Revista Latinoemerica de Poesía

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Día Mundial de La Poesía: ¨Árboles de invierno¨. 21 Mujeres Poetas.



Pintura: Gustav Klimt

 

 

Con motivo de la celebración del Día Mundial de La Poesía, presentamos en esta ocasión la selección de poemas de 21 mujeres poetas universales. Recorriendo sus voces más importantes y presentes. 21 nombres seleccionados bajo la lectura compartida del Colectivo La Raíz Invertida, con la dificultad que presentan este tipo de reuniones. Son muchas las voces que quedan fuera de esta lista pero no de su homenaje, muchas son las voces que extienden este recorrido hasta hacerlo infinito. ¨Árboles de Invierno¨. Un homenaje a la poesía este 21 de marzo, equinoccio de primavera.

 

 

1. EMILY DICKINSON (EEUU, 1830 – 1886)


EN MI JARDÍN AVANZA UN PÁJARO...

En mi jardín avanza un pájaro
sobre una rueda con rayos -
de música persistente
como un molino vagabundo -

jamás se demora
sobre la rosa madura-
prueba sin posarse
elogia al partir,

cuando probó todos los sabores -
su cabriolé mágico
va a remolinear en lontananzas-
entonces me acerco a mi perro,

y los dos nos preguntamos
si nuestra visión fue real-
o si habríamos soñado el jardín
y esas curiosidades-

¡pero él, por ser más lógico,
señala a mis torpes ojos-
las vibrantes flores!
¡Sutil respuesta!


Versión de Silvina Ocampo

 

 
2. ELSE LASKER-SCHÜLER (Alemania, 1869 – 1945)

 

MI PIANO AZUL

Tengo en casa un piano azul
Aunque no sé ninguna nota.

Está a la sombra de la puerta del sótano,
Desde que el mundo se enrudeció.

Tocan cuatro manos de estrella
-La mujer-luna cantó en la barca-,
Ahora bailan las ratas en el teclado.

Rota está la tapa del piano...
Lloro a la muerta azul.

Ah, queridos ángeles, abridme
-Comí del pan amargo-
A mí con vida la puerta del cielo-
Incluso contra lo prohibido.


Versión de Sonia Almau

 

3. QIU JIN (Fujian, China, 1875 – 1907)


"SELECCIONANDO RIMAS CON EN SHIH CHING DESDE LA TIERRA RAÍZ DEL SOL"

 

秋瑾〈日人石井君索和即用原韻〉
漫雲女子不英雄,萬裡乘風獨向東。
詩思一帆海空闊,夢魂三島月玲瓏。
銅駝已陷悲回首,汗馬終慚未有功。
如許傷心家國恨,那堪客裡度春風。

 

No me digas que las mujeres
no están hechas de la madera de los héroes,
yo toda sola cabalgué sobre vientos
a la Mar del Este durante 300.000 millas.
Mis pensamientos poéticos entonces se extendieron,
como una vela entre el océano y el cielo.
Soñé tus tres islas,
todas gemas, todas resplandecientes con la luz de la luna.
Me entristezco al pensar en los camellos de bronce,
guardianes de la China, perdidos en espinas.
Avergonzada, no he hecho nada;
ninguna victoria a mi nombre.
Sólo hice sudar a mi caballo de guerra.
Contraída porque mi patria
me hace daño en el corazón. Así que dime;
¿como puedo aprovechar mis días aquí?
¿una invitada disfrutando las brisas de primavera?

 

 Traducción del inglés, de la versión de Zachary Jean Chartkof


4. ANNA AJMÁTOVA (Rusia, 1889 – 1966)


 DEDICATORIA

Las montañas se doblan ante tamaña pena
Y el gigantesco río queda inerte.
Pero fuertes cerrojos tiene la condena,
Detrás de ellos sólo "mazmorras de la trena"
Y una melancolía que es la muerte.

Para quién sopla la brisa ligera,
Para quién es el deleite del ocaso -
Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,
Sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras
Y del soldado el pesado paso.

Nos levantamos como para la misa de madrugada,
Caminábamos por la ciudad incierta,
Para encontrar una a la otra, muerta, inanimada,
Bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada,
Mas la esperanza a lo lejos canta cierta...

La sentencia... y las lágrimas brotan de repente,
Ya de todo separada,
Como arrancan la vida al corazón, dolorosamente,
Como si hacia atrás la derribaran brutalmente,
Pero marcha... vacila... aislada...

¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,
De mis años de infierno desnudo?
¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,
Qué imaginan en el círculo lunar?
A vosotras os envío mi adiós y mi saludo


Versión de Jorge Bustamante García


5. GABRIELA MISTRAL (Chile, 1889 - 1957)


DAME LA MANO

A Tasso de Silveira

Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...

El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...


 
6. NELLY SACHS (Alemania, 1891 – 1970)

 

BAILARINA...

Bailarina
nupcial
de la habitación de los ciegos
concibes tú
lejanos días de creación
ansiedad creciente-

Con tu cuerpo de calles de música
paces el aire
allí
donde el globo terráqueo
busca nueva entrada
hacia el nacimiento.

A través
de lava nocturna
como párpados que se desatan
en silencio
parpadea el grito primerizo
de los volcanes de la creación.
En el ramaje de tus miembros
construyen las sospechas
sus gorjeantes nidos.

Como una que ordeña
en el crepúsculo
tiran las puntas de tus dedos
de las fuentes ocultas
de la luz
hasta que tú perforada
por el martirio de la tarde
entregas
la luna de tus ojos
a la vigilia.

Bailarina
puérpera que gira
tú sola
llevas oculto cordón umbilical
en tu cuerpo
legadas al Dios joyas gemelas
de muerte y nacimiento.


Versión de Javier Tubía


7. EDITH SÖDERGRAN (Finlandia, 1892 -1923)

 

DOS POEMAS ACUÁTICOS

I


Mi vida era tan desnuda
como las grises peñas,
mi vida era tan fría
como las blancas alturas,
pero mi juventud se sentaba con ardientes mejillas
y se regocijaba: ¡ya llega el sol!
Y el sol llegaba y yo desnuda me tendía
todo el largo día sobre las grises peñas -
y entonces una fría brisa del rojo mar llegaba.


II


Entre las piedras grises
yace tu blanco cuerpo que se lamenta
de los días que vienen y se van.
Las leyendas que de niña escuchaste
sollozan en tu corazón.
Silencio sin eco,
soledad sin espejo,
el aire se torna azul por todas las fisuras.
Versión de Renato Sandoval e Irma Sítanen

 

8. MARINA TSVETÀYEVA (Rusia, 1894 – 1941)


MIS VERSOS, ESCRITOS TAN TEMPRANO...


Mis versos, escritos tan temprano
que no sabía aún que era poeta,
inquietos como gotas de una fuente,
como chispas de un cometa,

lanzados como ágiles diablillos al asalto
del santuario donde todo es sueño e incienso,
mis versos de juventud y de muerte
-¡mis versos, que nadie lee!-,

en el polvo de los estantes dispersos
-¡que ninguna mano toca!-,
como vinos preciosos, mis versos
también tendrán su hora.


Versión de Severo Sarduy

 

9. MARGARITE YOURCENAR (Bélgica, 1903 – 1987)


EL LUNÁTICO

El sol adormecido en las brumas se aleja
Y como un astro muerto yace mi pasión;
La noche a lo largo del muelle se refleja;
Mi viejo corazón es un Rey sin razón.

Cada ser de una rueda es el eje que gira,
Cae, ofrenda y afrenta, en el yunque el dolor;
Los rostros grises son una espuma que tira
La marea del asfalto y la luz sin color.

¿Dónde estamos amor? ¿Sí es verdad que estamos?
La luna se esconde cuando nos acercamos
Al borde de los techos huecos de metal.

Y el ojo blanco por las calles todavía
Envidia el resplandor fijamente glacial
Del astro que murió antes de abrir el día.


Versión de Silvia Barón-Supervielle

 

10. ELIZABETH BISHOP (EEUU. 1911 – 1979)


UN ARTE

El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.
Pierde algo cada día. Acepta la angustia
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.
Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.
Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue
la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.
Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aun más:
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.
Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto
que amo) no habré mentido. Es indudable
que el arte de perder se domina fácilmente,
así parezca (¡escríbelo!) un desastre.

Traducción de Andrea Garcés

 

11. OLGA OROZCO (Argentina, 1920 – 1999)


CON ESTA BOCA, EN ESTE MUNDO...

No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,
aunque me tiña las encías de color azul,
aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,
aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas
y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.

Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma,
ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,
y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,
ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta  dura nieve
donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento.

Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras.
Hemos hablado demasiado del silencio,
lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final,
como si en él yaciera el esplendor después de la caída,
el triunfo del vocablo con la lengua cortada.

¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!
He dicho ya lo amado y lo perdido,
trabé con cada sílaba los bienes que más temí perder.
A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,
retumban, se propagan como el trueno
unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad.
Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía.
Hemos ganado. Hemos perdido, porque ¿cómo nombrar con esa boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?

 

12. WISLAWA SZYMBORSKA (Polonia, 1923 – 2012)

 

LA ALEGRÍA DE ESCRIBIR


¿Hacia dónde corre por el bosque escrito la cierva escrita?
¿A saciar su sed a orillas del agua escrita
que le calcará el hocico cual hoja de papel carbón?
¿Por qué alza la cabeza?, ¿ha oído algo?
Sobre sus cuatro patas, prestadas por la realidad,
levanta la oreja bajo mis dedos.
Silencio —palabra que cruje en el papel
y separa las ramas que brotan de la palabra «bosque».
A punto de saltar sobre la página en blanco acechan
letras que acaso no congenien,
frases tan insistentes
que consumarán la invasión.
Una gota de tinta contiene una sólida reserva
de cazadores, apuntando con un ojo ya cerrado,
preparados para el descenso por la pluma empinada,
para cercar la cierva y llevarse el fusil a la cara.
Olvidan que esto, lo de aquí, no es la vida.
Aquí, negro sobre blanco, rigen otras leyes.
Un abrir y cerrar de ojos durará cuanto yo quiera,
se dejará fraccionar en eternidades minúsculas
llenas de balas detenidas en pleno vuelo.
Nada sucederá si yo no lo ordeno.
Contra mi voluntad no caerá la hoja,
ni una brizna se inclinará bajo la pezuña del punto final.
¿Existe, pues, un mundo
cuyo destino regento con absoluta soberanía?
¿Un tiempo que retengo con cadenas de signos?
¿Un vivir que no cesa si éste es mi deseo?
Alegría de escribir.
Poder de eternizar.
Venganza de una mano mortal.

 

13. IDA VITALE (Uruguay, 1924)

 

MARIPOSA, POEMA

 En el aire estaba
impreciso, tenue, el poema.
Imprecisa también
 llegó la mariposa nocturna,
ni hermosa ni agorera,
a perderse entre biombos de papeles.
La deshilada, débil cinta de palabras
se disipó con ella.
¿Volverán ambas?
Quizás, en un momento de la noche,
cuando ya no quiera escribir
algo más agorero acaso
que esa escondida mariposa
que evita la luz,
                                 como las Dichas.

 

14. BLANCA VARELA (Perú, 1926 – 2009)


DAMA DE BLANCO

el poema es mi cuerpo
esto la poesía
la carne fatigada
el sueño el sol
atravesando desiertos
los extremos del alma se tocan
y te recuerdo Dickinson
precioso suave fantasma
errando tiempo y distancia
en la boca del otro habitas
caes al aire eres el aire
que golpea con invisible sal
mi frente
los extremos del alma se tocan
se cierran se oye girar la tierra
ese ruido sin luz
arena ciega golpeándonos
así será ojos que fueron boca
que decía manos que se abren
y se cierran vacías
distante en tu ventana
ves al viento pasar
te ves pasar el rostro en llamas
póstuma estrella de verano
y caes hecha pájaro
hecha nieve en la fuente
en la tierra en el olvido
y vuelves con falso nombre de mujer
con tu ropa de invierno
con tu blanca ropa de
invierno
enlutado

 
15. INGEBORG BACHMANN (Alemania, 1926 - 1973)

 

VUELO NOCTURNO


Nuestro campo es el cielo,
arado con el sudor de los motores,
frente a la noche,
bajo la intervención del sueño.

Soñado sobre calvarios y piras,
bajo el tejado del mundo, cuyas tejas
se ha llevado el viento -y ahora, lluvia, lluvia, lluvia
en nuestra casa y en los molinos
los ciegos vuelos de los murciélagos.
¿Quién vivía allí? ¿Quién tenía límpidas las manos?
¿Quién resplandecía en la noche,
fantasma a los fantasmas?

Al abrigo del plumaje de acero, interrogan
instrumentos el espacio, relojes y escalas,
la maleza de nubes, y roza el amor
el lenguaje olvidado de nuestro corazón:
corto y largo largo... Durante una hora
bate granizo el tímpano del oído,
que, desafecto a nosotros, escucha y distorsiona.

No ha desaparecido el sol ni la tierra,
solo se han movido como astros, irreconocibles.

Nos hemos remontado de un puerto
en que no cuenta el retorno,
ni la carga ni la pesca.
Las especias de la India y las sedas del Japón
les pertenecen a los comerciantes,
como los peces a las redes.

Pero se percibe un olor
que se anticipa a los cometas,
y el tejido del aire
desgarrado por el cometa caído.
Llámalo estado de los solitarios
en que se lleva a cabo el asombro.
Nada más.

Nos hemos remontado, y los conventos están vacíos
desde que toleramos, una orden, que no salva ni enseña.
Actuar no es asunto de los pilotos. Tienen la vista fija
en las bases y extendido sobre las rodillas
el mapa de un mundo al que nada hay que añadir.

¿Quién vive ahí abajo? ¿Quién llora...?
¿Quién pierde la llave de la casa?
¿Quién no encuentra su cama, quién duerme
sobre los umbrales? ¿Quién, cuando llega la mañana,
se atreve a interpretar la estela de plata: mirad, por encima de mí...?
Cuando el agua impulsa de nuevo la rueda del molino,
¿quién se atreve a recordar la noche?

Versión de Arturo Parada 

 
16.  ANNE SEXTON (EEUU, 1928, 1974)

 

PALABRAS

Ten cuidado con las palabras,
incluso con las milagrosas.
Por las milagrosas damos lo mejor que tenemos,
a veces proliferan como insectos
y dejan un beso en lugar de un aguijón.
Pueden ser tan buenas como los dedos.
Tan fieles como la piedra
a la que pegás el traste.
Pero tanto pueden ser margaritas como moretones.

Igual estoy enamorada de las palabras.
Son palomas que caen del techo.
Son seis naranjas sagradas en mi regazo.
Son los árboles, las piernas del verano,
y el sol, su cara apasionada.

Aunque me fallan seguido.
Hay tantas cosas que quiero decir,
tantas historias, imágenes, proverbios, etc.
Y las palabras no son suficientes,
las equivocadas me besan.
A veces vuelo como un águila
con alas de gorrión.

Pero trato de ser cuidadosa
y delicada con ellas.
Palabras y huevos deben manipularse con cuidado.
Una vez que se rompen, son cosas
imposibles de arregla


 
17. SYLVIA PLATH (EEUU, 1932 – 1963)


SOY VERTICAL

Mejor querría ser horizontal.
No soy un árbol con raíces hondas
en tierra, sorbiendo minerales y amor materno,
refloreciendo así de marzo en marzo,
reluciente, ni orgullo de parterre
blanco de admirativos gritos, muy repintado,
y a punto, ignaro, de perder sus pétalos.
Comparado conmigo es inmortal
el árbol, y las flores más audaces:
querría la edad del uno, la temeridad de las otras.

Esta noche, en luz infinitésima
de estrellas, árboles y flores
han esparcido su frescura aulente.
Yo entre ellos me paseo, no me ven, cuando duermo
a veces pienso que me les hermano
más que nunca: mi mente descaece.
Resulta más normal, echada. El cielo
y yo trabamos conversación abierta, así seré
más útil cuando por fin me una con la tierra.
Árbol y flor me tocarán, veránme.

 
18. NDÉYE COUMBA (Senegal, 1934 – 2001)

 

SI TODAS LAS MANOS, MUJERES, QUISIERAIS ENLAZAROS


Si todas las manos, mujeres, quisierais enlazaros
para formar un cinturón que el Universo abrace;
si todas las voces, mujeres, tarareaseis el mismo aire,
para disipar la postración y celebrar la libertad;
si todos los corazones, mujeres, latiesen al mismo ritmo
para reanimar el viejo mundo, por el mal ahogado;
si solamente todas las mujeres lo quisiesen;
nacería en el viejo mundo un corazón nuevo,
lleno de amor y de vida,
que impulsase sin parar felicidad profusamente.

 
19. ALEJANDRA PIZARNIK (Argentina, 1936 – 1972)


HIJA DEL VIENTO

Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.

Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.

Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.

Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.

 
20. MARGARET ATWOOD (Canadá, 1939)


LUNA NUEVA

La oscuridad espera aparte desde cualquier ocasión que surja;
como la pena, siempre está disponible.
Ésta es sólo un modelo,
el modelo en el que hay estrellas
sobre las hojas, brillantes como clavos de acero
e incontables y sin que se las haga caso.

Caminamos juntos
sobre hojas muertas
húmedas en la luna nueva
entre las rocas nocturnas amenazadoras
que serían de un gris rosado
a la luz del día, roídas y suavizadas
por el musgo y los helechos, que serían verdes
en el olor mohoso a levadura fresca
de árboles que enraízan, la tierra devuelve
lo mismo a lo mismo,

y cojo tu mano, que tiene el aspecto que tendría
una mano si de veras existieras.
Deseo mostrarte la oscuridad
que tanto temes.

Confía en mí. Esta oscuridad
es un lugar al que puedes entrar y sentirte
tan seguro como en cualquier otra parte;
puedes poner un pie delante del otro
y creer a los lados de tus ojos.
Memorízalo. Lo sabrás
de nuevo cuando te corresponda.
Cuando la apariencia de las cosas te haya abandonado,
todavía tendrás esta oscuridad.
Algo propio que puedes llevar contigo.

Hemos llegado al borde:
el lago entrega su silencio;
en la noche exterior hay un búho
cantando, como una polilla
en la oreja, desde la costa lejana
que es invisible.
El lago, vasto y sin dimensiones,
repite todo, las estrellas,
las piedras, a sí mismo, incluso la oscuridad
en la que puedes caminar
hasta que se convierta en luz.

 

21. HERTA MULLER (Rumania, 1953)

 
I

La ciudad del puerto tiene la barriga de agua espumosa
el cielo de carne de sandía el camino rural
para el apartadero una garita de señales y ninguna vía paralela
una boca llena de viento una joroba maíz
apretado muy espetado verde
le pregunté por qué precisamente tú
tienes que marcharte con esas gaviotas de tiza y le miré
de lado mientras hacía las maletas


II

Entonces vino un hombre con un diente
de oro me preguntó qué es un
paralelogramo entonces dije yo pues no
lo sé entonces dijo no importa madame
conozco a dos que lo llevan como baratija
consigo pero también como plantilla del calzado en
días especialmente fríos entonces dije yo si
así lo dice conozco también a uno
personalmente
al otro
de oídas
eso me alcanza ya
bien ordenadamente
para este malestar

 



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