Revista Latinoemerica de Poesía

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Filosofía y literatura: conversación con Hugo Mujica (II parte)



 

Por Juan Esteban Londoño 


Las siguientes anotaciones corresponden a una conversación con el poeta Hugo Mujica el 31 de julio de 2014, en el marco del V Congreso Colombiano de Filosofía, en la ciudad de Medellín. La mesa titulada Filosofía y literatura se dedicó a discutir la obra de Mujica. Estuvo presidida por el poeta y profesor Luis Arturo Restrepo (LAR), el poeta argentino (HM) y el escritor Juan Esteban Londoño (JEL), quien presentó una ponencia titulada: “Pensar la vida con Hugo Mujica”, la cual abrió la posibilidad de la conversación no solo entre los ponentes sino con el público (P), dando como resultado algunos de los fragmentos que se compartirán en esta segunda parte.

 


LAR: Hugo, en muchas oportunidades han dicho de tu poesía es filosófica, e inmediatamente has reaccionado diciendo que no es filosófica sino poesía pensante. Aprovechando el espacio en el que estamos que es un congreso de filosofía: ¿qué da la poesía que no da la filosofía?

HM: Primero, es que quiero hacer esa distinción, porque yo diría que la poesía no da nada; la filosofía si lo da el pensamiento. No, yo entiendo filosofía como la carrera o asignatura que es la historia de la filosofía donde más o menos se transmite lo ya pensado. Y el pensar es el acto creador del pensamiento. El pensar es la vincularidad con lo real en cuyo encuentro nace una significación que es lo pensado, el estar pensando. Para mí, el pensar es creativo y la filosofía es la historia de lo ya pensado. Un profesor de filosofía no necesariamente piensa, como el de matemáticas no es un matemático necesariamente, o el de geografía no es un explorador. Entonces quiero salirme de ese lugar donde la filosofía ya es un algo acabado mientras que el pensar es aquello que fue el contenido de eso que ahora ya es continente. Dicho lo cual, entonces pensamiento es decir: ¿qué le da? Yo no sé porque lo que me pasa a mi es vivir en él… de alguna forma, en las fronteras de esas dos cosas. Yo creo que el pensamiento, yo creo que lo que hace la poesía por ahí es pensar no en conceptos sino con palabras, no con el concepto que ya globaliza lo pensado, sino con la palabra que irradia eso captado. A la vez, lo pensado, si es pensado y no filosófico en ese sentido, todavía es imagen de alguna forma. Aunque sea un concepto, ese concepto entendido digamos nietzscheanamente como creación de una forma. Entonces la poesía también encuentra, y en esa forma, yo diría, un paisaje desde el cual pensar, desde un lugar del pensamiento. Pero yo no lo pondría, yo lo sacaría allí, entonces diría pensamiento-poesía o poesía-pensamiento. Pero es precisamente es el lugar donde confluyen ambos. Pero confluyen en algo que el pensamiento por su lado no es capaz de crear solo y la poesía de su lado no es capaz de tampoco crear sola. Es el lugar donde uno acoge la comprensión desde la flexibilidad poética y no desde alguna forma la gramática sea necesariamente filosófica… por ahí.

JEL: Hugo, por esa línea relación poesía y pensamiento, ¿cómo te encontraste con la obra de Heidegger? ¿Qué ha sido Heidegger para tu obra? ¿Y en qué te distancias radicalmente de él?

HM: Heidegger, para mí, es el lugar del pensar que piensa la poesía. O sea, Heidegger escribe Ser y Tiempo (a favor o en contra, pero sin duda es el mayor libro del siglo XX del pensamiento). Eran dos volúmenes. Termina el primero y lo lee el primero y dice: “no me salió”, lo tira y dice no escribe el segundo volumen. Entonces dice: “¿por qué no me salió?” Y dice: “porque el lenguaje de la filosofía ya es incapaz de decir lo que yo quería decir que es el ser o el sentido”. Y es ahí que se pone a la escucha de la poesía. Entonces a mí me interesa esa idea de un pensamiento que comprendió que para seguir trayendo a la presencia el sentido, necesita de la poesía. Entonces es como el lugar poético del pensar, para mí, Heidegger. Y además lo que me interesa de Heidegger, como me interesa de la creatividad a mí, es que le abrió un espacio que todavía no había sido abierto, yo diría una hondura; y que uno va ahí y por ahí no sabe o no comprende lo que lo que está diciendo Heidegger; pero ya te abrió una hondura desde lo cual lo que vos pienses va a estar revestido de esa intensidad y de esa hondura; para mí eso es un creador: el que abre una situación que todavía no estaba abierta en la existencia. Podría pensar en Von Trier en cine. Es el que es el abrió el lugar donde amar y estar loco es lo mismo. Y ni hablar de Kafka. Entonces Heidegger representa esa frontera y por otro lado, de nuevo, es esa frontera que me gusta: que lo acusan de místico los pensadores o lo que sea, pero que nadie desde una misma frontera lo reconoce en todo.

Y como distanciamiento, radicalmente no sé si me distancio radicalmente de algo. No estoy entrando en sus actos biográficos sino desde su obra. De nuevo, yo me muevo en ese espacio que el abrió, entonces no es tanto... Cuando yo escribí el primer libro sobre Heidegger, primero tenía una crisis de escrúpulos y decía: “bueno, ¿qué se yo de Heidegger?”. Iba a la biblioteca a sacar los libros de Heidegger y estaban subrayados, escritos por mí; y decía: “bueno, saber debe ser esto”. Yo creo que cuando el libro está terminado, la gente lo ve tan prolijo que cree que el que lo escribió sabía todo. Pero después tenía esta idea de connaturalidad con él. Pero lo aclaro que en los dos libros que escribí, yo no hablo sobre Heidegger, yo escribo desde Heidegger. Entonces es entrar en dialogo con alguien que te lleva a pensar a vos. Bueno, lo que decía Nietzsche que era maestro de Heidegger: “el discípulo que me repite me traiciona”. Entonces, para mí un creador, si es creador y no solo un redactor o divulgador, etcétera, tiene ahí el lugar desde el cual vos vas y desde el cual despide, te despide para que sigas diciendo lo que él no ha terminado de decir y lo que no se puede decir a la vez.

JEL: Sos un gran lector de Heidegger y de Nietzsche, y lo manejás muy bien. Yo me he preguntado, y mi pregunta no es un juicio sino más bien un interés en común que tenemos, sos sacerdote también: ¿cómo asimila un sacerdote la lectura de Nietzsche?

HM: Heidegger dice que Nietzsche era el último alemán que sintió pasión por dios. Yo creo que el Nietzsche precisamente está en contra de la religión de tan religioso que era. Entonces estaba viendo una escenografía detrás de la cual ya no actuaba dios. De nuevo es el palco vacío de Musil. Está todo el imperio pero el emperador ya no está más sentado ahí. Que es el dios que falta en Kafka, el que se pone ahí pero no pone la cara.

JEL: ¿Y habría un dios detrás de tu obra?

HM: No, nada que implique la palabra dios, yo diría dios se gastó. Nosotros estamos todos -iba a decir “en bola”, no sé si acá…-. Estamos “en bola” en ese pedacito de la tierra redonda, mirando para arriba, y viendo un infinito, el que negamos de alguna forma para poder seguir funcionando todos los días. Entonces, si solamente pensáramos hoy: “todos los chicos que están naciendo, la gente que está muriendo, las células que nos están moviendo, la energía que circula, el infinito que se expande. Eso es real. Pero nosotros estamos ahí, paraditos, en dos patas, que aprendimos no hace tanto, mirando ese alto abismo, y de vez en cuando a alguien le parece que capta algo de eso. Y lo simbolizamos, y es un pensamiento filosófico, o es una teoría científica, o es o es una religión. Pero es eso, nada más. Es el dedo que está señalando el asombro de existir. Y la palabra “dios” que en un momento configuró una captación de eso, ahora ya se gastó la captación que había tenido, porque todo nace y muere.

JEL: ¿Sería mejor hablar de lo que Tillich llama “el fondo del Ser”?

HM: Claro, pero… Lo que pasa es que yo no creo en los cambios de nombre. Yo creo en el cambio que da una experiencia a la cual te sometes. Por eso, quizás, como último, yo tengo la metáfora de lo abierto, digamos en el pensamiento. Y, como creatividad, la metáfora del silencio. Que son ese lugar que no se capta, pero desde el cual podemos decir algo, precisamente porque estamos ex-puestos, puestos ahí en lo abierto.

P: Yo quedé muy inquieto cuando dices que la filosofía es algo ya acabado. Yo creo que decir que la filosofía es algo ya acabado, es decir que ya en el mundo todo está hecho.

HM: No, no. Acabado, me refiero a que el que transmite filosofía no transmite necesariamente el pensar sino lo pensado, pero no sigue habiendo el pensar.

P: Porque estamos los que estudiamos filosofía y están los que están pensando, están haciendo filosofía. Puede ser que no tomes la poesía como algo filosófico, porque la poesía se va a algo quimérico o metafórico; mientras que a la filosofía como algo real.

HM: Eternamente discutible si es algo real. No, yo tampoco creo que la poesía tampoco sea metafórica, ni nada. Al contrario, yo creo que todos los lenguajes, sean científicos, filosóficos, lo que sea, son vincularidad con el intento de captar eso que llamamos real y que se sustrae. Nosotros no sabemos lo que es lo real. Precisamente, si querés, de todos estos lenguajes posibles, la mística, que se supone que es lo más denso que hay como vincularidad, precisamente lo que intenta es llegar a lo real. No es nada trascendental en el sentido clásico de la palabra. Es cómo yo puedo estar relacionado con la realidad, sin que mi subjetividad no se vea reflejada en ella. Si yo logro eso, entonces estoy ante lo real, lo que es dios, o lo que quieras llamarlo. Esto es precisamente la posibilidad de lo otro sin mí en lo otro.

 

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