Revista Latinoemerica de Poesía

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Tratado sobre las brujas



PRUDENCIA

 

La habitan ausencias… la paz que yace en ella

Es una esquirla de adioses.

Enriqueta Lunez

 

I

Entre la madre de las jaulas y la madre del luto

la correspondencia es infinita,

el lenguaje nos libera de nervios alterados

y de parentescos con oscuridades.

 

II

No eres ese muerto gangrenado

en la sala del velatorio,

te pedí que fueras a Corea...

 

Sembré una planta de plomo

en la otra mitad de la cama,

todas las noches la riego,

usando tus palabras

para consentir a los niños

y a los chivos.

 

Ven, no veo

las rasgaduras,

ni el crucificado que ven

los vecinos.

 

                                                                                   A la Niña Sala, mi abuela

 

 

BERTA

 

Siempre estuve enferma,

Berta lo supo

y me enseñó a resucitar-resucitándola.

 

Vuelvo a oír el chapoteo del ritual gastado:

mil veces en el agua,

y nunca fuimos otras.

 

Vuelvo a ver esa tierra árida que sostenía nuestras casas,

centenares de bichos rodeando las manos,

la mascota huesuda bajo la silla

y un santo, desde el lujo de su altar,

apuntándonos como cazador.

 

Lo intentamos con alas sufrimiento,

el caballo que esperábamos emergiera con las cigarras,

no existió.

 

¿Escuchas, Berta, otra vez? Somos nosotras

cantando para olvidar los hijos del abismo,

cantando para que la carne vuelva a los huesos.

Es la sonrisa de los cuerpos en el barro

 “El agua limpia todo”.

 

No oigas las voces del borramiento.

 

                                                                              A Berta Zambrano

 

 

TRASTORNO DE LA MORDIDA

 

En la cocina la carne se ha cortado y hecho guiso a sí misma,

hoy me levanté con la mordida estresada.

Los poetas me abandonaron

porque no río como poeta,

no soy como poeta,

no tengo apellido de poeta.

 

Abuela, ahora tengo la boca tan rota como la tuya

y tanto miedo a las miradas como tú.

¡Estoy agotada, y no quiero saber de poetas!

 

¡Ni las benzodiacepinas ni las prótesis estarán a nuestro alcance!

Quiero contarte que una mujer estuvo un día escondida en el baño,

aún después que ya no hubo disparos,

cuando salió, la ronda que antes era de baile se transformó

en hilera de muertos,

a cada muerto ofrendó la flor de un diente

y se fue cantando con su boca vacía,

yo también estoy cantando

con los huesos de mis muertos en las manos,

incompleta frente a la candela.

 

Abuela, ¿por qué a esta vida astillada se le dio por colgarse

de un colmillo?

 

 

SUDARIO

 

I

Soñé que, de un tiro, una mujer perdía su cabeza,

y la cabeza en manos de un hombre

temblaba como una trucha fuera del agua.

 

Desperté cansada, boca abajo,

con la mudanza encima de mi espalda,

y las máquinas acalorando la cara.

 

II

Una hoja en blanco me recibe

como si yo fuera el niño

y ella la virgen,

como si la noche anterior

me hubiera caído del sudario.

 

III

Se abren las puertas:

los penitentes vienen a ponerme vinagre y clavos

sobre tazas,

piden que convierta sus noches lodosas en agua bendita

pero en nombre de mi desprendimiento los maldigo,

maldigo sus privilegios para canonizar

y su forma de matar a mordiscos en el estómago,

maldigo su baile ofensivo con mis zapatos y mis ropas en mi cuarto,

maldigo su atrevimiento para expropiar vidas y ofrecerlas al infierno,

maldigo la paciencia,

digo que me afecta la cabeza y escritura y no paran…

no pararán,

tengo miedo de quedarme ignorada

y destripada en este sueño.

 

IV

Tengo el cuarto infectado de visitas indeseadas,

el tocadiscos acelera el aleteo de las moscas,

desato alas atascadas en el teclado

y la cuerda que no deja ver la matriz.

Fervorosa, maldigo la espera.

 

 

REFUGIO

 

Fuera de tu canción soy ala seca.

La muerte y yo dormimos juntamente…

Cantarte a ti, tan sólo, me despierta.

Julia de Borges.

 

A las manos de los amigos,

que consolaban la cabeza,

les salieron ganchos.

Pido disculpas al invierno,

me aferré excesivamente a todas las hojas

para que ninguna renunciara al árbol.

Siento miedo por mí,

si los cuervos despiertan para sacarme los ojos

¿a dónde iré, oscura y sin profesión?

Hay peligro en todos los vínculos…

y la brujería es refugio,

el único amor es refugio,

pongo ambas manos en su brazo bendito

y me dejo llevar hasta la estación…

si no fuera por él,

tendría mi cabeza en la rueda

de cualquier somnífero.

 

A Arturo Rivera

 

 

LA MOSCA

 

Le di más de cuatrocientos golpes,

me alcanzó el tiempo

para ver

su grandeza desperdiciada…

y justo cuando yo escuchaba

mi corazón

precipitándose

extendió su par de cuchillas.

 

 

LUISA ISABEL VILLA MERIÑO

Nació en el Copey, Cesar, en el Caribe Colombiano; a muy temprana edad fue llevada a Barranquilla, Atlántico. Es hija de Abel Antonio García Villa y Luz Marina Meriño Fontalvo. Es descendiente de la diáspora africana. Tuvo una bisabuela gitana.

Aprendió de su comunidad a tener una conciencia política y de clase.  Aprendió a resistir desde la literatura y las Artes Plásticas y Visuales para que no se anule su historia, su cultura, su vida y su memoria.

Entre protestas sociales y la pandemia publicó su primer libro DIOS FUE MEJOR CUANDO ERA TIGRE (2020), coedición con la Editorial Morgana (México) y Baraja Gráfica Editores (Colombia). Ahora, en dificiles tiempos de esperanza o como dice el poeta Omar Ortiz, en pleno principio de un sueño, saldrá su libro TRATADO SOBRE LAS BRUJAS, con la editorial Jade Publishing.

Es una Artista Plástica, Performer y Licenciada en Artes Visuales afrocaribe. Actualmente hace una maestría en Derechos humanos, Gestión de la Transición y Postconflictos. Experimenta con el vídeo, la instalación y la performance. Trabaja en proyectos de memoria, paz y reconciliación desde las pedagogías de las artes por la dignificación de los y las afrodescendientes, la visibilización de sus territorios, historias y culturas.

Luchadora incansable por las causas justas. Sueña con un mundo equitativo y descolonizado, en el que, a afros, indígenas, mujeres, gitan@s, campesin@s … no se les siga arrebatando su lugar en el mundo, sus territorios, dignidades, vidas…  que ningún ser sea desplazado de su tierra, de su casa, de su gente… por la violencia. Sueña a que nadie le apueste a la guerra, para la guerra nada. Y como Annie Ernaux, escribe con la ilusión de escribir el poema que logre vengar su raza, su género y su clase. Tiene una familia, un compañero, una comunidad y un territorio a los que ama inmensamente.

 



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