Revista Latinoemerica de Poesía

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68. Carlos Manuel Villalobos



Presentamos una selección de poemas del poeta Carlos Manuel Villalobos (Costa Rica, 1968) Es doctor en Letras y Artes en Centro América y profesor catedrático de Teoría Literaria y Semiótica en la Universidad de Costa Rica. Ha sido ganador del premio Arturo Agüero Chaves (1993), premio de la Editorial de la Universidad de Costa Rica (1999) y Primer Lugar del Certamen Literario Brunca (2014).

 

 

 

 

 

TEOTIHUACÁN

Subo por las venas roídas de la luna.
Ya está cansada la piedra.
Subo al sol por los poros más antiguos.
Ya está cansado el fuego.
Tuve antes otro pie
que subió conmigo estas pirámides.

Yo me acuerdo perfectamente del olvido.

 

 

 

 

LOS ESCRIBANOS DEL AGUA

¿Qué secreto aviso escribirán
con tanta prisa de borrarlo todo?

¿Qué entresijo dirá su rastro
de huellas imposibles en el agua?

¿Cómo diablos pudieron
estos pequeños acertijos
domar a los raudales
y nadar corriendo contra corriente?

¿Cómo pudieron agarrarse de la luz
para no hundirse en los estuarios?

¿Cómo pudieron estos insectos de agua dulce
vencer a sorbos los sorbos de la muerte?

 

 

 


EL ESPEJO OCULTO

Por aquí pasan dos veces: lunes de fijo
y jueves salvo la Semana Santa.
Yo les dejo el asco, mi carroña
y toda la verdad de todo
en paquetes de silencio.

Ellos vienen, no preguntan,
y recogen este rastro de mi sombra.

Ellos vienen y se llevan
todo el polvo que le arranco
a lo que pienso.

Ellos vienen y tiran al camión
de la basura
las huellas que vomito por el alma.

Ellos vienen y recogen
uno a uno mis pecados.

Pasan por aquí temprano,
no preguntan
y se llevan mis olores,
los avisos de la muerte
y todas las palabras
que le sobran al poema.

Ellos vienen y se llevan
este espejo que ocultamos.

 

 

 

 


ARS CURANDERA

Para sembrar esta luz
hay que abrir los ojales de la sombra
y coser con la palabra.

Para alumbrar esta semilla
hay que aruñar adentro
y aporcar el ama
con los arados de la metáfora.

No se nace sin la tijera
que corta los cordones
ni se vuelve a nacer de otro modo.

Nadie es héroe sino se sale victorioso del infierno.

No hay vuelo sin que duela la caída

Este antiguo y sanador este ritual.

Pero hay que entrar descalzo
y alumbrarse con la jaula de la herida.

 

 

 

 


AFILADOR DE COLMILLOS

Es curiosa y casi loca esta manía
de andar de puerta en puerta
preguntando por el filo de las cosas.

Es curioso, pero es cierto:
poco a poco los puñales van perdiendo
su donaire,
y de tanto morder maderas
los serruchos, diente a diente,
se desgastan la finura,
y de tanto cortar los hilos de la vida,
yarda a yarda,
las tijeras van perdiendo el apetito.

Es por eso, que sí, que desde luego,
que venga y toque el timbre
el hombre de amolar cuchillos,
que afile todo en la cocina,
y de paso afile el ojo,
la lengua y el oído.

Que sí, que pase
y que lo afile todo:
el espejo que perdió el encanto
el reloj que se cansó del tiempo,
los colmillos de la historia
que dejó el olvido en el olvido.

Que sí, que entre, desde luego,
que traiga la piedra de afilar y el esmeril
y deje con todo el filo de besar
el beso
que hace tiempo no besaba
con locura.

 

 

 

 

 

ORUGA DE FUEGO

“El alma del filósofo habita en su cabeza; el alma del poeta en su corazón; mas, el alma de la bailarina late en todo su cuerpo”.
Gibrán Jalil Gibrán

Se mueve el corazón de la semilla
y ella sabe la espiral de su camino.

Giran la luna el sol y los cometas
y ella entiende la magia de la elipse.

Danza el viento su serpiente de andar por los potreros
y ella puede seguirle el rastro sin perderse.

Se mueve el río por las piedras y los valles
y ella danza como danza el agua cuando salta por la piedra.

Viene el mar marcando sus amares en la arena
y ella salta sola, sola salta como el sueño por las olas.

Ella baila el miedo, la alegría, un pez del arrecife.
Ella baila la esperanza, el odio, la luz de la mañana.

Ella baila los espejos, la tristeza, un cuchillo en el costado.
Ella baila flores, magia, rito y todos los besos de la Tierra.

Solo ella sabe cómo escribir en el viento una metáfora
y gritar a gritos con el pie desnudo.

Solo ella sabe cómo decir un cisne con el ala moribunda
y a la vez salvarlo con un beso de amor enamorado.

Mueve el pie, el vientre y cada una de sus alas.
Mueve la cintura, el silencio y todos los deseos.

Toda bailarina es una oruga
que se desgaja el vientre y se convierte en llama.

 

  

 

 


QUE VUELVAN LOS TRENES

Que los trenes se vuelvan locos
y nos lleven a las esquinas donde la sorpresa
de un rostro es una alegría que no estaba en la agenda,
que los trenes, locos de remate, naveguen como góndolas
a la orilla de los parques
donde los besos se vuelven héroes
y bajan de un solo tajo las estrellas.

Que los trenes desquiciados
finjan delirando citas a ciegas con los pájaros
y se vayan por ahí juntando historias
y abuelos
y otra vez recojan a la vendedora de mangos
que una tarde en Orotina
me ofreció una sonrisa tan de repente
que no podré pagar porque no sé cuántos afectos vale.

Que los trenes que llevaron a mi abuelo al puerto
vuelvan por acá
pensando que son los perros de la casa,
no importa, que lleguen moviendo el rabo,
pero que lleguen locos de contento,
y nos vuelvan a llevar a las planicies donde hacía un sol del carajo
y los muchachos y las muchachas
salgan corriendo de las casas otra vez
y vuelvan a llenar de adioses las ventanas.

Que los trenes vuelvan por acá,
no tiene importancia si llegan en un paquete
por correo
si llegan a caballo,
o luciendo una colección de tatuajes en los vagones.
No viene al caso, lo importante es que vengan
y nos lleven a resbalar por los potreros
y nos lleven a seguirle el rastro a las hormigas.

 

 


EL MAR EGEO

En estas islas griegas
no hay piedra que apunte ningún pecado.
Aquí están en veda las tablas de Moisés.
Un carretón de frutas es un sermón.
Para este perro que me sigue
yo soy el pan de cada día.
Mientras tanto una bañista
desnuda
hace el amor con las olas del Egeo.

 

 

 


ALEJANDRÍA

Si vas a emprender el viaje hacia Alejandría
asegúrate de caminar
por media calle, nunca por acera,
compite con los autos y el bullicio,
y deja que el viento te ofrezca
en el camino cardamomo
curry, almíbar
o carne fresca colgando como ropa
en una esquina.

Mira el bazar
que desborda la ciudad,
la columna de Pompeyo,
Roma hincada en la piedra de la muerte
y todos los dioses
de otro tiempo dibujados en papiro.

Degusta una paloma al horno con arroz,
el típico kebab y el humus
y brinda con un Shay de flores
y el rito milenario de la shisha.

No olvides que hay que ir, desde luego,
a mirar los libros
en memoria de aquellos
que quemó la historia.
Siéntate un momento
y degusta estas piedras de Babel,
ya fantasmas
que te dicen al oído los idiomas del Planeta.

Mira ahora el Mediterráneo.
Aquí hubo una vez un faro
que fue gemelo de la luna
y la luciérnaga.

Aquí los leones llamaron Faraón
al magno de los magnos, Alejandro.
Aquí los griegos ptolomeos inventaron el Universo

Aquí en este antiguo silabario
hay una casa casi en el olvido,
en este sitio de lenguas enterradas
hay un recado que espera tu visita.

Sabrás entonces que es la casa de Cavafis.
Entra. Siéntate un momento en esta cama.
Siéntate un momento en esta silla
que es la silla de sangrar poemas.

No tengas prisa, Ulises,
que numerosos sean los recuerdos de este viaje
como aquellos barcos de sed por la palabra
que venían de tinta en tinta
a untarse de tinta el corazón.

 

 

 

 

Carlos Manuel Villalobos (Costa Rica, 1968) Profesor Catedrático de Teoría Literaria y Semiótica en la Universidad de Costa Rica. En esta universidad ha ocupado el cargo de Vicerrector de Vida Estudiantil y Director de la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura.

Es doctor en Letras y Artes en Centro América, máster en Literatura Latinoamericana y licenciado en Periodismo. Ha dictado cursos en universidades de Estados Unidos, México y España y ha participado como escritor invitado en festivales literarios en América Latina, España y Egipto.

Ha sido ganador del premio Arturo Agüero Chaves (1993), premio de la Editorial de la Universidad de Costa Rica (1999) y Primer Lugar del Certamen Literario Brunca (2014).

Entre sus publicaciones literarias están Los trayectos y la sangre (1992, poesía); Ceremonias desde la lluvia (1995, poesía); El libro de los gozos (2001, novela); El primer tren que pase (2001, poesía); Tribulaciones (Guatemala 2003, cuento), Insectidumbres (2009, poesía); El ritual de los Atriles (2014, disertaciones); Trances de la herida (México 2015, poesía) y El cantar de los oficios (2015, poesía).

 

 



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