el nuevo cuerpo. Regresas a lo animal, a la bestia voraz y salvaje que tiene hambre, que desea, que desconoce la rigidez del músculo. La lengua nace de las cuevas, piensas. Pintura rupestre manchada de tu sangre. La tinta roja descubre la piedra caliza con el único nombre que has conocido, Carolina Dávila. Abogada. Feminista. Poeta. Renacuaja. Rana. Anfibia. Tu humanidad se asoma. Dicen que has ganado el Premio Nacional de Poesía. Dicen que eres coeditora del fanzine La Trenza. Sabes que esto no la llena, nunca logras saciar el apetito de la máquina. Te conectas al computador. Clic clic hacen tus dedos. Y así nace el verso, animal ajena.

El mundo en el que has crecido se desmorona. Quiebras la evolución. Navegas entre la tridimensionalidad de tu existencia. Poliestireno. Polipropileno. Poliuretano. Engulles las raíces de la salamandra, el pez koi que ha dejado de nadar porque vive en Hong Kong, Moscú, Amberes. Tu médula espinal se contrae. Retrocedes en el tiempo. Has vivido cientos de años. Te autodenominas tetrápoda. Ichthyostega. Mezclas el salvajismo de haber nacido antes de tu extinción. Esa fue tu primera muerte, llamarte tuya cuando siempre fuiste ajena.

pero su voz le devuelve un gruñido

El instinto es algo innato a la naturaleza de la bestia. Siempre se refieren al hambre, comerse al mundo con la boca. Olvidan las necesidades del cuerpo. El cortejo antes del sexo. Las manos entre los pliegues de una falda que se levanta como un juego de niñas, y nada más. Recuerdas el colegio, la adolescencia y el desenfreno de vivir, experimentar. La memoria es un espacio confuso, el idilio antes de despertarse. La voz de la madre. Los chicles discretos de una boca a la otra.

y entonces el silencio que alcanza el baño donde se tocan
a solas el domingo en la noche cuando después de plisar la
falda hay que plisar las ganas a escondidas sobre el piso frío
de baldosa y contrarrestar
tanto calor

Te han enseñado que el cuerpo tiene género (femenino) y que el deseo tiene género (masculino). La mutación te ha permitido romper los límites del siglo XX. Lesbiana. Negro. Gay. Gorda. Subalterna. Intergénero. Drag. La bestia desconoce aquellos conceptos. Vive en la libertad que el lenguaje no le concede. Solo tiene ganas y devora. Arrasa lo que encuentra en su camino. La máquina le dice a esto hambre, apetito, voracidad. Atragantarte con el pollo solo fue el comienzo del nacimiento, la paridad de una misma. Allí brota el lenguaje, extrañamiento del ser. USB conectada a los órganos.

Reflexionas y escribes. Escribes y reflexionas. No importa el orden. El poema es un bot. Desmenuzas la pechuga que te vio germinar. Desgajas el verbo y recoges las migajas. No puedes aullar. Cebra. Capra Pyrenaica Pyrenaica. Abrigas tu piel con el pelaje ajeno. Esta fue tu segunda muerte, aprender a hablar. Te regresas a los inicios. Sigues en el saco amniótico. La evolución es una ficción celular. Mitocondrias. Polo positivo. Polo negativo. Se dice que provenimos del barro, pero no es cierto. El carbón fue el soplo divino que creó la corporalidad del deseo.

Como físicos que desmenuzan la materia
en busca de partículas elementales
hay quienes escarban y se niegan a creer en la dureza
donde otros dicen Alto ellos ven pequeños orificios
la transparencia en la membrana estriada

Has creado tu árbol genealógico. La bestia está hecha de los químicos, esmog. Intentas escapar de la naturaleza desconocida. Sabes que el deseo es un dúctil violentado. Aruñas las cavernas que te vieron crecer. Los físicos exploran la corporalidad del tiempo pasado. Crean bombas nucleares en contra de la biología. Te inyectan la inteligencia necesaria para subsistir. El pequeño microchip se te inserta en los nervios. Espécimen 547025.

un coágulo de multitud de insectos

Tu humanidad vino después. Aprendiste a decir mamá, papá. Saboreaste tu lengua materna con voracidad. Supiste la diferencia entre el verso y la prosa al devorar el hámster con la boca de la gran boa que se extiende por toda tu garganta. Cierra los labios, escuchas. Cría cuervos y te sacarán los ojos. La evolución te ha castrado. El idioma te ha castrado. Ser mujer te ha castrado.

Apenas has empezado y
ya te comportas como una adicta
Te escondes te vigilas te censuras
                                             te contienes

Bebes de tus clásicos, los nombres que sobresalen y subrayas en rojo. Senga Negundi. Paul B. Preciado. María Teresa Hincapié. Ana Mendieta. Te envuelves en la plasticidad del cuerpo. Tu vida es la obra definitiva, palabra que se desprende del animal. Concibes la poesía como la intertextualidad que existe entre el género, lengua y arte. Influencias, así se les llama. Para ti trascienden ese concepto. Ellos también han sido castrados. Su naturaleza se oculta bajo la elasticidad de la contemporaneidad, esa entidad que los abraza y les prohíbe su vínculo con la porosidad del aire, la tierra, el agua y el fuego.

una lengua animal ajena

Toda evolución significa un descenso hacia la máquina. Todo cuerpo se transforma en el aparato que tiene más cercano. Celular. Computador. Robot. IA. Entiendes que ese es el último fin. La poshumanidad se te encarna en las uñas de los pies. Conectas el cable bluetooth a tu cerebro. Hola, Google. Alexa. Carolina. Todas son lo mismo. Lenguaje en código binario. 10101010. Descubres la verdadera identidad del animal y de la humana.

arraigado
estropeado
explotado
artístico

Escribes en la programación que conoces, la única que te han enseñado. Twitter. Facebook. Instagram. Concretas tus pensamientos a través de los 280 caracteres que te permiten expresar el único sentimiento de la cyborg. Hablas sobre el experimento de Alan Turing. Recreas el Lazarus Corporation text mixing desk v 2.0. Más nombres sobresalen de tus juegos científicos. Katherine Hayle. Donna Haraway. Manuel Talens. La enfermedad se desprende del viejo cuerpo. Neumoconiosis. Piensas que la máquina también es animal, también sufre, también muere. Tu mundo se configura a partir de la apofenia. La esquizofrenia no es solo un estado mental. The bluetooth device is connected succesfully. Sientes que has trascendido. Tal vez a esto se referían el karma y el darma, un ascenso a algo más allá del cuerpo, más allá de la máquina.

***

Carolina Dávila ha sido abogada y activista. Es autora de un libro sobre el movimiento (Como las catedrales, 2011) y otro sobre la quietud (Variables de Riesgo, en Imagen (in)completa, 2018). Investiga las relaciones entre lenguaje, deuda y subjetividad mientras pinta acuarelas, coedita el fanzine La trenza y crea con otres en Contaminación Cruzada, un experimento poético y artístico de intervención urbana.

María Duque es collagista y arquitecta. Recorta imágenes de las enciclopedias para encajar las partes de un mundo que parece ir muy rápido. Cree que la belleza del fragmento está en la capacidad de imaginación que hay en la mirada. Está convencida de que la contemplación es la base de los procesos creadores. Este es su primer libro.

Wendy Chacón, estudiante del pregrado de Creación Literaria en la Universidad Central. Tiene un cuento publicado en la revista “Pequeños Relatos”.

 

 



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