Revista Latinoemerica de Poesía

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10. Jorge Boccanera



JORGE BOCCANERA: LA PREMIADA POÉTICA DE LA IMAGINACIÓN

 

Nota y selección de Fredy Yezzed

 

 El IV Festival de Poesía Latinoamericana del Centro, en junio del 2012 en Buenos Aires, le rindió un justo homenaje al poeta argentino Jorge Boccanera (Ingeniero White, 1952). Durante la ceremonia de cierre en conversatorio con el poeta Vicente Muleiro, una persona del público le preguntó: “¿A qué se bebe la vitalidad del color en su poesía?”, y él sorprendido por la observación que le pareció acertada, le respondió: “Creo que a mis años en México”. Es justamente el país azteca, en el que Boccanera vivió desde 1976 a 1984, el que le acaba de otorgar por su obra poética y su trayectoria el Premio Internacional Ramón López Velarde, otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de Zacatecas. Exclusivamente para esta nota, le solicitamos a Boccanera que ampliara su respuesta a lo que contestó: “México, al contacto tanto con su gente como con exiliados de Chile, Guatemala, El Salvador, Uruguay y Nicaragua, nos  latinoamericanizó; eso que direccionó mi vida, seguramente se trasladó a mi escritura”, y cuando le inquirimos sobre la importancia de la poesía de López Velarde en el contexto latinoamericano agregó: “Creo que López Velarde inicia la poesía moderna mexicana junto a Juan José Tablada y Manuel Maples Arce. Podría ubicárselo entre los poetas del terruño, como el ruso Serguey Esenin -describiendo la aldea Kostantinov- y el chileno Jorge Teillier -naufragando en las calles polvorientas de Lautaro-, habitando todos una aldea neblinosa, visitada por la lluvia y las siluetas espectrales; también el mexicano habla de lunas lugareñas, “tinieblas húmedas”, relojes vigilantes y lámparas que alumbran en voz baja. Jorge L. Borges fue un lector fervoroso de López, y éste, a su vez, de Leopoldo Lugones. Me honra recibir un premio con su nombre”.

Con respecto a la poesía del argentino ha dicho el premio Nobel José Saramago: “No hay espacios libres en la poesía de Jorge Boccanera, cada palabra extiende la mano hacia la siguiente, la agarra con firmeza, de modo que la intensidad del sentido se ve duplicada”, y el maestro Juan Gelman: “Esta poesía, llena de hallazgos y versos memorables, está escrita con todo el cuerpo y no sólo con la boca”. En ese rumbo, nos arriesgamos a definir la poesía de Boccanera como una poética de la imaginación, donde hay lugar a todo discurso, a todo tema, a todo juego, a toda palabra. “Los límites de nuestro lenguaje, significan los límites de nuestro mundo”, dice Ludwig Wittgenstein; pues bien, en ese sentido, la poesía de Boccanera es todo lenguaje, nombra el mundo y se desborda de sí mismo. La poesía de Boccanera es celebración de la imaginación en cada línea, búsqueda que sigue a raja tabla las palabras de su maestro Cardoza y Aragón: “La imaginación es la madre”.

Entre los muchos aspectos efervescentes de la poesía de Boccanera, podemos resaltar: la novedad y el riesgo de sus imágenes muy ligadas al ojo y al asombro: “Dos niños que se miran, / interrumpen el mundo”. Juegan un papel importante la paradoja y el juego verbal visto por los dos extremos: “La memoria es a veces como una piedra enorme/ en los brazos de un niño”. Existe en su obra una presencia femenina con impronta amorosa y nostálgica, cotidiana y desacralizada: “puedes quedarte/ hay un poco de sopa, algo de vino/ afuera está lloviendo en otro idioma”.  El tema del exilio y la extranjería pasados por el cuerpo y la otredad son frecuentes: “La estampida cruza por suelos pantanosos/ y mi patria –la mía– es sólo esta manada de elefantes/ que ha extraviado su rumbo“. El cruce de discursos, entre los que resalta el periodístico y el tanguero, flexibilizados por el lenguaje coloquial y el ingenio están a la mano: “El cable dice: tras el apagón del jueves en la/ ciudad de los rascacielos o sea en New York la/ policía detuvo a más de tres mil saqueadores que/ amontonados en las cárceles sufren desmayos/ crisis pesadillas bajo una temperatura de 39°”. Hay un porcentaje alto donde la ciudad y los espacios imaginarios ligados al tango son tratados: “Bandoneones pintados por Gaeta sangran/ desentonadas palabras de alquitrán./ Y aquella vez el extranjero desconoció al escriba/ –un servidor–, sobre los basurales de la noche/ bailó su tango con la muerte”. Boccanera encarna la figura del poeta moderno, aquel que a través del verso mismo habla de la creación, la poesía y el poeta: “Hay que incendiar a la poesía/ y cantar luego/ con las cenizas útiles”. Y finalmente, toda esta obra engarzada con una fuerte descarga de humor que le da color, vitalidad y continua renovación a su mundo imaginario; es éste, y otros Boccanera, los que atraen y son ejemplo de una legión de nuevos poetas que lo leen con fervor, quizá más afuera que en su terruño, ironía ésta y otras que se ajustan al motivo de la presente nota. Ejemplo de su risa que celebramos:

 
¿Premio?

 Me presento a concurso
Y gana este dolor.
Por unanimidad.

Buenos Aires, diciembre de 2012

 

A continuación, presentamos una selección de sus poemas acompañado de dos inéditos concedidos como primicia para La raíz invertida. La selección de los poemas se presenta como una retrospectiva de toda su obra, y como complemento a la entrevista realizada por Emiliano Bustos en mayo del 2007 a Jorge Boccanera.

 

 

 

Poemas inéditos:

 

 

LLUVIA NEGRA   
 

Brutal es el insomnio de la máquina,
su noche al rojo blanco,
la lluvia atronadora de viruta negra.
 
En el aserrín de los grandes talleres
olfatea vagones del sueño y escucha las botas contra el piso:
un desfile incesante de soldados de plomo.
 
Pero unos y otros equivocan el rumbo,
los soldados se funden, el tren se desbarata.
 
Brutal es el desvelo de la máquina.
La gran lámpara roja oscila en los galpones de escoria
              y estropajo,
donde vela por siempre su fulgor sumergido.
 
Fondeados en los tinglados que la noche agranda,
los ojos helados de la máquina cuentan sus monedas de polvo,
sus ovejas de fierro, sus rebaños de nada.

 
 

OJOS DE LA PALABRA
                                                           a Octavio Pineda
 
La palabra,
fogonazo entre el deslumbramiento y el hartazgo,
viaja sobre los hombros del enigma.
¿No quiere ver? (Ve sin querer): estrellas que atraviesan usinas de ceguera, correntadas de nadie.
Es iguana en la roca calcinada,  una pata en el aire, la otra
              en el infierno.
Su cuerpo breve da una sombra inmensa.
 
Quieta no se está nunca por el fuego cruzado de la sangre.
Un chasquido de lengua la echa a andar por baldíos
              donde lo ruin humea y pudre el aire.
A horcajadas, con los ojos vendados. No quiere ver.
(¿Ve sin querer?): bolsas de estiba, dientes de nicotina,
y un corazón sin aparente anhelo que acampa en el vacío.
 
Esa palabra lleva en su aliento un viaje, un detenerse,
              un continuar.
Sus patas diminutas lo tocan todo por primera vez.

 
 

De Monólogos del necio, en Marimba Antología poética, 2009.

 
 

MONÓLOGO DEL NECIO
 
¿Quién escribe? El hambre. La voracidad escarba,
agita un esperpento con los ojos vacíos. No hay letra,
hay dentellada. Lo que repuja y muerde.
Feroz el escribir:
cada tecla un muñón, clavo
que raya el muslo del silencio.
¿Quién responde? Una voz corroída. Punta
de un corazón mellado que va sobre su presa
                   respirando preguntas.
 
Eso se come. Gula del vacío.

 
 

De Palma real, 2008.

 
 

XLIII
 
Exclamación de lemas y consignas a cargo del
pájaro estaca sobrevolando el río Amarillo:
“La poesía, para quien la trabaja.
La selva, para quien imagina”.

 
 

De Bestias en un hotel de paso, 2001.

 
 

CUCHARA
 
Nace del verbo dar,
como si el corazón tuviera mango.
Está hecha de lo que le falta, Jamás
              se guarda nada para sí.
Podría medir el mundo, acunarlo, transportar
su misterio, sus campanarios de agua de una orilla
              a la otra.
Más humana que un perro.
Más a mano que Dios.

 
 

De Zona de tolerancia, 1998.

 
 

EL PELUQUERO
 
Asentaba navajas en un listón de cuero,
porque era su trabajo arrancarle a los rostros sus
animales muertos.
Hacía barba y bigote para el espejo atestado de
gente.
Su navaja pulía aquélla superficie,
rasuraba los rostros del espejo y haciendo su
trabajo
afeitaba al espejo?
 
Era más chico que un tarro de gomina Brancato
mi abuelo,
por una cabeza más alto que la muerte.
Invitaba al cliente sacudiendo una toalla
y el cliente ocupaba aquél sillón Dossetti de
madera
y entraba en el espejo.
El estilista hablaba solamente con su tijera
y cuando ella por fin tenía la lengua despegada hacia un lado
el decía: «servido».
 
Mi abuelo maquillaba al espejo con estrellas de
talco y usaba un pulcro saco blanco.
La muerte-que también es prolija- le envidiaba
su colección de peines.
 
Un día la muerte, que hojeaba una revista
deportiva, dijo: «me toca a mí».
Y ocupó aquél sillón, despatarrada y con un
remolino en la cabeza.
«Tiene un pelo difícil», dijo sin voz mi abuelo.
Después, la muerte asentó su navaja y haciendo
su trabajo, rasuraba al espejo ?
El peluquero se marchó bajo un cielo cualquiera
con estrellas de talco.
El espejo se pasó la mano por la cara afeitada,
suave, como un recién nacido.

 
 

De Sordomuda, 1991.

 
 

SUMA
 
Los días no contaban para mí,
bastaba la palabra.
Yo escuchaba en cuclillas cómo alguna palabra
                     conversaba con otra.
No contaban los días.
Pero extravié palabras y los días me siguieron de
                      cerca con sus largos abrigos.
Yo iba mirando el suelo.
"Ese no cuenta el cuento", vaticinaron unos.
Yo no escuchaba a nadie, yo contaba con ellas.
Los días fueron como trapos mojados en los pies.
Habité días feroces porque perdí palabras.
Eran contadas y eran, al fin, las que contaban
El tiempo es implacable.
El que pierde palabras tiene los días contados.

 
 

De Polvo para morder, 1986.

 
 

EXILIO

Expulsados de la selva del sur de Sumatra
por los hombres que vienen a poblarla, 130
elefantes emprendieron hoy una larga marcha
de 35 días hacia la nueva ciudad que les fue
asignada.
(AFP. 18/11/82)

 
No hay sitio para los elefantes.
Ayer los expulsaron de la selva en Sumatra,
mañana alguien les impedirá la entrada al Unión Bar.
Yo integro esa manada hacia Lebong Hitam,
yo sigo a la hembra guía,
cargo con la joroba de todas mis valijas sobre las
              cuatro patas del infierno.
 
Llegarán a destino –dijo un diario en Yakarta.
Los colmillos embisten telarañas de niebla.
Llegarán a destino,
viejas empalizadas que sucumben bajo mareas de carne.
Llegarán  -dijo el diario.
 
Más la estampida cruza por suelos pantanosos
y mi patria –la mía- es sólo esta manada de elefantes
              que ha extraviado su rumbo.
 
¡Guarde celosamente la selva impenetrable este ulular
              de bestias!
Tambores y petardos, acompañan.
Algo de todo el polvo que levantan, es mío.

 
 

De Oración (para un extranjero), 1980.

 
 

VI
 
Lluvia,
somos dos extranjeros.
Mi nombre-como el tuyo-es una travesía,
un deambular por puertas cerradas para siempre.
La gente entra en mi sueño como por otra casa
y tus revés colores se deshacen contra el olvido.
Pero ya lo sabemos:
no hay nada que tratar con su navaja,
nada que preguntar en sus regiones.
 
Lluvia,
somos dos extranjeros.
Nos separa una herida.

 
 

De Contra el bufón del rey, 1980.

 
 

LOS DESAPARECIDOS
 
Consumidos serán de hambre, y comidos de
fiebre ardiente y de amarga pestilencia,
diente de bestias enviaré también sobre
ellos, con veneno de serpiente de la tierra.
 
¿Por qué camino van los desaparecidos los pobres
abandonados a su perra suerte arrastrando sus
colas de demonio como una obstinación o
simple culpa?
 
¿Quién encontró sus huellas en la playa desierta sus
restos de comida sus otoños jadeantes
siguiéndolos detrás?
 
¿Dónde consiguen nombres bellos rostros comida
salud fotografías intuición armas besos odio
cobija de luz?
 
¿Con qué dedos construyen sus cigarros sus
abarcas precarias con qué boca nos dan sus
salivazos con qué lengua sus cantos?
 
¿Y qué recuerdo sangran qué aullido les desgarra
la ropa qué bala en la garganta les anuncia una
muerte que no aceptan?
 
¿Y quién cubrió sus nombres con escombro y
navaja creyendo en la inmortalidad del albardán
histrión bufo risible gran inmundo de todo lo
obediente?
 
¿Y qué manos amigas recogieron sus voces del terreno
y bajo qué guitarra despiertan las ideas
por qué camino van los desaparecidos?
¿Miles?
 
Echaríalos yo del mundo, haría cesar de
entre los hombres la memoria de ellos.

 
 

De Música de fagot y piernas de Victoria, 1979.

 
 

A LA MUJER DEL PRÓJIMO
 
II
Nunca froté mis ojos
con el paisaje de los tuyos,
ni desordené el día para que aparecieras,
ni he juntado tus ruidos con mi boca
para que no doliesen las preguntas,
ni siquiera me llamo como dices, pero
puedes quedarte,
hay un poco de sopa, algo de vino.
Afuera está lloviendo en otro idioma.

 
 

De Poemas del tamaño de una naranja, 1979.

 
 

APUNTES
 
Y te recuerdo, madre,
Como cuando la única luz era tu sombra.

 
 

COMENTARIOS
 
Dos niños que se miran
Interrumpen el mundo.

 
 

De Contraseña, 1976.

 
 

ATTILA JÓZSEF
 
Attila József espera al tren carguero,
su barba de tres días lo delata,
lo delata un brasero entre sus manos
y un zapato callado lo delata.
Attila József espera al tren carguero
mientras guarda su sombra en la valija,
y recuerda a su madre:
“Frágil era mi madre. Murió pronto
porque las lavanderas mueren pronto.”
Attila, el tren carguero y cuánta hambre
metida entre tus huesos, atada a tu cintura.
Y Flora lejos, casi inalcanzable
como el perfume a hierba de diciembre.
“En donde yo me acueste está tu cama”.
En tu espalda la tarde deshizo sus colores
en tanto que el silencio le dibujaba un nudo
a tu sonrisa.
Un obrero, tu hermano, mira un repollo fresco
y tú esperas al simple tren carguero
el día presiente que vas a construirle
un grito,
un salto,
un ¡Basta para mí!

 
 

De Noticias de una mujer cualquiera, 1976.

 
 

SUCESO VIII
 
a veces soy la voz del otro lado del teléfono
a veces un aliento
una ciudad enorme donde te encuentro a veces
por supuesto una fecha
un saludo que cruza el cielo velozmente
dos ojos que te miran
un café que te espera después de la llovizna
una fotografía una mano en tu mano
desesperadamente una canción etcétera
 
y siempre o casi siempre
nomás ese silencio
donde solés colgar tus prendas íntimas.

 
 

De Los espantapájaros suicidas, 1973.

 
 

YO DIGO ADENTRO MÍO
 
Adentro hay una boca recibiendo a la lluvia
y una mano queriendo penetrar en los trenes.
Adentro está mi infancia con su mañana blanca,
mi pueblo, allí, colgando de la lengua del día.
Adentro está tu frente pero nunca los lunes,
porque adentro me sombran el reloj y los diarios.
Adentro está lo bueno, lo malo, lo que queda,
mi corazón adentro un pájaro sin rostro.
Adentro tengo al viento derramado en tus hombros,
es decir, este aroma de ausencias y de gritos.
Adentro estoy yo mismo golpeando para afuera
y hay una almohada tibia donde apoyo tu nombre.
Adentro está el otoño el café el intestino
las rótulas tus ojos el parque que olvidaste.
Adentro están doliendo tu setiembre y mis pasos
y hay una piel llorando.
Ahora,
adentro mío se oxida una ternura.
Yo digo adentro mío, en esta tarde
de otros.

 
 

Jorge Boccanera (Buenos Aires, 1952). Vivió exiliado en México (1976- 1983) y voluntariamente en Costa Rica (1989-1997). Publicó los libros de poesía Los espantapájaros suicidas (1973), Noticias de una mujer cualquiera (1976), Contraseña (1976), Música de fagot y piernas de Victoria, (1979), Poemas del tamaño de una naranja (1979), Los ojos del pájaro quemado(1980), Polvo para morder (1986), Sordomuda (1990), Bestias en un hotel de paso (2002) y Palma real (2008).

Sus poemas fueron reunidos en varias compilaciones personales, entre ellas Marimba (1986), Jorge Boccanera. Antología poética (1996), Zona de tolerancia (1998), Antología personal (2001), Servicios de insomnio (2005) y Libro del errante (2009). En 2007 salió en México el CD Jadeo del viaje, con una selección de poemas en su voz. Obtuvo los premios: Casa de las Américas (Cuba, 1976),  Nacional de Poesía Joven (México, 1977), TEA de Periodismo (Argentina, 2007), Internacional de Poesía “Camaiore” (Italia, 2008) y Casa de América (España, 2008). Poemas suyos fueron traducidos al holandés, italiano, inglés, japonés, checo, portugués, búlgaro, francés, sueco y húngaro.

 

 

 



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