Revista Latinoemerica de Poesía

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140. Karina Sarmiento Rojas




Compartimos una selección de poemas de la joven autora tolimense Karina Sarmiento Rojas (Mariquita, 1994). Estudia la licenciatura en Lengua Castellana de la Universidad del Tolima y dirige el colectivo “Poesía a Oscuras” en Ibagué.

 

 

 


PARA DETENER

Para detener el hambre
fumo un cigarro.
El humo me muestra el rostro de mi padre y mi hermana, sonríen como nunca antes. No puedo entender en qué momento nos hicimos ceniza.
Veo a mi madre sembrando las flores más bellas del mundo
con ese vestido que siempre quise.
¿Qué pensarán ahora mismo?
Para detener las imágenes sumerjo la cabeza en el agua.
Se va el hambre, queda el humo.

 

 

 

 

CARTA ROMANA

Esta carta necesita a quién remitirse, pero no ha encontrado un nombre.
Piensa en Gabriel, pero se le parece a un ángel.
Piensa en Jesús, pero no existe en los registros.
Se le ocurre César, y piensa para sí que es un buen nombre.
Le sabe a hombre, a líder.
Lo escribe en mayúsculas
Se inventa una fecha: 8 de noviembre del 57 A.C
Luego recuerda a Casio, a Bruto, se arruga enfurecida
Se escribe… se escribe…
Llora y se mancha de tinta, pero continúa…
Después celosa de lo que dice se pone un punto, se cierra.

No nos permite verla desnuda
No lo merecemos.
Antes, piensa un nombre de mujer
Postumia, Tértula…
No.
Finalmente se firma:
                                    Siempre tuya, Cleopatra.

 

 

 

 

CELOS

Pienso
-Mientras te duchas y escucho desde fuera-
Por qué lo haces con tanto esmero,
Porqué te detienes en tu centro como quien acaricia el deseo
Y porqué refriegas con tanta fuerza el lado izquierdo de tu pecho
Como quien pretende borrar algo
…Me pregunto si el agua sirve a tus propósitos.

 

 

 

 


LA RUTA MÁS CORTA

Camina por el circulo de la a y deslízate a tu derecha por una pequeña imperfección hasta que encuentres las montañas sagradas de la m. Asciende con calma y observa el sol en la cima, llénate de fuego y crepita al descender. Detente en el pozo de la o y bebe un poco de agua (no te excedas) pues vendrán otros. Mantén viva la chispa. Asciende por el camino recto de la r, a tu derecha (sí, toma el desvío). Miedo descansa en el pozo. Continúa en ese sentido la elevación. Mira hacia el fondo. Estoy en el rincón más oscuro. Justo al final de la palabra.

 

 

 

 


OSO DE ANTEOJOS

En la pantalla el oso de anteojos
Parece más grande que en la realidad

Será porque en la pantalla
la realidad es más pequeña que el oso

Será que el oso es más grande
que el reflejo de la realidad

Será que el reflejo de la realidad
no cabe en el oso

Será el oso
serán sus anteojos

                                        O O

¿Ven los anteojos del oso
lo que no ven
los ojos?

 

 

 

 

EL DÍA DE MI MUERTE

Lo único que me preocupa del futuro, es el día de mi muerte y no porque vaya a morir (porque a todos nos llega la hora), sino porque no sé a ciencia cierta si quienes lleven mi ataúd puedan con el peso de dos mujeres a la vez. Me preocupa que se cansen justo en el puente y decidan tirarme al río, no imagino a los peces devorándose dos pensamientos, de inmediato querrían emigrar al mar y en el intento evidentemente morirían. Pero si los hombres que me cargaran tuvieran la suficiente fuerza para hacerlo, me preocupa saber que en mi tumba crezca un árbol de doble semilla, que dé doble fruto. ¡Delicioso, claro! pero letal para el hambre de los hombres.
Luego el velorio sería doble, poner dos velas, hacer dos oraciones, nombrarme dos veces, llorar dos veces, además tendrían que llamar a dos curas con anticipación para que en el lecho mortuorio nos confesara a ambas.
Me preocupa por último y como no hemos sido lo suficientemente correctas, que nos olviden dos veces, eso sería fatal para alguien doblemente muerto. Por lo que hoy 11 de julio de 2016 decido asesinar a una de las dos dejando libre de toda culpabilidad a la que ahora escribe.

 

 

 

 


MI VOZ

Escuchando una canción francesa recuerdo en cada dedo sobre el piano el sonido de mi voz que se escapa. No tan afinada, pero habla sola.
Sin oídos que la escuchen, sin jueces que hablen de su tono, sin otras palabras que la callen.
Mi voz suena como el dedo corazón en el piano. Solo podría ser ese dedo mi sonido, solo podría un pedazo de carne y sangre roja, ser algo que suena como mi voz.
Escuchando una canción francesa, mi piel suena también. Otra extensión de mi voz –mi cuerpo entero– que va primero en , después en do y por último en . Lo último. Mi.
Escuchando una canción francesa recuerdo mi voz que acabó de suceder y se perdió en la pequeña llovizna de hace tres minutos.

 

 

 

 


EL CORAZÓN DE LA PIÑA

Tu recuerdo, dentro del corazón de la piña, intacto, amarillosamente jugoso me provoca, se me antoja una tajada de esa carne, se me antojan esos ojos mirándome sin mirarme, persuadiéndome del cuchillo brillante, filoso, que quiere partirnos que pretende dividirnos. No. Para eso están las manos, la boca, para llegar al centro de todo.
Pobre cuchillo… mi boca ya arde.

 

 

 

 



6:00 a.m.

Un árbol siempre es de día por fuera y de noche por dentro.
Por dentro, duerme.
Por fuera, se agita
Aunque gire para recibir el amarillo.
Pequeños universos lo habitan (también el árbol es cárcel),
Sus ramas se mecen tibias
Y el río a esa hora, cansado, le entrega su sonido.
El pájaro no responde por su nido
y se enamora:

                                                                     Pica, pica
                                                                  Suena, suena
                                                                 Pájaro, pajarito
                                                                Las ramas del río

Y una mujer se despierta con el río en el oído.
A esa hora nadie ve el cielo
Ni los árboles,
Nadie escucha.
- El río entrega su sonido.
A esa hora el árbol vive más
Y el gallo apenas lucha incesantemente
Para olvidarlo, canta ronco

Y una mujer se despierta con el río en el oído.

 

 

 


RUTINA

            - Desayunar un poema
Sentir la acidez
De la naranja,
Leer un cuerpo
En el chocolate.
Comerse un pan
Llenito de cielos,
Empezar a respirar
            - Cenar un poema
Sentir la carne de las doce
Sobre la del centro,
Contar los granos blancos
De los días negros,
Beberse el jugo de la vida
Estar en medio de todo
            - Oncear un poema
Observar cómo crece
El árbol de canela
En el fondo
Del pocillo caliente,
Congelarlo con saliva
Inhalar el humo tranquilo
Del atardecer.
             - Comerse un poema
             Serenarse,
             Ungirse con letras
             El cuerpo
             Antes de dormir
             Para soñarlo,
             Y volver.

 

 

 


Karina Sarmiento Rojas. Nació en Mariquita, Tolima, en 1994. Estudia la licenciatura en Lengua Castellana de la Universidad del Tolima. Dirige el colectivo Poesía a Oscuras en Ibagué. Tiene a su haber un libro inédito de poemas.

 

 



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