Revista Latinoemerica de Poesía

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Actos de crueldad - Alejandra Feijo



Esta desmesura autofágica

Mira este abandono, qué hermoso es que nada nos alcance. Mira nuestros cuerpos, cómo se intercambian con fluidez. Cuánto tiempo hacía que no caía tanta gratuidad sobre el mundo.”
Tiqqun


I

Habría que volver sobre lo cocido para extraerle nuevos colores al cuerpo. ¿Cómo reconstituir una inmanencia? El mundo y su desastre es esto que ocurre aquí, en nosotras, entre nosotras; la postergación indefinida de la intensidad. Entonces Alejandra nos pesadilla: quizás necesitemos ejercitar el lirismo muscular que nuestras extremidades han olvidado. Es en la violencia sagrada que acontece en los animales que se pudren donde reinventaremos los vínculos entre los gestos y los afectos, las imágenes y los abandonos, los excesos y las huelgas. La fonética mamífera de aquello que azota en Actos de crueldad abre las brechas para una cinética distinta a la de la mercancía.

II

El aluvión de voces invocado en este libro no teme reconocer el todavía urgente problema de lo extraño. La ideología dominante de las metrópolis posindustriales nos dicta que primero somos y luego amenaza el otro, que sólo desde ese lugar estable, definido y determinado que es el yo burgués es posible observar al desconocido que está por fuera, sin concierto. Aleja disuelve el espejismo, trae a primer plano los engranajes discursivos de la mentira identitaria y defeca sobre los muros que mutilan nuestro ajado cuerpo social. La ascendente atomización que experimentamos en las ru(t)inas del neoliberalismo gore se suspende en el continuo sexual del coño que trae otro coño al mundo, todo bajo el esplendor apocalíptico de esa fuerza lechosa y mayor que mueve la lengua que junto a Alejandra colapsa.

III

La disforia no es privativa de las subalternas. Ningún cuerpo es idéntico a sí mismo, ni existe en esa frialdad renacentista (hoy publicitaria) en la que deseamos, desafectados, la belleza. No es en los cuerpos rígidos, adultos y apatologizados que encontramos la alucinación vital; el choque abrasador está más adentro y lejos del diagnóstico. Como un frotarse de alveolos cansados. En paro. O la orgía que aún esperamos, la multitud corroída por el asombro. Quizás esa fisura que también somos y que no deja de frotarse los lomos sudados y expulsar las grandes y apestosas consignas suburbanas. El viejo que detona y sufre: la niña que no puede erguirse: los que ven con los riñones: las que estrangularon las palabras: todas nosotras, ensambles de órganos fantasma, festivas degeneraciones de la especie, desabrochadas retracciones, todas aquí sabemos que la belleza no prospera en la abstracta estadística de la capacidad.

Escandalizar es un derecho, escandalizarse es un placer.
Pasolini

IV

Está el mal. El ojo delictivo que restituye los signos petrificados, la viscosidad rota de los esófagos. También la sangre y el espanto. Alejandra no quiere ser una mujer buena, no quiere ceder a la cortesía, a los buenos modales, a las fórmulas de trato que harían de ella una persona respetable. El pacto es con el cuerpo. Con el ahora temblar orgánico que todo lo acopla. Con la certeza de enfermar. Estos versos hacen del asco y de la succión alucinada de los productos del asco una herramienta para combatir las ilusiones de unidad, progreso y bienestar que llagan nuestra vida. La crueldad aquí detonada destruye lo que hay de metafísico en el control moral. Aleja nos dice: la contingencia ética, el pasmo que experimentamos cuando nos sentimos parte de una red de posiciones y estrategias, no es equivalente al juicio que sanciona, al patrón —muy macho y bien comportado— que castiga. En esta máquina de imaginar futuros se usa la descomposición celular para invitar al escándalo, a un escándalo abierto y posible en que nuestra bestialidad no sea domesticada por la árida cruz de los Señores.

V

De espíritu barroco, Aleja usa la acumulación verbal como un instrumento de remoción genealógica de lo vivo desplazado, de la hendidura frustrada. Las temporalidades históricas se superponen en la callada pena de la mula, en los costos del proyecto civilizatorio. Sabemos que todo documento de civilización es al mismo tiempo un documento de barbarie. Ale nos despierta al señalarnos que en y con los cuerpos de animales no humanos se ha escrito la historia de la devastación; es en la diferencialidad especiada donde podemos observar, en todo su fétido enroscarse, la producción sin freno de los documentos vencedores. Así volvemos al interrogante sempiterno: ¿qué hacer? Nosotras respondemos: es mejor preguntar —sin aguardar cierres— ¿cómo hacer?, ¿a qué temperatura hierve nuestro devenir?

VI

La opacidad que nutre las hipnóticas cadencias de Actos de crueldad surca caminos para una nueva conspiración (a)teológica. En el corte que suspende un fonema e inaugura el siguiente estos poemas despejan lo creado, la sintaxis algorítmica, la reducción a un horizonte sin golosinas. Aleja emprende un viaje hacia una música otra que desautomatice el orden perceptual, y no llega, no acaba de llegar, mas en su angustiado peregrinaje descubre que la fuga no puede pensarse en el plano de los fines; la huida es, para lxs monstruos, una toda medialidad. La acentuación de los poderes significativos del material verbal crea un inesperado lugar para lo sagrado. El universo comienza en el instante en que un perro aprende que otra caída existe. Ese horror divino nos permite asesinar, libre y orgullosamente, a los dioses que no terminaron de gestarse. La palabra de Alejandra crucifica a la inversa. Y oxigena el abismo religioso.

Ensayo de Daniel Camilo Fajardo


Poemas de Alejandra Feijo

 

 
BUENOS MODALES

Buscarle los ojos a la araña
Los dientes al ajo
Saber cuándo muerde el hambre la mano
Y por qué gruñe el perro cuando lo amarran.
No mirar los ojos que arrojan la moneda
No levantar la cabeza
Hacer la señal de la cruz en la frente
Cuando la limosna toca el plato.
Después de todo, también matamos a sus dioses.

 

 

 

 

QUIERO MORIR COMO MUEREN LOS GALLOS EN LOS PALENQUES

Si estuviéramos empantanados
Absorbentes
Envilecidos
Santificados y caníbales
Hacinados
Como gallinas rojas de galpón
Nos cortarían el pico las garras las palabras
Plúmbeas plumíferas insensatos
Animales de corral que no dicen
Pero cantan endriagos prodigios y señales
De su deidad
La deuda.

 

 

 

 

FUNDIDO A NEGRO
(procedimiento de un ritual)

Ríe hasta la enfermedad
Y después de la enfermedad
Como un gran angular
Mira desde arriba el paisaje animal y vegetal que te coopera.
Como en un cénit imposible
Desde adentro
Mordisquea las orillas con el ojo del instante
No obtures a la fuerza la historia o el diagnóstico
Tu verdad podría ser lo que no ha dicho nada.
El cuerpo se cohabita
Y los símbolos de la gramática material,
Las representaciones de la prognosis,
Son relatos de la hegemonía médica.
La bacteria es tu especie compañera
Tú eres la especie compañera del virus:
Sigue personificando la enfermedad con la libertad
De un juego de rol absurdo.

Parte del ejército de los erguidos
Con tus cien mitades adoloridas,
Con una sonrisa traicionera de la especie
Y encuéntrate en la mirada que te adentra
La entraña de la parca
—Una pájara carroñera
Mírala
Y recuerda
Siempre
La risa.

Te acordarás de la risa, o al menos de la nostalgia de la risa
Y será un regusto, un regalo ácido en el paladar
Y sobrevivirás
O no habrá nada más que grabar.

 

 

 

 

ME CREASTE CUANDO EL PERRO OLFATEÓ MIS PIERNAS Y BATIÓ LA COLA

Así supe que existe el mundo antes que yo
Y cuando toqué el espejo con las yemas
En el contacto supe que yo no era, sino el espejo, la deidad inesperada del reflejo.
Me creaste cuando mi cabeza salió al mundo y respiré en el idioma de los alveolos
Me creaste cuando olvidé el lenguaje de la lombriz y lo aprendí de nuevo
Me creaste en el mundo que me embaraza de recuerdos
que pujo a un olvido.
En el mundo que me empuja a crearme cada vez que miro
Me reconozco en los ojos con terigios de la mula
En párpados traslúcidos
En la córnea inesperada de los grillos
Que en las noches cantan con las alas
La música de la reproducción.
Me creaste en la teoría de que soy por la mirada del otro.
Me creaste en los fenómenos de la luz
Me creaste cuando aprendí las palabras
Cuando busqué las palabras
Cuando las palabras me encontraron
Y supe decir la alegría del perro que conozco
Al verme y tenderle mi mano para que huela nuestro mundo.

 

 

 


ME INVENTO OTRA LENGUA

Me salas, me descorazas, me descorazonas, me destasas,
me ensalzas molusco, me lanzas
al vacío, me llenas encorvada me vacías y
erguida me salmueras, me cicatrizas la costilla,
me cazas con un ojo, me objetas, subjetivas la
corola de mi cáliz, me gusta me gustaría me dejo
me cenas en privado me sanas con saña,
me doblas como en sánscrito,
soy una maldita flor una malus domestica recién mordida,
me lleno de ira, me lleno me llenas de ira,
y mi vida es un sueño inmenso,
vegetal,
incorrecta.

 

 



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