Revista Latinoemerica de Poesía

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54. Fernando Vargas Valencia



Por Hellman Pardo

 

En cada línea perfilada, Vargas Valencia llama a la memoria de los desaparecidos, de los desheredados. Su voz integra ese eco de un país cuya angustia parece ajena. Igual es su catástrofe a la de Mery Yolanda Sánchez o Mayakovski, quienes articulan en su poética el desgarramiento de la acechanza y la crueldad humana. Aquí, en exclusivo para La Raíz Invertida, una muestra de su poesía.

 

PAÍSES DE COLOMBIA I: CERETÉ

Cuna del viento,
la roca de los caminos
sostiene sus urdimbres
Del rumor de los ríos.
Ciudadanos de los valles:
eso somos.
Donde nacen las aguas
y el amanecer
es uno solo
con la jauría
de baquianos
y pájaros,
situamos
nuestra luz pobre,
nuestra dicción
de lo sagrado.
Hemos
sembrado
nuestra vida
y nuestra muerte
alrededor de las ciénagas.
Nuestra música
es el gemir
del agua
que se confunde
con la aspereza
de respiraciones
galopantes:
Insistimos en palpitar
cada vez que el viento
nos anuncia
la memoria
de caminos inundados.

 


PAÍSES DE COLOMBIA II: TETEYÉ

Se me ocurre
que en el sur
no hay lugar
a los minutos
de silencio.
Se me ocurre
que la música
de la selva
resume
el diálogo
de los muertos.
Las guapas
saludan a los gallos
y nos anuncian
músicas
cargadas
de futuro,
cabalgan
la fragilidad
de la resolana
con voces
que solo
descifra
la memoria.
No justifican
la muerte:
la explican.
Se me ocurre
que los muertos
hablan
desde el alma
de los árboles
y que mis abuelas
me lo revelan
a través de un canto
de pájaro.

 

OSHÚN

Si estas flores de abismo
que dibuja mi espanto
son el imperio del agua,
es porque el áspero silencio
de las lianas insondables,
anuncia la semilla
de esta música difícil
en la que se resume el respirar.
El río es la herida del tambor.
El oro del cielo
niega las asperezas
del río asmático
por el que late
la euforia del aguardiente.
Caminante que agoniza,
el río no se detiene en sus sombras
ni en el eco de sus delicados estruendos.
Respiración que se niega al silbido,
el río es mujer que boga en los pantanos,
cargada de fantasmas.
Diosa de la muerte que no cesa,
el río es la tarde que agoniza
en un canto de pájaro.
Flores encarnadas en los acantilados,
espejos del tiempo
en el río de heladas sílabas,
mis venas son también
el latigazo de los venenos,
el soplido prieto de las máquinas
y las cicatrices.
El río es la cifra de lo quebradizo:
En la orilla,
con el gesto de su pobre eternidad,
perecen las flores abismales,
las amargas rocas repujadas.

 


CONJURO PARA INVOCAR A BENNY

Dame tu voz, brujo,
arrebátame del silencio
para salvarme de la lágrima
que no es ni mar ni ciénaga
en esta esquina
donde repicas la desesperación
de los muertos.
Oyá te escucha,
silenciosa y combativa,
ella sonríe
porque no sufres más,
Benny Moré,
porque no contuvo tu cuerpo mortal
todo el amor de los barcos,
y venciste promesas
en el perdón de tu risa de cangrejo.
Dame un bolero, brujo,
llévame por los territorios
donde las calles no llaman a sus gatos
ni este amor por la vida
se deshace en el hielo de las bocas.
Sonero,
dales el arrullo a los hijos que nunca tuve,
guíame por la espesura de Eleguá,
sé todas las Habanas juntas
ahora que confundo
el mar con el cielo
y presumo de romerías
en el silencio de las lluvias postergadas,
en el milagro de los arcoíris de aceite,
tú que bailas entre los ciegos del muelle
y le metiste candela a los obituarios.

 


PALESTINA BLUES

- Madre, ¿aquellas luces que provienen del cielo son las estrellas? - No, hijo: es que el sol se desploma sobre nosotros y se deshace a pedazos sobre nuestras cabezas. - ¿Por qué nosotros, por qué nuestras cabezas? - Porque nosotros, hijo mío, somos las estrellas y le dolemos a este cielo.

 


INCONSISTENCIAS GREGARIAS

Realidades sonámbulas,
fronterizas, ambiguas.
Estar en el no estar,
ascender hacia territorios vedados,
abstenerse del don del asombro,
respirar con ásperos remolinos en el pecho.
Cantar hacia dentro
a la espera del llanto.
Cantar para fantasmas sordos,
para recuperar el silencio extasiado.
Realidades en gris,
ásperas y necias realidades
que van del vértigo al vacío,
del hambre a la libertad.
Ser una sombra que no se refleja
en los lagos ni en los tulipanes floridos.
Suponer que lo real
tiene variadas formas y versiones
y que en ninguna de ellas
habrá fisuras para la euforia.

 


RED LIGHTS

¿Habrá algo de mí en los tulipanes de Van Gogh,
en los espirales a medias de Rembrandt?
Busco mis raíces más etéreas y profundas
en lugares inhóspitos y extraños.
Arden las llamas de la memoria
en las plantas de los pies.
No hay nada de lo que soy
en las ciudades agrietadas
donde los cisnes anidan con desechos.
Esta biografía se presenta pusilánime
a la luz de los estigmas
que ha dejado la historia.
Los escaparates van a romperse
a fuerza de guiños salvajes,
de silencios carcomidos por la ausencia.
El neón estalla en las pupilas
y no hay lágrimas que sanen
el ardor que dejan los caminos empolvados.
Soñar hace ruidos insoportables.
Algo del aquí y del ahora
se deja trastocar por lo que nunca fue,
por lo que no será.
¿Acaso los laberintos darán respuesta
a los interrogantes insolentes?
Las aguas se pudren
y el cielo plomizo aún guarda
vestigios de la metralla.
Quisiera ser más que un hombre:
un traficante de sucesos inútiles,
un guardián de rojas noches
matizadas por la jauría.
Soy el ahora que se desploma
sin hacer más ruido
que el del aleteo
de una bandada de palomas.

 


TRATADO SOBRE EL PATRIOTISMO

La batalla es hondo precipicio,
los ríos son la memoria
del silencio en los sables.
La batalla es tierra desperdigada
por un soplido invisible,
por los surcos de tu orilla
amenazada por mis incendios.
Has apostado los barcos
que incendian la noche
con la memoria del agua.
Tizones que fueron
el hogar de los pájaros,
milagro del hierro
que flota como lo que antecede
a un crucifijo.
Has librado una batalla
con tus sombras,
para venir a buscarme.
Desperdígame
en las cenizas del puerto.
No me nombres
que soy la sed de espejos
que recorre los países de tu cuerpo.
Celebra los gorjeos
del río que te divide,
los crucifijos de ciénaga
que te erigen isla
en el silencio de la batalla.
Inaugura en mí
la sublevación de los soplidos:
Bríndame tus abismos
que soy tu patria.

 


MADRID SIN TI

Los labios rotos por el viento del Norte,
los pies agotados de tanto buscarte
en los laberintos de piedra
que se erigen sordos
entre los solares
que ametrallan las estatuas.
Juego a suponerte en los teléfonos,
marco un número imaginario
para creer que nos citamos
en el viejo callejón
donde los músicos
comparten la agonía
con las altas y valientes prostitutas.
Hay un Duque cuya hidalguía
lleva hacia tu nombre
y las aristocracias me arrastran
a un paisaje donde te imagino desnuda.
Este cielo de grises rugidos
me dice que soy tu padre encarcelado
y que me ofrecerás algún día
uno de tus pechos
para que te beba toda
y no muera de inanición.
Soy hijo de tu caridad romana
que no me llega
sino en signos magnéticos,
en guiños de ausencia
que torturan profundamente mi vida
como en la vieja canción
que bailáramos en el Sur.
Desearía ser la poesía
porque entonces serías la musa
que inspiraría los viejos combates,
llevarías en la frente
la salvedad de las esperas.
Todos los instantes del mundo
se estacan en mis manos,
la memoria es una esposa en huelga,
gusta de las suposiciones
en las que lo imaginado
coincide perfectamente
con estos lugares feroces.
Llevo encima el honor de Séneca sin bañera:
preferiría morir antes que me acusaren
de traicionar la profunda ciudad
de tu cuerpo agujereado por la distancia.
Llevan estas calles,
la absoluta naturaleza muerta
de un pavo pintado por Goya.
Son romerías las que recrudecen la soledad
y las paredes traen consigo
la absolución de la asfixia.
No quiero ser un absuelto de ti,
me aferro a tu silencio
que me llega a título de canción olvidada,
de profundo recuerdo
adormecido por viejos asombros.

 


GEOMETRÍAS DEL DESEO

Revisitar los jardines
del anhelo entrecortado,
jugar al nómada
que insiste en el retorno,
huir, desfallecer, desandar,
soltar anclas
cerca del puerto,
rozarlo, incendiarlo,
hacer crujir sus cicatrices,
fundir las naves
en ásperos golpes
y embravecidas marejadas;
Encallarse en tu suprema ciénaga
de arenas movedizas,
hallarte en lo más oscuro
de la piel repujada,
tallar tus círculos en dúctiles euforias,
dibujar cuerpos en tu cuerpo,
hacerlos coincidir
a la luz de tus músicas
de serpiente que agoniza.
Devorarte despacio
en la menos precisa
de tus nostalgias,
labrar tribulaciones
en tus ahogados desafueros:
Arrasar tus miedos
con la antigua violencia
que desatas en mis manos.

 

FERNANDO VARGAS VALENCIA. Poeta y ensayista nacido en Bogotá, Colombia, en 1984. Abogado especialista en Derechos Humanos de la U. Externado de Colombia y Magister en sociología aplicada de la U. Autónoma de Barcelona, España. Ha publicado siete libros de poesía: Cuentas del alma (Bogotá, Magia de la Palabra: 2001), Silencio Transversal (Bogotá, Isla Negra: 2007), Épica de los desheredados (Bogotá, dos ediciones; Isla Negra: 2010 y U. Distrital Francisco José de Caldas: 2014), Canto Abacua (Bogotá, U. Nacional de Colombia: 2012), Apesadumbrado fantasma (Ibagué, Caza de Libros: 2013), Narcisismos distantes (Guayaquil, El Quirófano: 2013), Reo de las sombras (Lima, Viringo Cartonero: 2014) y Postales desde ciudades insomnes (Bogotá, Los Conjurados: 2015; Clio Artesanal -libro objeto-: 2015). Profesionalmente se ha destacado en la defensa de los derechos humanos y territoriales de la población desplazada forzada y de varios pueblos indígenas en Colombia. Invitado especial en varios eventos literarios en una decena de ciudades de Latinoamérica y Europa, entre los que se destacan la Feria del Libro de La Habana, Cuba, y el Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia.



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