Revista Latinoemerica de Poesía

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12. Camila Charry Noriega



 

 

Nota y selección de Henry Alexander Gómez

 

Un signo inexpresable lo ha envuelto todo, un viento triste de particular belleza que se anuda tras las sombras. Los poemas de Camila Charry Noriega son como un polvo de pájaro del cual es difícil desprenderse, leemos su escritura y un ejército de leves brumas nos envuelve. La melancolía es su más fina astucia.

En los libros Detrás de la bruma (2012) y El día de hoy (2013) —libro que se lanza por estos días— ya hay un clima poético que es labrado en tierra fértil, imágenes que desembocan en la extrañeza y la fascinación. La noche y el amor, el olvido, el deseo o la soledad, son algunos de los temas que surgen a partir de la construcción de grandes metáforas que no dejan de cuidar el lenguaje y transformar la realidad.

Publicamos en la Raíz Invertida una muestra de poemas de sus dos libros que, sumado al trabajo de otros escritores, van configurando la más reciente generación de poetas colombianos.

 

 
 
 

Poemas del libro Detrás de la bruma (2012)

 
 
 

ORIGEN DEL MAR
 
I.
Asomarse al otro lado
al de la sombra en los ojos concéntricos
anclados al círculo de piedra
templo
deseo en donde las estrellas son puntos cardinales
cuyo centro es también un grito en el abismo.
 
II.
El silencio
también es otro templo
de polvo y de pavor
cuya raíz nace entre las aguas.
Vendrán los vientos otra vez
en la mirada de las aves
se puede presentir su combustión
su bullir nido adentro.
 
III.
Templo
mi deseo tiembla sordo en la pupila;
vuelo despavorido de las aves
cuando ya nueva la mirada
revela el espiral:
camino y emboscada hacia el claro
en algún bosque;
todo es ramas murmullo
que arrastra el agua de la tarde,
al final, sólo sombra
purificación de otro deseo más humano
el de la luz
minutos después de que se pierde para siempre
bajo el agua
ribera abajo por los meandros de la noche.
 
IV.
Mi cuerpo cruza
a través de las hogueras de los templos
y se contempla a sí mismo
boca arriba
hacia la redondez de la luna que pasa
como una semilla enorme en medio de la noche
llena de canciones que salen de mi boca
como piedras;
allí también morarán las aves
que vienen desde el mar a hacer sus nidos.
 
V.
Todo el deseo de saberme
del amor   del olvido   de la culpa
me redime y me recoge
vientre en donde nace este corazón que pesa
isla y entraña de la noche
oscuridad de tu mano
donde crece el mar.

 
 

DESEO DE LUZ
 
Descubrir entre las ramas de los árboles
la sombra de los soles
los dedos que se enredan en la llama de la vela
y se hunden en su savia.
Tiempo que transcurre ciego
sobre la mano que traza su corteza;
desnudez de la madera
que espera en la penumbra
un milagro
que se hunda en su tronco
y dibuje algún signo
revelando al fin
los oscuros ministerios
que los emisarios de la noche hacen arder.
En las hojas de los árboles
se agitan los días
como un calendario de ceniza
lentos
          bajo el letargo de las nubes
cargadas de marismas.
La luz del cuerpo se sacude
y se deja someter:
sombra del deseo.
Así mi cuerpo sus grietas sus fantasmas
atentos al milagro de tu voz que grabe al fin
con sangre o con saliva
el signo
la llaga o el olvido.

 
 

RITO
 
Entrar en el silencio
            mendigo que lava mis culpas.

 
 

MEMORIA
 
Desde el último latido de la tarde
a lo lejos
las aves alzan su vuelo en tempestad.
Acá el mundo pasa como una imagen
            de otro mundo;
el sueño que anunciaba el fin de todas las cosas
de todos los dolores
se ha ahogado.
Sólo el delgado hilo por el que resbala el recuerdo
ha sabido decir algo;
los ojos contemplan hacia adentro
otros pasajes y otras órbitas
otra grieta más enmohecida.

 
 

CARACOLES
 
En cada uno de mis huesos cardinales
repartidos sobre el humus de la tierra
se instala desde su lejanía impensable
una estrella.
No duermo hace días
hay caracoles que recorren lentos y temblorosos
las orillas de mis manos
los observo subir   resbalar
guardarse asustados en su concha.
También he contado el tiempo
los minutos antes de esta sentencia:
abrir la mano mirar sus líneas
leer un signo inevitable.
Intuyo el fatal destino de las rosas   del amor
de las palabras quemadas por el viento.
Mejor la concha, su razón de cueva primigenia.

 
 
 

Poemas del libro El día de hoy (2013)

 
 
 

1.
 
Era por estar vivos
que nos desnudábamos
y reconocíamos
la furia en la espesura de la noche
y era
por este apego a la carne
que día tras día
las manos quemadas por tanto sueño
arrancaban  de las espinas
la luz roja de la tarde.

 
 

4.
 
A la noche dejo mis ojos
como dos erizos boca abajo.
     Adentro,
el agua que llenó mi cuerpo
es sólo otra palabra
por la que resbalo
ribera abajo
sin deseo ya de tierra
de piel.
Sin deseo.

 
 

16.
 
Escribo
desde la desgarradura de la tarde
cuando el último pájaro
trina en una rama
mientras lo imagino.

 
 

20.
 
El perro muestra frenético sus dientes
y corre con su presa  entre la boca
llanura adentro;
ha sido largo el suspiro exhalado por el que ahora es un cadáver
banquete que entre mordiscos  el hambre y el instinto  riñen.
El perro cruza luego la noche,
la tiniebla que para él  resulta el mundo humano.
Jadea, lame las magulladuras de sus días
            sabe,     entiende
qué son la soledad y el destierro,
pero desconoce la función del tiempo,
su impostergable cometido;
envejecerlo todo,      acabarlo todo.
Como el perro
mis labios riñen con la vida y tragan  luz,
jamás sacian su hambre,
ya adentro la luz es un rayo
y se extiende por las entrañas del cuerpo
que también cruza la  noche
magullado,       solitario,
consciente de que será cadáver,
banquete del tiempo;
ese otro perro
que llanura adentro,      noche adentro,      todo lo devora.

 
 

26.
 
Hoy  el río es el mismo.
 
Abismada en sus aguas
siento a mis fantasmas emerger
hasta desfigurar mi rostro.
 
Queda en el reflejo
el destello,
la violencia de una triste  aparición
que flota tiempo abajo.

 
 

31.
 
   Brilla
detrás de su sonrisa la palabra o el puñal;
mejor me voy ahora
            para morir
                                         lejos
de este cruel
                        simulacro.

 
 

36.
 
En el centro de la noche
al fin la certeza
como una luna maligna
que ilumina la misma oscuridad de siempre.
Sabes que lo acepto
                             triste todavía,
como siempre.

 
 

37.
 
Ronda esa canción
en algún lugar de la mañana
o en mitad de la tarde  como una golondrina
que presiente en la lluvia otros órdenes,
otros ministerios.
La música,
cóncavo esplendor sobre el tiempo y el espacio,
más allá de las horas y el recuerdo.
Encantamiento, invocación de sombras.
Así  también  resbala  mi corazón,
cuando la luz de algunas mañanas
cruza a través de la neblina
y otra vez,
por un instante,
tristemente apareces.

 
 

49.
 
La palabra ha muerto,
sin ella
¿Cómo nombrar a Dios?
En el silencio,
en la ausencia de palabra
el mundo flota como una idea
ensombrecida, virtuosa
y también  Dios,
su lenguaje hecho de capricho humano
de humana incertidumbre.
Ahora,     cuando no hay palabra
cuando el lenguaje abandona su servidumbre,
su súplica, aún digo:
-Dios, sálvame de tu furia, dame luz y sed
protégeme de mí misma,
aunque sea haz que en mí las palabras digan algo
traigan algo
revelen alguna verdad
si es que acaso existes-.

 
 

50.
 
Al final
cada hombre escucha sólo su propia voz
como una culpa
la única.

 
 
 
 

Camila Charry Noriega Nació en Bogotá, Colombia. Es profesional en Estudios Literarios de la Universidad Javeriana. Desde 2003 ha trabajado como profesora de Literatura y Arte. En 2007 creó y dirigió un taller de escritura creativa orientado a jóvenes. En 2011 organizó y coordinó un concurso intercolegiado de poesía que convocó a varias instituciones educativas de Bogotá.

Ha realizado conferencias sobre poesía, cuerpo y literatura en la facultad de artes ASAB. Poemas y relatos de su autoría han sido publicados en revistas nacionales e internacionales. Autora de los libros Detrás de la bruma(2012) y El día de hoy (2013)

 

 



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