Revista Latinoemerica de Poesía

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Benjamín Chávez



 

Presentamos una selección del poeta Benjamín Chávez (Bolivia, 1971). Fue Premio Nacional de Poesía en el 2006 y ganó el Premio Edmundo Camargo en el 2012, entre otros. Es director del Festival Internacional de Poesía de Bolivia.

 

 

 

 

 

ÍNTIMA

Llaman otra vez a la puerta
y en la luz azul del televisor
sigo a la deriva.
No, hoy no estoy para nadie
para mí mismo
no estoy.
Como una tallada imagen de culto
atesoro ofrendas a mis costados.
Conmigo quedan selladas las quietudes.
Así, por ejemplo:
¿significa algo esta esfera jugosa
o es sólo otra inútil fruta
en la bandeja del harto?

 

 

 

 


CONDICIÓN DE VAMPIRO

Tras una inútil noche en tránsito sanguíneo
—la temblorosa piel—
—el quejido mínimo—
oficio el cándido ritual de abrir sobres a mordiscos.

Desde una atmósfera intensa,
cartas que hablan de lejanos países
me seducen, me vencen.
—¡Vuelve hijo mío! —
firma mi madre.

En un arrebato
retomo las infusiones medicantes
la dieta del ajo
la abstinencia…
pero es inútil;
mis sendos colmillos muerden
una y otra vez mi destino:
velar sueños ajenos es mi condena.

 

 

 

 

 

LOS ÚLTIMOS MÚSICOS DE LA TIERRA

En el coro de la iglesia
allí en San Ignacio de Moxos, disco de aguas crepusculares
donde voces y cantos de la colonia flotan
a la deriva como una canoa que cabecea
en el trunco meandro del río del tiempo
Manuel Jare y otros nombres
gruesos lentes, camisas de manga corta contra el calor
partituras que arrastran la doble, la triple ere del error
perdonando al padre, al abuelo, al copista empeñado
en la mímesis de lo jesuítico — idea de lo sagrado
transcripción muda, sin puentes ni señales
sólo un atado de líneas, un apretado puño
de notas remedadas y la misteriosa aparición de la música
en la humedad del papel, de la selva, de los ojos.

 

 

 

 

 

MUCHACHA DORMIDA EN LA MESA DE UN BAR

Ella es una estatua de hielo caliente
tiene alas de seda petrificada
y es una estatua de hielo caliente.

Su aliento es un abismo elevado
y los puentes tendidos flotan a la deriva
en una danza de cuerpos impalpables.

Polvo de azúcar es lo que respira
y ese aire torrencial de diminutos cristales afilados
sostiene su perfil, las torres infinitas
el caer de las piedras al agua
como corchos de champaña.

Ríos turquesa acicalan los vientos
y las hojas se arremolinan
bajo su vuelo de niña distraída.

En un reino así
una rendija de escarcha
convida
la mirada conmovida de los otros.

La niebla no existe
el frío es un capricho de la niñez
y el cielo
bordado a mano sobre la tierra
se ensucia
se lava
y se seca.

 

 

 

 


DOMINGO DE TARDE NUBLADA

El domingo era el primer día del hombre. Ni la mujer había sido creada.
El domingo era el desierto del hombre.
Clarice Lispector

En el edificio en que vivo o finjo vivir, no hay nadie.
—Se fueron al zoológico a mirar leones apacibles, enrejados—.

Me lamento frente a un cesto lleno de ropa sucia.
Deambulo en calzoncillos fumando un cigarro.
Me asomo a la ventana y veo que en la casa vecina
una muchacha juega a lavar ropa.

La observo alegre, aplicada a lo suyo
y veo, sí, veo cómo ese jabón
quita manchas y pesares
cicatrices y afrentas.

Quisiera mostrarle mi ropa
explicarle el sitio, el lugar exacto de la sangre
el dolor
las prendas del insomnio febril
el rugido de noches interminables.

Pero llueve, ella corre a refugiarse
y deja toda la ropa desparramada por el patio
donde empiezan a dibujarse caminos
mapas de agua turbia
señales que tendré que seguir
hacia las íntimas praderas
de los años intactos.

 

 

 

 

 

 

SOBREVIVIENTE

Existen por supuesto el fervor
la acometida,
el rugir de la última carga
desesperada
H. D.

A lomo de cañón cabizbajo
en su jaula de tosco hierro,
prisionera de guerra
la plancha de carbón del regimiento
recorre el desangrado campo de batalla.
Enumera con horror
los uniformes en los que
extenuó su diligencia maternal.
Ya no podría
después de lo vivido
ya no
acicalar la formación cubierta de gloria
ni ninguna otra.

 

 

 

 

 


RELACIÓN NOMINAL DE BAJAS

Mesas vacías.
La barra atiborrada de vasos exhaustos.
Cubos de agua con detergente
balbuceando protestas trasnochadas.
Sillas durmiendo la mona
—cansado campamento de refugiados—.
El frío por las rendijas de la puerta.
Solitario el barman
con su solitario café y rubios infinitos
medita,
compasivo
las exaltadas vidas,
las derrochadas muertes
de la noche que acaba.
Sin novedad, concluye
—desmantelado altar de los desvelos—
la rutina del bar
a las seis de la mañana.

 

 

 

 

 

 

PRIMER APUNTE

Un haz de luz por la mañana, dádiva de la habitación
comparte su gracia como un mendrugo de pan.
En él me froto los ojos
mientras el taciturno aliento del goce abandona
el encierro —(en sí, yerro el deambular por los días desplegados).

Testimonio de la frustración y el equívoco
los emborronados papeles que el sol amarilla.

Ala perpendicular de la ventana
acoge los desvelos con oreja de caracol y receptáculo.
Hace siglos perdida, la alquimia del remanso
encabalga el horizonte transido
y las armas diminutas, de juguete
asoman por los bolsillos de mi único pantalón
de domingo
ese con el que un día cualquiera
tendré que salir a guerrear.

 

 

 

 

 


HISTORIA DE LAS INVASIONES PERDIDAS

Remontando el río
las sigilosas piraguas del séquito real
se escabullen por entre la selva momentáneamente acallada.
Pocos vigías velan los sueños despedazados
y las lanzas semejan arpones derrotados.
Vacío fondo de las embarcaciones
los ansiados tesoros quedaron, por ahora,
en manos del odiado enemigo.
Borrado el canto, las bocas muerden la amarga derrota
y sacian su hambre con raíces secas.
Las promesas se han diluido en la vergüenza
palabras huecas, ademanes truncos
estalla la orfandad en toda la selva
y el chillido de los monos impunes hiere más
que las envenenadas puntas de las flechas.

 

 

 

 

 


POEMA FINAL PARA UNA ANTOLOGÍA

Frente a mí
hay un libro abierto
una mujer
el eco de una guerra cíclica
una bandera transplantada
la llamada de la línea del horizonte
un cielo generoso
el camino al centro del bosque.
Miles de músicos tocando inagotables
una triunfal sinfonía inmensa o
la íntima música que me levanta cada día.

Algunas —muy pocas—
certezas para un débil soplo,
que generalmente pastan libres
fuera de mi vista
en el inmenso prado de todas las cosas.
—Y los poemas como mares
o como granos de arena y pedrería celeste.

Frente a mí también hay
el bullicio de los amigos
ciertas tardes llenas de sol
de ciudades
                         colinas
                                          rostros
la contemplación reflejada en los estanques de la memoria.

El caminar de gente que no conozco
algo que se dicen, un gesto que los muestra dignos.
Y no por último,
algunas dudas
perdidas en el fondo de un baúl trajinado.

Un mirar de frente a los hombres
y otra certeza —ésta del corazón—
apaciblemente recostada a los pies de mi cama:
El mundo es un sitio para amar.

 

 

 

 

 

Benjamín Chávez (Bolivia, 1971). Premio Nacional de Poesía, 2006. Premio Edmundo Camargo 2012, Premio Luis Mendizábal Santa Cruz, 1994. Ha publicado los libros de poemas: Prehistorias del androide (1994), Con la misma tijera (1999), Santo sin devoción (2000), Y allá en los alto un pedazo de cielo (2003), Extramuros (2004), Pequeña librería de viejo (2007), Las invasiones perdidas (2012), El libro entre los árboles (2013) y las antologías Manual de contemplación (2009), Arte menor (2014) y Cierta perspectiva de eternidad (2018). Es también autor de la novela La indiferencia de los patos (2015); el libro de columnas periodisticas Los trabajos y los días (2017) y el de artículos Hibridismos. Vislumbres del Carnaval de Oruro (2019). Ha escrito cuentos y compilado antologías de poesía y narrativa boliviana: Seis poetas bolivianos. Muestra de poesía boliviana actual (2016), La música y el viento. Antología de la poesía en Oruro (2017). En coautoría: Cambio climático. Panorama de la joven poesía boliviana (2009), Letras orureñas. Diccionario de autores orureños (2016) y El contagio del fuego. Poesía alemana y boliviana actual (2018). Es director del Festival Internacional de Poesía de Bolivia. Es director del suplemento cultural El Duende y co editor de la revista La mariposa mundial. En 2012, como parte de un equipo de 3 cronistas y 3 fotógrafos, obtuvo el Premio Mundial de Crónica Elizabeth Neuffer de las Naciones Unidas, por la serie de reportajes Viaje al corazón de Bolivia. Ha participado en festivales y otros eventos literarios en varios países de América y Europa. Parte de su obra ha sido traducida al alemán, inglés, italiano, estonio y rumano y figura en una treintena de antologías y compilaciones.

 



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