Revista Latinoemerica de Poesía

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El colombiano cíclico, apuntes mínimos sobre la obra de Álvaro Miranda



 

El colombiano cíclico, apuntes mínimos sobre la obra de Álvaro Miranda

Notas y selección por Diego peña

Deseo para esta breve antología, hacer unas consideraciones más literarias que biográficas sobre Álvaro Miranda (1945). Empecemos con sus padres, ya que la literatura es una cadena de herencias o influencias que se presentan en el texto contemporáneo, pero proyectándose a un futuro. Podríamos decir que su poesía es heredera de la obra escrita por Mallarmé, como el mismo afirma. La “muerte” del autor-dios y la comunicación como un azar, son dos razones elementos que se apropia de la poesía del francés. Esta herencia no es directa, antes de llegar a Mallarme leyó a Huidobro, Breton y la mayoría de surrealistas, entre ellos Manuel Escorza. Va su primer poema del libro Tropicomaquia (1966) con el que busca refundarse el Caribe por la palabra:

 


LA ÚLTIMA NOCHE DE BRETON

Noche diurna de baño de espíritu
y de totuma andina donde no cabe un silencio
noche de lluvia paralítica en la mitad del espacio
noche extranjera de luz cancerosa
de migas de tamal entre nidos de buitres
noche de tul entre la trayectoria de un buque de papel

Noche de corteza de aire
de siesta de estrellas bajo llanto de sauces
noche amortajada de nubes
entre rosarios de luceros rebeldes
noche tímida de mejilla de alba sonrosada
y de muñeca rota de golpe mamut

Noche de gelatina sobre el plato de pelte
noche de cartón entre dientes de ratas
y de ojos de ahogado en el eje del mar
noche inservible de navidad entre vahos
de epilépticas rumberas

Noche crucificada entre ladrón de sueños
De espumas y verdades.
(pg. 21)

 


En Indiada (1971) toman presencia las voces ignoradas, humorísticas y reales solo en el universo poético. Logra construir y mostrar una identidad latinoamericana sin caer en el panfleto. Lo principal es el efecto estético de la poesía, lo demás es, apenas, un valor agregado:

 


PAISAJES ESCRITOS POR FULANITO TAL,
EL INDIO LOCO DE CACHIPAY, LA NOCHE EN
QUE SELENE VA AVPOROSA, SEXUALMEMTE
DIVAGOSA, ENAMORANDO LA NIEVE

Tú sos el rum-rum de los míau-míaus, la coja turpiala de
inmarcesible noche, de júbilo inmortal. Tú sos la insoslayable,
la noble troglodita, magnolia que descanta el agua más redulce.

Tú sos la que bajando entrás por el desierto con miel entre los
labios y leche entre la lengua.

Tú sos como cangreja que chupa de los charcos la flor de los
naranjos.

Tú sos la prometida, la novia que en la senda de blanco va
vestida, que llega hasta la iglesia con oro, incienso y mirra.

Tú sos la que bailando crecés sobre el achiote, el bálsamo
que aroma los senos de viejas.

Tú sos la niña que hace sus tareas, el álamo que arruncha la
crin de algún caballo.

Tú sos como cocuyo que rueda perla y llanto, la arcángel
desplumada, la lluvia deshojada.

Tú sos como el arroyo que cruza por la llama, la cóndor que
envejece, el sol tornasolado.
(pg. 52-53)


Los poetas pueden caer fácilmente en las formulas y repeticiones, Álvaro Miranda se percata de esto y decide probar nuevos temas y nuevo estilo. La muerte como un volver a la historia, lo íntimo y lo cotidiano son los elementos que integra en Cuatro de Lebrija (1979) el poeta:

 


AQUILES MIRANDA SE MARCHO
CON BOLIVAR PARA PISIVA

¿Qué hay más allá de este viaje
ahora que el cielo no nos mira
y el paso al pie no nos pertenece?

Los ángeles borrachos sobre el vino
se alzan e tiempo entre sus pliegues
y litigan con el sueño nuevos cantos.

¿Será por eso que la historia
que nosotros ansiábamos se recoge
nuevamente a la orilla de tu partido corazón?

Padre,
entonces, si es así ¿Qué más queda?
¿Qué más da? ¿Qué nos espera?
no toque a la puerta de tu casa:
Cuánto silencio se hincha con el viento,
cuánta esencia de duda bifurcan los caminos.

¿Qué más da llorar si el sonar de la gaita
lleva un enjambre de tristezas?
Entonces, padre, cerremos cortinas
y dejemos que la luz que ahora tiñe
nuestro llanto sea la única portadora de las penas.

¿Qué más da abrir nuestro sufrir al mundo?
Los que preguntan por ti no tienen rostro.
Todos habrán de embarcar hacia la muerte.
Todos irán llegando con nosotros a este río.
Escucha sus quejas en la angustia:
sus llantos prolongan la primera lágrima de muertos.

Que ropaje tan negro tiene el cielo, padre:
se equivocaba el azul, se equivocaba el cortejo .
La marcha del infinito se aproxima al tiempo.

Se equivocan todos, padre, se equivocan.
Nada se marcha hoy con tu muerte:
simplemente decidiste golpear el aldabón
de nuestra puerta para iniciar el regreso
a la historia de tus cuentos.

Se equivoca el cortejo:
Nadie se marcha adelante con la parca
porque la muerte es regresar a la memoria,
regresar al río, descender al mar.

-<<¿Y el viento hijo y el viento?>>

y yo te respondo, padre, en nombre del hijo:
El viento padre se detiene en tu tumba,
el viento besa el mar
y decide emparejar las sombras entre los hombres.
Tu mueres tú, padre.
se muere él,
me muero yo y emparejamos el paso

Qué más da dejar nuestro sufrir al mundo.
Ayer preguntaron por ti
y yo les dije:
Aquiles Miranda se marcho con Bolívar para Pisiva.
Un fuerte viento cerró la puerta
y el aldabón golpeó tres veces:

Comenzaba tu marcha, padre,
no hacia mañana, sino hacia el recuerdo
como marchan los muertos.

Padre; tu mar Caribe está pleno de lunas:
Las nubes de Pisiva se recogen,
el chiflón del viento agoniza
y Bolívar sacude sus pulmones, se resiente.
Sus párpados ya no son sus párpados,
su hálito junta contigo las mortajas
del llanero
y las mulas, rotas herraduras,
rompen sus pezuñas en las rocas.

El páramo sangra roído por la aurora.
Te repito, padre, ahora escucha:
el mar se incendia de luna
porque el paso ya no cabe entre tus pies.
Ya no cabe nada en esta vida:
Se repletan los días de costumbres.
Bebes y beben los guerreros
y los ángeles del páramo
por fin en el vino se emborrachan.

Los guerreros de Pisiva se levantan,
aprietan sus sombreros,
el tiple rompe de nuevo la penumbra.

-<<¿Y después, hijo y después?>>

Y después descenderán la cordillera,
y después el cielo los mirará con dicha
y después resonarán sus lanzas
y después el tiempo cubrirá sus carnes
y después los nuevos cantos
a la orilla de tu corazón se llenaran de historia.
Ya ves, padre, hemos llegado a donde tú querías.
¿Para qué, entonces, tocamos la puerta de tu casa?
Afuera rondan los guerreros a tu espera

Es mejor cerrar los cantos
y esperar Ciénaga de Oro a que el buque Aurora
cruce por el mar sus mucho atolones.
Aurora te llevará a ti, a él, a mí por el recuerdo,
por el mar, hacia la vida.

Y a ellos, padre, a los que más allá del umbral
miran el paso del cortejo,
a ellos, padre, ¿a dónde los dejamos?

Abramos la cortina, padre, y dejemos
que la luz que ahora tiñe nuestro llanto
sea la portadora de las comunes penas.
Los de allá también embarcan:
Loemos con ellos padre,
por sus muerte.
(pg. 68)

 


El autor del poema anterior, tiene algunos elementos que son fundamentales para acercarse a su búsqueda poética: la historia apócrifa, el autor como historiador, el título como parte fundamental del poema, el uso del falso español arcaico, etc. ¿Tendrá algo que ver con el reconocimiento de un hueco en la historia literaria colombiana que se llama poesía colonial? Miremos:

 


ENDECHAS QUE DON JORGE ZALAMEA
ESCUCHARA CUANDO SE DIRIGIA A LA TOMA
DE LA RADIODIFUSORA NACIONAL PARA
ARENGAR AL PUEBLO Y EN ESO, ADELANTE, SE
LE APARECIO UN ALBATROS HERIDO –SE
ASEMEJA EL POETA A ESTE REY DE LAS
ALTURAS –QUE PATA A PATA, SE HUNDIA ENTRE
LAS TINIEBLAS DE LA NOCHE

Raque que rasque,
Escozor del rumbo incierto,
Chupe que chupe, mame que mame,
Sorba que sorba sus mil ostras de baba
Entre las córneas;
paso a paso,
argamasa de luz que al aire aflora,
teatro de sueños que muda con la noche,
llore que llore, pata a pata, viejo de engendros,
joven de muerte poco hallada,
dale que dale, ala a ala,
con ese acecho de cantos que la acosa…”

(Los escritos de Don Sancho Jimeno (2005). 127)

 


Álvaro Miranda (Santa Marta, 1945) Poeta, novelista, historiador, ensayista, editor y director de revistas literarias. Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad de La Salle. Su primer libro de poemas Indiada aparece en 1971. En 1982, en ocasión de recibir el Premio Nacional de Poesía, la universidad de Antioquia edita Los escritos de don Sancho Jimeno. Su novela, La Risa del Cuervo, escrita en 1983, obtuvo el primer premio en Buenos Aires y fue publicada en el año siguiente por la universidad de Belgrano. Reescrita durante varios años y editada nuevamente en Bogotá (Thomas de Quincey Editores, 1992), es galardonada por Colcultura, con el premio Pedro Gómez Valderrama. Su trabajo ha sido traducido al inglés, al ruso y al catalán. Su obra está concentrada en un constante interés por la conquista española. Es, en el decir del poeta mexicano Marco Antonio Campos, "muy estructurado siguiendo el modelo del Mío Cid antiguo, pero volviéndolo intensa y admirablemente colombiano". Emprende, de esta manera, la vigorosa empresa de la creación, escarbando las raíces históricas de América en un lenguaje que se asemeja al español antiguo y se mezcla con el trópico, manejando con gran habilidad su fina ironía, contagiada del húmedo calor caribeño. Sus rimas reproducen la musicalidad del mestizaje de estas tierras, contándonos episodios ignorados de la historia. Cargada de mucha sonoridad y ritmo, realza la fuerza erótica entretejida en la palabra.

 

Diego Peña (Bogotá, 1996) Estudiante de Filología Clásica en la Universidad Nacional de Colombia y de creación Literaria en la Universidad Central. Actualmente es miembro fundador de la segunda generación del grupo literario Contracartel.

 



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