Revista Latinoemerica de Poesía

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50. Miyer Pineda



 

Nota y selección por Diana Carolina Daza Astudillo 

  

Chaparro Valderrama, Borges, Pascal, Bacon, una abuela que lee las cartas y adivina boleros, una madre como un canto oculto en el envés del silencio, o como una vieja silla en la que se sienta la muerte a esperar nuestro regreso. Un padre que viene del mar como un triste pájaro milenario que de vez en cuando sale a recorrer las ruinas. Rostros como abismos, aguaceros en el alma, la soledad de una casa, animales desolados, el olvido como milagro, algo de rabia y abandono, algo de reclamo y lucha   vuela en las páginas de este libro. Con cuidado estético,  fuerza, embrujo, con la sinceridad de esa poesía que no se olvida, El hastío de las manos de Miyer Pineda cruza invicto la oscuridad con la palabra como faro, pues como bien lo cita él mismo: “Lo que un poema necesita es un cigarro y un revólver”.

 

 

MADRE

 

1

 

Sus ojos de mujer hebrea

Dos escarabajos

cargando el peso de la noche

Cambiándola de sitio:

mudándola de cuadro

Sus ojos iluminando el mundo

- para que se le abran las semillas y las flores -

Sanando sus fracturas

Los picotazos de los pájaros

 

2

 

A  veces pienso que Madre es una mujer lisiada

Y entonces me dan unas incontrolables ganas de llorar

 

Como si la escuchara cantar nuevamente

y pudiera bucear en su música

 

Como si esa música sorda fuera un faro para mi perdición

 

Ella es el canto que se ocultó en el envés del silencio

 

La siento como la hoja de un árbol que nunca termina de caer

.

.

3

 

Madre es esa vieja silla en la que se sienta la muerte a esperar nuestro regreso

 

Su delantal le teme a los puñales y al fuego de la estufa de carbón

Donde Padre quema las cartas muertas que le envía

 

Obligada por los pretextos de la herencia y de la expansión del universo

Madre tuvo que mudar su jardín al camino

Desde entonces nuestros rostros han sido destrozados por las flores

 

Ella olvidó los nombres de todos sus hijos para no verlos morir

Los atravesó con las agujas con los que ella teje la melancolía

Y los sepultó en el cementerio secreto de su sombra

 

Dentro de ella un perro ciego vela nuestros huesos

 

El tren le hace temblar el alma durante las madrugadas

Y ella se levanta y le hace el desayuno al hijo menor que la mantiene

 

En el hogar las cucarachas se extinguieron cuando el abuelo murió

Volverán con la lluvia cuando Madre se vaya

.

.

 

MI VIEJO Y EL MAR

 

 

Mi casa está en el mar con siete puertas

P. Guerra

.

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1

 

 

Mi padre que viene del mar

No comprendía las voces que decían que sería un ángel a la diestra de Dios

 

Los aguaceros en el patio de su alma desenterraron

los juguetes con los que nos distraía de la muerte

 

Con el tiempo sólo oía el viento:

La música de una mujer muriendo en el poniente

en las orillas de un árbol

 

Los huesos de mi padre fueron arrojados del abismo

y él no tuvo quien los defendiera

 

Su nombre fue borrado y no hubo una palabra que lo reemplazara

en el corazón de los verdugos

.

.

2

 

Padre es el triste pájaro milenario que de vez en cuando sale a recorrer las ruinas

 

A beber cerveza mientras cae el sol calcinando ángeles y bendiciendo vírgenes

A buscar árboles que hayan sido cobijo de fantasmas, de perros moribundos y de rameras

 

Todas las mujeres que se acercaron a él perdieron el equilibrio para siempre

 

Padre es una montaña sagrada

La isla que palpita en nuestras pesadillas indicando el camino de regreso

 .

.

3

 .

.

PÁTIBULO

 

I

 

Padre es una madriguera de fantasmas

El patíbulo en el que todos nos sentamos a desearnos la muerte

 

Para atravesar el desierto y el aburrimiento de los días

nos llena de silencio

 

Es el insecto que nos sigue y se adentra en nosotros

y prepara su mudanza

 

II

 

Las aves que vuelan sobre su cabeza

y que hacen el ruido que permite que se despeguen los parpados

 

Puede que al llegar al umbral pasen de largo

 

que se internen en busca de su nacimiento

en las selvas oscuras de su corazón

 .

.

 III

.

.

“Sí. Supongamos que soy un samurái derrotado”.

Hugo Chaparro Valderrama.

 

 .

Ustedes saben ¿No?

Uno abre las manos para que vuelen las palabras

Y ellas caen como insectos calcinados por la música

que camina descalza en otros huertos

Uno va solitario por la acera y entonces tropieza con el niño que fue

Y él diciéndose en silencio (como siempre) que nació muerto

que esa sonrisa de ocasión no ha sido usted

que ese desprecio de las horas no es su voz

¿Qué de bello hay en el mundo? Usted pregunta

Y él señala un cuerpo putrefacto   hermoso por el hambre

como el cuerpo de aquella mujer que nos tejía en la sombra

justo antes de que empezaran las faenas del dolor

¿Qué de bello hay en el mundo? Usted insiste

Y él enseña el arma

Y entonces usted recuerda que era el arma de su padre

Y  lo recuerda ebrio, y  lo ve llorar antes de irse

Y entiende que fue la única vez que vio llorar

a ese hombre al que llamaba padre

¿Qué de bello hay en el mundo?

Y él comienza a introducir el arma entre su boca

 .

.

 

LA ABUELA

.

1

 

El cuerpo de la Abuela se inunda de la muerte

y canta para alertar nuestra memoria

 

En alguna parte el rumor del río agudiza su silencio

Y el canto nos llega a través de los gritos de los pájaros

que fueron quedando sepultados en los muros de la casa

 

Esos sagrados rumores protegen el alma

 

La guían por los laberintos del sueño

 .

.

2

 

A la mujer de la mecedora que lee las cartas y adivina un bolero

en el humo del tabaco, le baja el ron como una caricia del sol en los tugurios

 

Ella aún corre de niña en las orillas del mundo mientras el viento

que viene del sur, le talla el mar en sus arrugas de bahareque

 

Podría decir que el reino de esta mujer es el silencio

o el fondo del océano extinguido en los vientres de sus cientos de hijos

 

Podría decir que esta mujer está sepultada en el corazón de una ballena

y que su adicción a la caída es por el vértigo

 

Pero ella ahí, meciéndose tranquila como si la acechara la muerte

Nos enseña que lo mejor es el desierto

 

La vieja viendo las cartas dice que un pescador al alba morirá

Y que hay un niño muerto ahogado en mi memoria

 

El gallo canta para que Dios haga la luz  y la abuela abra los ojos

 

Al fondo del aljibe  el alba se despierta

 .

.

3

 .

.

El rostro de la abuela es un abismo

Un camino empedrado

El espíritu feroz de un caballo moribundo a duras penas con sus alas

 

El sol en la profundidad lleva siglos calcinando las musgosas cerraduras

 

Y la luz entre las grietas de ese reino que cabalga

es un puente que no se reconoce en el reflejo

 

¿Y si la abuela aún no ha nacido, y éste río que contiene su música

es apenas un cofre para que resguardemos su memoria?

 .

.

4

 .

.

Qué vulnerable hacen a la casa tus recuerdos

 

Tal vez llegues ahora y traigas en tu cuerpo el temblor de la selva

que alimenta el furor de los vientos salvajes

 

O el rumor de las hojas que forman al amanecer los ríos de la tierra

O esa ausencia que hace que a la casa se le entristezcan los huesos

 

Abuela

afuera el mundo se retuerce tras tu sombra

 .

.

 

MONEDA DE TRES CARAS

.

.

El milagro tiene derecho a imponer condiciones

Borges

 

Quizá padre y madre nos odiaban

Y por ello nos heredaron los pedazos que salvaron de su mundo

y que nos permitió que aborreciéramos el cielo

 

Quizá por eso nos trajeron a este pueblo de ángeles enfermos

donde la noche confunde nuestros pechos con su clavicordio

 

Quizá por eso las formas de la sabiduría y la maldición de los ancestros:

La luna horadando nuestros huesos

en busca de las palabras que los olvidaron en la lluvia

 

Quizá padre y madre nos odiaban y por ello nos heredaron la belleza

Y nos rellenaron de aserrín como a los cantos de los pájaros

 

.

 

 

BAJO EL ROSTRO DE MI HERMANO DAMIÁN

 

 

Los milagros no sirven para convertir sino para condenar

Pascal

 

1

 .

Yo crecí bajo la tierra:

Entre los sueños olvidados de mi madre

y los socavones que resguardaron

la tristeza milenaria de mi padre

Yo curé la herida del tío Miguel, el ángel

por donde el océano bramó toda su furia

Yo era el río en los pulmones del Rey Pedro

y la alberca en los sueños del Rey Jimmy

Yo le di la bienvenida al anciano

que sabía de las cosas de Van Gogh

Yo construí la nave y los llevé a la otra orilla

Yo alivio el dolor de la vida y el dolor de la muerte

Y daría las raíces de mis ojos por poderlos sentir

Sólo a través de mí las palabras son posibles

Yo dejo en la mesa las flores prohibidas

Vendré por ellas cuando pasen cien años

 .

.

5

 

Un poema no necesita diccionario ni abogado ni niñera

A lo mejor una mujer de labios estupendos

 

Lo que necesita un poema es un canto

Repetido tantas veces que logre asemejarse a la música del mundo

 

Cada poema es un oráculo

Y un oráculo no necesita guardaespaldas ni mascotas ni visitas

ni cartógrafos  A lo mejor un vientre que haga las veces de rosa de los vientos

Lo que un poema necesita es un cigarro y un revólver

 .

.

 

 ***

 

 

Miyer Pineda. Tunja 1979. Licenciado en ciencias sociales y magíster en historia de la UPTC. Uno de los ganadores en el concurso de poesía "Descanse en paz la guerra" organizado por la Casa de Poesía Silva en 2003. Ha publicado Cuerpos en braille (2005)  con  UPTC y El hastío de las manos (2010) con la biblioteca pública municipal Zenón Solano Ricaurte de Duitama Boyacá.

 



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