Revista Latinoemerica de Poesía

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Poemas de Jorge A. Gómez Valdez



Selección de poesía de Jorge A. Gómez Valdez

 

 

Ganador del premio nacional Poesía en Paralelo Cero

 

 

Quito, 1984.  Lic. En Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Máster en Escritura Creativa, por la Universidad Complutense de Madrid. Ha estudiado también pintura, fotografía y grabado. Participó, en representación del Ecuador, en el IV Encuentro Internacional Literario ABRACE 2003, realizado en Montevideo, Uruguay. Publicado en la Antología de poetas latinoamericanos realizada por la editorial ABRACE.  Formó parte de los talleres literarios de la CCE, con Edwin Madrid; miembro fundador de los grupos culturales “Machete Rabioso” y “Sexo Idiota”. Fue declarado ganador del X concurso de grabado organizado por la Estampería Quiteña. Ha publicado el libro de poesía ‘La Noche que se espesa’ con la editorial independiente Murcielagario Kartonera. Sus textos han sido publicados dentro y fuera del país.

 

 

El Recreo

(Coro infantil)

 

Ella vino hacia mí

cuando apenas

podía hacerme daño

y me dejó la dignidad

que contiene

la fe en el desencanto,

 

en ese entonces debimos liberarnos

a la dulce condena

de la repetición de los gestos

más pueriles.

 

Ella me heredó el olvido

como una reliquia familiar.

Fuimos huellas

que intentaban protagonizar

una historia con sus bordes,

en vez de sucumbir al abrazo

del viento.

 

Intercambiamos el sano

desarrollo del presente

por la creación de una leyenda.

 

Nosotros que jamás

accedimos a los instintos,

fuimos eternos.

 

Postrado aquí, el paso de las horas perdidas

me aguarda en la estación de la niñez,

el envejecimiento del asfalto

es imperceptible

y sin embargo cuánto ruido hace.

 

Definitivamente la memoria

solo puede ser libre

cuando ha perdido

todo deseo de aventura.

 

 

Vaivén

(Tonada de memoria)

 

Te vi recostada,

en la misma playa

donde te había abandonado,

usabas la misma ropa

y la misma sonrisa que habías labrado

cuando te deshiciste de mí.

 

Y lloré la pena de que

incluso, en forma de cadáveres,

las pesadillas siempre nos devuelven

aquello que habíamos lanzado al mar. 

 

 

Sala de chat

(Balada del solitario)

 

Él se ha perdido

tanto en un desierto

como en una selva de espejos.

 

Y se ha extraviado bajo un rebaño

de lápidas sin nombre o dentro de un bosque

cuyos árboles caminan.

 

Él podría grabar

el cantar de las hojas caídas

para escuchar el alma de sus muertos

y sin embargo,

 

sabe que su único destino

es el regreso hacia los días

en que pisaba insectos.

 

 

Letra menuda

(Contrato)

 

Habría que firmar

un documento que probase

nuestra pertenencia a la realidad.

Porque ésta se adelgaza

como pared de aire

en una cámara de tortura.

 

Siempre deberían exigirnos leer

eso que nos aguarda.

Por encima de todo,

tendríamos que estar aterrados

por lo que habremos de sentir

aquello que siempre está

especificado en letra menuda.

 

Porque no se necesitan

ni las películas de acción

ni las explosiones delimitadas

para cabalgar contra el viento;

tan solo un pecado enjaulado.

 

 

(Así, así,

mi chiquito, tranquilo.

Yo estoy aquí,

contigo)

 

 

Conclusiones

(Solo de aire)

 

Al contrario

de lo que pudiese creerse,

la fuente de mis sombras

es más extensa que

cualquiera de mis huellas.

 

Por supuesto, yo

jamás estuve desierto,

pero siempre

anhelé la humedad.

 



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