Revista Latinoemerica de Poesía

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33. Poesía ante la incertidumbre



Nota y selección por Xavier Oquendo Troncoso

 

POESÍA ANTE LA INCERTIDUMBRE es uno de los libros de poesía más importantes y significativos de la novísima  poesía contemporánea de la lengua española. Se presentó, hace pocos meses, las ediciones ecuatoriana y boliviana junto con las editoriales VISOR (España), El Ángel Editor (Ecuador) y La Higuera (Bolivia). En ellas la lista de los poetas que conforman el libro creció. Ahora son 15 nombres.

Presentamos a continuación una muestra de los poetas que conforman el ya emblemático libro que ha tenido una serie de ediciones, traducciones y reimpresiones en distintos países del orbe. El libro se lo puede encontrar en ediciones de España, México, Colombia, Chile, El Salvador, Nicaragua, Argentina, Perú, Estados Unidos entre muchas otras.

Su propuesta es renovadora y siempre firme en defensa de la poesía con lector. Una poesía que se reafirma en la lectura y no en la práctica onanista de un poeta que se lee a sí mismo.

Creo rotundamente en una poesía que comunique, que no se sostenga en la forma solamente, que tenga acceso al lector, que no cree sectas ni conciliábulos, que no se aloje en asperezas lingüísticas, que no se quede en la epidermis, que no rechace forzosamente la emoción, la capacidad de decir, la capacidad de conmover, de desgarrar sentimentalmente, de volver cómplice al lector. Cuando supe de la Antología Poesía ante la incertidumbreme conecté enseguida con su actitud frente a lo que debe hacer el poema, y lo que ha hecho desde siempre. Los experimentos poéticos los he considerado un paso para la formación del poeta, para conseguir sostenerse en una voz. Lo importante es crear un sonido identificador, algo que se sostenga por sí mismo, eso debemos llegar a visualizar algún rato.

Creo en una poesía capaz de ser leída por todos, capaz de que un lector atento pueda vincularse con el mensaje, con el sentido, con la estructura, con el sonido, con los gestos lingüísticos, con las palabras, con las motivaciones, con su dolor, con su sabor, con su consigna, con su desgano, con su tortura y, sobretodo, con peso esencial, que sea multisemántica, connotativa, rica en significaciones.

Un poema finaliza solo cuando es leído por alguien que no sea su autor (“solo los locos hablan solos” solía citar Adoum, a propósito de los poetas que dicen escribir para sí mismos). Todo poema es un código, porque la figuración lingüística así lo amerita. Creo que en estos tiempos se ha puesto de moda la gratuidad en las formas y la creación de un “no Lector” que No lee un poema, sino que se sorprende con la terminología inentendible y el gesto lingüístico críptico.

La postura del manifiesto de la Antología Poesía ante la incertidumbre busca lectores y adeptos a aquello que siempre fue la base del poema: el acercamiento al otro para que se cumpla el proceso de comunicación de manera perfecta. Poeta-voz poética-poema-Lector es el diagrama perfecto de la poesía desde siempre y hasta siempre.

Aquí va una muestra de los 15 nombres que forman el libro. Sus particularidades poéticas. El libro es una antología con propuestas individuales, no es un grupo o una escuela literaria, es una posición frente a la realidad del lector de poesía y frente a la opción de comunicación que el poema debe tener con su lector.

 

 

NATHALIE HANDAL

(Belén, Palestina, 1969)

 

Ha vivido en Europa, Estados Unidos, el Caribe, América Latina y el mundo árabe. Su más reciente libro Poeta en Andalucía constituye una recreación única de una trayectoria inversa a la del poeta español Federico García Lorca en Poeta en Nueva York. También ha publicado la antologíaLenguaje para un Nuevo Siglo: Poesía contemporánea del Medio Oriente, Asia y más allá y el libro de poemas Strange Love and Horses, ganador del “Gold Medal Independent Publisher Book Award”. Ha recibido, el Premio de la Fundación Lannan, La Orden

Alejo Zuloaga 2011, el Premio Nacional del Libro “Pen Oakland Josephine Miles” y Mención de Honor del “Gift of Freedom Award”, entre otros honores.

 

MIENTRAS ESPERO LA MUERTE

 Cuando muera

un mapa del mundo

colgará sobre mi cama,

la pequeña biblioteca en Mijas

donde leí a Lorca

por vez primera

se transformará en un café,

los olivos

sin los que no puedo vivir

habrán florecido,

veré la muerte desde lejos

esperándome

mas no me moveré--

moriré en un tren

y el paisaje será

de árboles blancos, suspendidos

sobre nubes grises,

moriré en el cielo

donde los pájaros

portarán un arroyo de luz

en sus alas,

moriré en un coche

donde las ventanas

serán un manto de nieve,

moriré en movimiento.

 

Mientras espero,

mi amante me dirá eres bella.

Y querrá decir, extraño el mar

 

Yo diré,

no sé qué nombre darle a la vida,

pero sé que debemos jugar

para que todo no sea muerte.

 

Él preguntará,

por qué nos volvemos quietud--

¿es un ruido cercano,

donde las piedras moscas árboles pájaros

el eco y la tierra y lo que ellos

ocultan insisten en la música?

 

Un canto nos rozará.

 

Yo lo miraré, él también a la espera--

pero no sé de qué.

 

Luego pensaré, la soledad sabe

que es el lugar del vacío,

y la muerte sabe que no debe contar

mientras espera.

 

 

 

 

 

GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA

(Sucre, Bolivia, 1972)

 

Poeta y periodista. Ha publicado los libros de poesía Lugar Común (1999),Escalera de Mano (2003), El agua iluminada (2010) y La mañana se llenará de jardineros (2013). Varios de sus poemas fueron traducidos al italiano, portugués, inglés y rumano, y textos suyos están incluidos en antologías internacionales y de su país. Ha impartido talleres de poesía en universidades y centros culturales, y participado en encuentros, festivales y lecturas en varias naciones de las Américas y Europa. Tiene publicados también un libro de ensayo y otro de crónica periodística, y edito una vastaHistoria de la cultura boliviana del siglo XX (2005 y 2009), en dos volúmenes, que mereció el Premio al Libro Mejor Editado del año 2009 en la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz. Fue Director del Festival Internacional de Cultura de Bolivia. Entre otros premios, ha recibido la Medalla al Mérito Cultural del Estado boliviano.

  

LLANTO POR LOS AÑOS 50

 Yo solo estoy loco con el Nornoroeste;

cuando el viento viene del sur,

sé discernir un halcón de una garza

Hamlet

Este es un llanto por los años 50,

por el trajecito sastre de Eva Marie-Saint en Norte por Noroeste, 

Rapid City,

por los letreros de neón como el que puso un lustro antes Bugsy

en el Flamingo

y por la increíble primera soledad de sus reverberos

en medio del desierto de Nevada o en el aeropuerto O’Hare de Chicago,

entonces tan provinciano como todas esas señoras felices

-por las que también lloro-

que abordaban Pan Am

con la felicidad color pastel de los años cincuenta

y todos esos caballeros

con sus pantalones grises y marrones

discrepando

del neón de colores.

 

The age of the innocence:

 

la inocencia de las fuentes de soda

con muchachas de 16 tomando ice creams y malteadas

y los muchachos en sus trasatlánticos de cuatro ruedas

más lo que ya se sabe que diré     James Dean y similares

cuando los ángeles aún podían salvarlos de la bancarrota

pues llevaban bucles platinados y vestían

vaporosamente,

con unos vuelos y unos plisados como para brillar en los trasatlánticos

de cuatro ruedas y bajo los neones de las fuentes de soda y en los autocines

sin morir en el intento,

con la misma inocencia de las barbacoas en los jardines traseros.

 

 

Derramo una lágrima en mi bourbon por esa belle epoque

tendida entre dos guerras

humo de algodón dulce

entre dos explosiones

 

cuando -gasas y popelinas de por medio-

ya venían incubándose las piedras

arrojadas a una casa de familia

 

el aullido

la sobredosis

la bala

el choque

la caída

 

que se llevarían a la inocencia por delante

con todo y fuentes de soda y vestidos vaporosos

mucho más allá del este del paraíso

-este por suroeste.

 

 

La inocencia

fuera de sí

expulsada

aterida

y despierta,

las vergüenzas expuestas

sin su trajecito sastre

como hoy mismo se encuentra

 

increíblemente sola

bajo la sedienta luz de los neones.

 

 

 

XAVIER OQUENDO TRONCOSO

(Ambato, Ecuador, 1972)

 

Periodista y Doctor en Letras y Literatura. Ha publicado los siguientes libros: Guionizando poematográficamente (1993); Detrás de la vereda de los autos(1994); Calendariamente poesía (1995); El (An)verso de las esquinas (1996);Después de la caza (1998); Desterrado de palabra (Cuentos, 2000); La Conquista del Agua (2001); Ciudad en Verso (Antología de nuevos poetas ecuatorianos,2002); El mar se llama Julia (novela infantil, 2002), Salvados del naufragio (poesía,

1990-2005), Esto fuimos en la felicidad (2009. Mención de Honor, Premio Jorge Carrera Andrade, al mejor libro de poesía publicada en el ano, Municipio de Quito, 2009),

Antología de la poesía ecuatoriana contemporánea –De César Dávila Andrade a nuestros días- (México, 2011),Solos (2011), Alforja de caza (México, 2012), Piel de náufrago (Colombia, 2012). Director del Encuentro Internacional “Poesía en paralelo cero”. El Municipio de su ciudad, en 1999, le concede la condecoración Juan León Mera por toda su obra literaria y de difusión. Parte de su poesía ha sido traducida al italiano, francés, portugués e inglés.

  

EL CANTARO LLENO

 A mis amigos, los poetas

 Aquí estamos, poesía,

tú, más el yo mismo que me desboca.

Tú y las plantaciones de verde que hemos culpado a Dios de todo esto,

pero has sido tú la que hizo el paraíso.

Tú creaste al Sabio Salomón desde el amor inhóspito

tú abrazaste a la roca donde edificarán tu templo.

Tú le diste la vuelta al mar, a sus costuras, a sus espumas.

Tú inventaste al cielo y en él a la luna,

tú le diste sabor a los cráteres, a los agujeros negros.

Tú has sido portadora de la bacteria que inventó lo imposible.

Tú fuiste antes que la filosofía. Tú germinaste en el polen.

Tú fuiste haciéndote piedra de la estatua.

Tú fuiste mi abuelo, mi padre, mi motivo.

Tú eres la razón del beso divino

con que uno conoce ese campo ondulante del amor.

Tú estuviste visitando la casa de Heráclito

cuando el río cruzaba dos veces.

Tú has hecho que mire el desierto y lo riegue,

que me asuste de lo bello,

que me dé miedo el sol. Que le tiemble al infinito.

Que mire el Cotopaxi y me retuerza,

Tú me diste el asombro. Me diste la savia elaborada

de los campos. Tú que estás siempre. Que no traicionas, que no mientes.

Que no tienes pudor ni con los otros.

Tú que complaces, que regurgitas en cualquier estado, en cualquier forma.

Tú que relames lo que quedó de la poesía luego de Borges, de Vallejo, de Cernuda.

Tú que miras de reojo a los de la inmensa minoría.

Tú que no tienes prejuicios, ni formas concretas. Ni concreción de nada.

Solo eres tú, una suerte del modo de ver. Un instante que se alarga con lo extra poético.

una especie venida a menos. Un rictus de unos pocos. Un sonido que no tiene decibel.

Porque eso no existe. Ni existe el vino que te consagra, ni la hostia. Ni la leche. Ni el sonido.

Porque tú, no sé cómo, estás como petrificada en mí. Estas como si fueras el uno.

Porque eres la mejor orquídea que tengo. La mejor primavera que se me ha pasado.

Porque eres el mejor muro donde se lamenta. El mejor templo para fructificar las ausencias. Porque eres el siquiatra. Porque estas como ida, como trastornada, como loca.

Porque al fin podrá decirse que contigo soy otro. Y que otro es yo.

Porque lo dijo hace años ese Rimbaud que te odio hasta la muerte.

Que no quiso nada más contigo.

Porque le pusiste cachos, porque te hiciste la tuerta, la muy diva, la pescueza, la mamita, la ricaza.

Pero así mismo es, porque tú inventaste a Dios, a Demócrito, a Buda.

Porque tú hiciste el occidente de los mitos. Porque Zeus es un poema tuyo. Y Afrodita.

Porque atrás de ti está el origen.

Porque el Eclesiastés y el Coram son ese poema que escribiste cuando estabas aburrida.

Por eso eres un montón. Un saco, un quintal de líos. Una alforja de bazofias, de alusiones.

Por eso haces que mis amigos, que mis enemigos, que mis impresiones sean hechos que estén barnizados por tu nombre.

Por eso es.

Y no por otra cosa.

Aunque también podríamos ver la posibilidad de darnos tiempo. De no sabernos juntos. También habría como hacer una zanja, una grieta, no una cripta, pero sí una terapia intensiva, donde le hagamos saber al mundo que lo nuestro es para siempre.

Para mí siempre pequeño,

para mi siempre dialéctico,

para mi siempre frenético,

para mi siempre inaudito,

bajito, chiquito, nadita.

 

Por eso poesía no te regodees, que no vas a triunfar. Hay días en que estoy que exploto.

Que me denoto.

Y eso no le hace bien ni a tus costuras de significante ni a mis impulsos de significado.

 

Pero así es esto.

Así me o confesó una poeta: que “somos raza” los que pintamos la vida bajo tu nombre.

Que somos gueto, que somos jorga, que llave somos, que panas, que ñaños, que cuates somos, que estamos juntos, que somos yunta. Que no soltemos las amarras.

Y en otras veces: que somos nadie, que en el mercado no somos ni el cambio,

que somos hippies, que burla somos, que pez incomible, que aire sin viento somos.

 

Igual nos quedamos aquí, porque nos necesitamos:

el poema se necesita en el poeta. Aunque eso no es la poesía.

 

Yo necesito saberte allí en los libros, en los poros de los otros perdedores.

En los cuadernos sin alma del otoño, en los corredores que sugieren sombras.

En las fotos de mi padre.

En los almuerzos solitarios, en esas penurias, en esas angustias,

en estas cosas que parecen dibujos de Miró.

 

Así no más con esto de la raza, con esto del poema, con esto de las palabras que se parten.

Con esto de estas presencias.

 

Para lo demás. Lo que queda adentro. Lo que no salió, pero que palpita, pero que suscita, pero que incita, solo hay que esperar que el cántaro se llene.

 

Y que Dios no quiera que el diluvio se haga. Que la poesía si lo resistiría.

 

 

 

 

JORGE GALÁN

(San Salvador, El Salvador, 1973)

 Ha publicado los libros de poesía La ciudad (Pre-Textos, Valencia, 2011), El estanque colmado (Visor, Madrid, 2010); Breve historia del alba (Ediciones Rialp, Madrid, 2007); La habitación (DPI, San Salvador, 2007); entre otros. También ha publicado la novela El sueño de Mariana (F&G ediciones, Guatemala, 2008); y los libros infantiles Los otros mundos (Alfaguara, San Salvador, 2010) y El premio inesperado (Alfaguara, San Salvador, 2008). Ha ganado en tres ocasiones el Premio Nacional de poesía de su país, 1996, 1998 y 1999. En 2006 ganó el Premio Adonáis de poesía, en 2009 el Antonio Machado y en 2010 el Villa de Cox.

 

MINIATURA ASOMBROSA

Alguien puso semillas en mi mano:

treinta árboles mañana,

un bosque cincuenta años más tarde.

Aves encontrarán el sur en esos árboles

y lobos encontrarán cobijo

y las hormigas crecerán como un cuerpo

entre las raíces ciegas y soñolientas

y alguna vez una casa y otra casa

construirán esas maderas

y el invierno bajará en sedimentos

y el otoño con su total hastío

pondrá sus pies pesados

sobre los troncos gruesos y no los vencerá.

Nada hará que se quiebren.

Y dentro de cien años cien hombres

serán hombres felices amando a sus mujeres

bajo esos techos amplios,

un perfume de bosque flotará todavía

en los hijos que lleguen,

el mundo será el mundo y la noche la noche

las lechuzas de entonces tendrán ojos más grandes

y comerán gorriones lo mismo que alacranes

y el ratón será mínimo como un insecto extraño,

su pálida pelambre lo volverá invisible

de noviembre a febrero, y no tendrá enemigo:

ni el águila ni el hombre, si acaso, la serpiente.

Treinta árboles mañana,

flores malvas y rojas creciendo en ese bosque…

Ayer, unas semillas que alguien puso en mi mano

y que yo lancé al cielo.

 

 

 

 

RAQUEL LANSEROS 

Jerez de la Frontera (España) en 1973.

 

Ha publicado los libros de poemas Leyendas del Promontorio (Ayto. Villanueva de la Cañada, Madrid, 2005), Diario de un destello (Editorial Rialp, Colección Adonáis, Madrid, 2006), La acacia roja (Ediciones Tres Fronteras, Murcia, 2008), Los ojos de la niebla(Editorial Visor, Madrid, 2008) y Croniria (Ediciones Hiperión, Madrid, 2009), (Ícono Editorial, Bogotá, 2012), (El Suri Porfiado Ediciones, Buenos Aires, 2012).

Entre los galardones que ha recibido por su obra poética destacan el Premio Unicaja de Poesía, un Accésit del Premio Adonáis, el Premio de Poesía del Tren 2011 y el Premio Antonio Machado en Baeza.

Su obra ha sido incluida en numerosas antologías y publicaciones literarias en países de todo el mundo. Licenciada en Filología Inglesa, colabora con relatos, poemas, traducciones y reseñas críticas en diversas revistas literarias y publicaciones periódicas. Poeta capaz de expresarse en siete idiomas, parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, holandés, hindi, turco y portugués.

 

 

 

INVOCACIÓN

Que no crezca jamás en mis entrañas

esa calma aparente llamada escepticismo.

Huya yo del resabio,

del cinismo,

de la imparcialidad de hombros encogidos.

Crea yo siempre en la vida

crea yo siempre

en las mil infinitas posibilidades.

Engáñenme los cantos de sirenas,

tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua.

Que nunca se parezca mi epidermis

a la piel de un paquidermo inconmovible,

helado.

Llore yo todavía

por sueños imposibles

por amores prohibidos

por fantasías de niña hechas añicos.

Huya yo del realismo encorsetado.

Consérvense en mis labios las canciones,

muchas y muy ruidosas y con muchos acordes.

 

Por si vinieran tiempos de silencio.

 

 

 

 

 

FEDERICO DÍAZ-GRANADOS

(Bogotá, Colombia, 1974)

 

Poeta, ensayista y divulgador cultural. Ha publicado los libros de poesía:Las voces del fuego (1995); La casa del viento (2000) y Hospedaje de paso (2003). Preparó las antologías de nueva poesía colombiana Oscuro es el canto de la lluvia (1997), Inventario a contraluz (2001), Doce poetas jóvenes de Colombia(1970-1981) y Antología de poesía contemporánea de México y Colombia (2011). Es coautor de El amplio jardín (Antología de poesía joven de Colombia y Uruguay, 2005). En el año 2009 le fue concedida la Beca Álvaro Mutis en la Casa Refugio Citlaltépetl en México. Forma parte del comité organizador del Festival Internacional de Poesía de Bogotá.

  

PLEGARIA

Señor de los adioses

concédenos un poco de tu gozo,

inaugura la mañana en la herida de los pájaros.

Dime de cuál secreto mar provienen estas lágrimas

y por qué el corazón no encuentra nunca su

camino de regreso.

 

Señor.

Qué fue de los amigos

de los que no volvieron a mi casa

y no excusaron mis diarios temores,

hacia cuál color trastearon ellos sus festejos.

 

No tengo sed, Señor

pero todo signo tuyo hace de mi vida

una permanencia en la sequía.

Seguro existirá un cielo que no veré

un cielo con su única estrella.

Será otro cielo el que toquen mis manos

otro oficio el del viento al inventar la primavera.

Se nos rompe la vida y se nos rompe la muerte

y será un cielo repetido el que vean ese día mis

ojos.

 

Señor

¿De dónde proviene esta ronca voz

que trae rumores de otras vejeces?

¿De quién es esta voz que golpea la casa y el rostro?

¿A quién preguntar si mis afectos no conocen ese

júbilo?

 

Señor

por qué el amor y el tedio

están hechos a la medida exacta de mis azares y

tristezas.

Estamos más solos que la ruina.

Ayúdame a reconocer mis gestos

en los cuerpos que un día fui

hace muchos siglos

todos los días

lleno de imprevistos y lejanías.

 

 

 

CARLOS J. ALDAZÁBAL

(Salta, Argentina, 1974)

 

Ha publicado los libros de poesía La soberbia del monje (1996), Por qué queremos ser Quevedo (1999), Nadie enduela su voz como plegaria (2003), El caserío (2007), Heredarás la tierra (2007), El banco está cerrado (2010) y Hain. El mundo selknam en poesía e historieta (2012). Entre otros, obtuvo el Primer Premio del Concurso “Identidad, de las huellas a la palabra”, organizado por Abuelas de Plaza de Mayo. Es cofundador del proyecto editorial el suri porfiado (www.elsuriporfiado.blogspot.com) y de  la revista de poesíaLa costurerita (www.la-costurerita.com.ar). Coordina el Espacio Literario Juan L. Ortiz del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, en la ciudad de Buenos Aires. 

 

POR QUÉ QUEREMOS SER QUEVEDO

A Santiago Sylvester

Es un instante,

un momento cualquiera de la infancia

en el que decidimos desafiar

el reinado de la muerte.

 

Varios velorios,

abuelos fallecidos

y la alusión constante

de Lázaro en la misa

nos llevan a pensar

que ya no basta

escribir iniciales en el cemento fresco,

en pupitres lustrosos o en la plaza.

 

Urdida la estrategia

delineamos un modo de ataque,

planeamos un futuro de eternidad

y ejercitamos el arte de la guerra;

intuimos inventos,

redondeamos canciones

y luego nos miramos la risa en el espejo

con ojos complacidos

por versos bien rimados.

Creídos de triunfo

juntamos los papeles

y esperamos serenos

que empiece el contraataque

con cierta garantía

de habernos prevenido.

 

Entonces nos sorprende.

 

Del frente nos llega la noticia

de que nuestros poemas pertenecen a Horacio,

los inventos a Edison

y las canciones a juglares medievales.

 

Así, medio cohibidos,

nos enfrentamos con la derrota,

envidiamos los logros de los otros

y rogamos que alcance

con fechas e iniciales

escritas en pupitres

en tanto practicamos la esperanza

de volvernos Quevedo

antes de que la muerte

nos anule del todo.

 

 

 

ANA WAJSZCZUK

(Quilmes, Buenos Aires, Argentina, 1975)

 

Es autora de dos libros de poesía: Trópico Trip (Ediciones del Diego, Buenos Aires, 1999) y El Libro de los Polacos (Algaida, Madrid, 2004), con el cual ganó el XXII Premio de Poesía Ciudad de Badajoz. 

 

STEFANIA, 1939

 I.

 No dejes que me llueva dentro,

dijo al despedirse

le dijo a Dios, tal vez, esas palabras

porque su madre no escuchó de ella ni una queja

ni un suspiro.

Ese día en Warszawa, octubre, 1939

el temporal bajaba por las calles,

sin detenerse

Y ella tenía su maleta lista,

su abrigo negro

y sabía que vendrían los soldados.

Pero no sabía lo de la lluvia,

para esas cosas no estaba preparada.

 

II.

 Eran cinco

Agnieszka Halina Olga Ewa Stefania

en esa foto

tomadas del brazo.

Domingo, seguro.

Día de cine

en la calle transversal.

Trece años, o catorce:

el cabello marcado con bigudíes,

el distintivo de la szkoła

los vestidos almidonados

como todas las muchachas en Warszawa

antes del levantamiento y del servicio diario

de trenes a Dachau.

Antes de que

fusilaran a Agnieszka contra la pared de su cuarto

y reclutaran a Olga para coser heridas en el Hospital Nacional

antes de Halina enferma de tifus

Ewa escondida con su tía en una granja en Zamość

y Stefania en un convoy a Siberia

escondiendo la foto

en el bolsillo interior

 

 

 

DAMSI FIGUEROA

(Talcahuaco, Chile, 1976)

 

Ha publicado los libros de poesía Judith y Eleofonte (Ed. Letra Nueva, Talcahuano, Chile, 1995) y Cartografía del éter (Ediciones del Temple, Santiago, Chile, 2003). Coautora del libro Memoria poética / Reescritura de La Araucana (Editorial Cuarto propio, Santiago, Chile, 2010). Ha recibido la Beca de Creación Literaria del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, en los años 2002 y 2008.  Candidata a Doctora en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Concepción, es becaria del Consejo Nacional de Investigación, Ciencia y Tecnología, para sus actuales estudios de postgrado.  Trabaja en investigación y difusión de la lengua y literatura mapuche. 

 

…DE LOS CUADERNOS DEL SILENCIO

A Gonzalo Rojas

 

El silencio matemático es el cero, el verbal no es

la ausencia de palabras: la nada, ni el vacío.

En todas ellas flota el eco de la angustia y en la muerte

siempre ruge una orgía de fantasmas que nos llama.

 

Misterio, rebeldía es el silencio. La mentira, la censura

No son silencio.

El silencio es algo hermoso. Es una puerta entrecerrada.

Una metáfora que busca su reposo en el olvido.

No tiene trampas sino abismos.

(Puros abismos metafísicos)

 

Y si quieren darle un cuerpo, dadle el cuerpo de una

flama que se extingue,

el cuerpo de un venado que se fuga,

un abrigo con los bolsillos rotos.

 

Precede o sucede al portento:

al trueno, al llanto

al grito, al hipo,

al estruendo de la metralla y a las sirenas que nos

hielan el pecho.

Sucede a los orgasmos más tremendos.

Los orgasmos son

puro silencio derrochado. Inhalación

profunda

y contención del Prana de los tiempos.

 

Toda vida Germina;

toda vida se gesta en el silencio. Único principio

Única voz a la que siempre regresamos

a tientas, sordos, corrompidos.

Para volver a oír el mundo, claros,

nuevos, como niños que acabaran de nacer.

 

 

 

DANIEL RODRÍGUEZ MOYA

(Granada, España, 1976)

 

Es licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada y periodista. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Oficina de sujetos perdidos (Fundación Federico García Lorca, Granada, 2001), El nuevo ahora (Ed. Cuadernos del Vigía, 2002) y Cambio de planes (Ed. Visor, Madrid, 2008). De su obra crítica y de investigación literaria destaca el volumen La poesía del siglo XX en Nicaragua (Visor, Madrid, 2010). Ha sido galardonado con el Premio Federico García Lorca de Poesía y el Premio Vicente Núñez. Desde 2004 codirige el Festival Internacional de Poesía de Granada. 

 

 

TRAS LA PUERTA

Para David, Clara y Paula

 

He llamado a esa puerta muchas veces

y ya nadie de entonces me contesta.

 

Pero puedo escuchar las voces desde fuera

como un rumor de juegos infantiles.

 

Mi voz de niño,

un hilillo que apenas se distingue,

no la puedo entender,

no sé qué dice.

 

Es otoño. Ha empezado el colegio.

 

Ahí estoy jugando con mi hermano.

Los juguetes están tirados en el suelo

como piezas futuras de la vida.

Él construye los puentes

sobre unos precipicios que no existen aún.

Imagina trazados imposibles

que alguna vez serán

un camino seguro para Clara y David.

 

En la calle la lluvia golpea las uralitas

de una ciudad del sur

y dentro, tras la puerta a la que siempre llamo,

una niña repeina a su muñeca,

la llena de cuidados,

le pone un nombre: Paula.

 

He llamado también hoy a esa puerta.

Otro rumor distinto, que es el mismo,

intuyo desde fuera:

 

David juega en el suelo a desarmar mil veces

el castillo que intento

con las piezas de un viejo dominó.

Mi hermano sigue a Clara

en sus primeros pasos.

Mi hermana ya no peina a una muñeca,

arrulla en el salón a la pequeña Paula

mientras mis padres

le buscan parecidos en las antiguas fotos.

 

Se escuchan en sordina,

como en caída lenta hacia un abismo

la voz de mis abuelos:

unos rostros extraños, unos nombres lejanos

que estos niños que quiebran la quietud,

el hueco silencioso de la casa,

no reconocen

en la solemnidad de los portarretratos.

 

He llamado de nuevo, he insistido en la puerta

y alguien me ha dicho “pasa,

de aquí sale tu voz, no temas escucharla”.

 

 

 

 

FRANCISCO RUIZ UDIEL

(Estelí, Nicaragua, 1977 - Managua, Nicaragua, 2010)

 Ha publicado los poemarios Alguien me ve llorar en un sueño (Anama Ediciones, Managua, 2005) y Memorias del agua (Foro Nicaragüense de Cultura, Managua, 2010). Ha obtenido el Premio Internacional Ernesto Cardenal de Poesía Joven. Parte de su obra aparece reunida en la antologíaLa poesía del siglo XX en Nicaragua (Ed. Visor, España 2010). 

 

CADA CUATRO AÑOS NACE UNA POETA SUICIDA

A Sexton, Plath y Pizarnik

Nacidas en 1928, 1932 y 1936

Cada cuatro años la muerte

abre la llave del gas de una cocina,

se fuma un cigarrillo en el sofá y espera.

 

Otras veces enciende el motor de un automóvil

dentro del garaje

y canta Chair in the Sky,

un poco de jazz no despertará

a las muñecas recién maquilladas, piensa.

 

Cada cuatro años la muerte toma

anfetaminas para adelgazar,

pero se le pasa un poco la mano

y ya no despierta.

 

No se pone triste, ni alegre, ni neurótica, no,

pero cada cuatro años

la muerte amanece lúgubre

y observa la tarde roja

desde una ventana.

Alguien trata de invocarme, dice,

y cierra amargamente los ojos.

A mí me da pesar, no sé,

es como si ella quisiera decirnos

o contarnos algo desde su delgado rostro blanco,

como si estuviera cansada de estrangular mujeres.

 

Yo la conozco muy poco,

pero me consta aborrece su funéreo oficio.

Últimamente la han visto respirar

cierto aire suicida.

 

Cada cuatro años a la muerte

se le irritan los ojos,

sabemos que ha llorado, lo sabemos,

pero callamos,

sabemos también que busca algún vientre

y como ella no tiene el privilegio de la carne materna

aferra entonces sus fríos y delgados dedos

en el primer ombligo que encuentra.

 

Por eso cada cuatro años algunas niñas

ya vienen muertas.

 

 

 

 

ROXANA MÉNDEZ

El Salvador, 1979.

Escritora e ilustradora. En su país ha obtenido el Premio Nacional de Poesía en 2003 y el Premio Nacional de Narrativa Infantil en 2011. En 2012 obtuvo el Premio Alhambra de Poesía Americana para obra inédita en Granada, España. Ha publicado los libros de poesía: Memoria (2004), Mnemosine (2008) y El cielo en la ventana (2012). Ha sido incluida en diferentes antologías de poesía como Puertas abiertas (México, 2011) o La herida en el sol (México, 2008). También ha publicado el libro Clara y Clarissa en Alfaguara Infantil en 2012. 

 

PRIMERA IMAGEN DE SUDÁFRICA   

Frente al HOTEL, un lago.

Alrededor, cipreses que se alargan

igual que gritos verdes

al borde de lo antiguo.

 

Me asomo a la ventana

y comprendo que el viento

proviene de la boca del león,

y lo que escucho,

aunque no lo parezca,

es un rugido.

 

Sobre la cabeza del elefante

crece el alba.

En el lomo del antílope

huye también el día.

 

Cuando llega la noche,

el lago se endurece

hasta volverse oscuridad,

un ojo profundo

como el del asesino

que observa

su presa sin moverse,

dentro de la maleza.

 

La brisa, el perfume, las aves

se alejan de ese frío,

los hombres se hunden

en sus siluetas

al amparo del fuego,

y todo retrocede hacia la sombra,

 

pero lo que se va

retorna siempre con el día,

con ese sol que apenas

alcanza la tibieza.

 

Hacia dónde quiera que mire,

comprendo que África

es el inicio del hombre

a toda hora,

todo parece más real,

incluso el mundo…

 

 

 

FERNANDO VALVERDE

(Granada, España, 1980)

 

Ha publicado diferentes libros de poemas entre los que destacan Viento favorable (Colección Juan Ramón Jiménez, Huelva, 2000), Madrugadas(Cuadernos del Vigía, Granada, 2003) y Razones para huir de una ciudad con frío (Visor Libros, Madrid, 2004), que fue publicado en Italia bajo el título de Ragioni (Lepisma, Roma, 2004). Con Los ojos del pelícano (Visor Libros, Madrid, 2010) obtuvo el prestigioso Premio Emilio Alarcos del Principado de Asturias. A lo largo de su trayectoria ha sido reconocido con distintos galardones como el Federico García Lorca y el Juan Ramón Jiménez. Doctor en Filología Hispánica y licenciado en Filología Románica, es periodista cultural del diario El País y co-dirige el Festival Internacional de Poesía de Granada.

 

EL ÚLTIMO MINUTO

A mi abuelo

Ahora que no recuerdas las tardes de mi infancia,

déjame que perfile la luz de tu memoria

arañando del tedio y de la noche

la pasión insolente de los días felices.

 

El invierno, que devora los rostros

y convierte los labios en heridas,

nos pasó inadvertido.

Nada pudo atrapar

aquel domingo intacto de febrero

que pareció invencible por más que se anunciaran

la niebla y el vacío.

 

Agarrado a tu brazo

no existía dolor capaz de deslizarse

por las frágiles piernas

del niño que creía en la inmortalidad.

 

Nunca más ha podido ser posible,

las llagas que dejaron los inviernos

se han llenado de hielo.

No sentiré aquel viento nunca más,

no volverá aquel frío como un pájaro

capaz de seducir al mundo con su canto.

Porque todos los sueños

mantenían su pulso al despertar

a pesar de que a veces llegasen las derrotas,

aunque llegasen siempre.

 

Porque siempre he contado con tu brazo

y tu barba afilada.

 

No va a ser diferente.

 

El tacto guarda heridas que nadie le reprocha

como el mar se percibe en la brisa salada.

 

Iba a ser tan feliz que escocería

muchos años después,

cobrando la alegría con lágrimas e insomnios

tan largos como un río.

 

Al entrar al estadio,

entre una multitud que nos hacía

anónimos y eternos,

intuí que un instante justifica el vacío,

que no caben mentiras donde habitan

los más nobles propósitos de un hombre.

 

Y pasó la tristeza inadvertida,

al contrario que Schuster con su melena rubia

o el regate imposible de Futre ante el portero

para hacer de las redes un destino

donde nunca estorbaron el miedo y la distancia.

 

Aquellos dos asientos

sobre la fría piedra del invierno,

modestos como el hombre que construye un futuro,

son el lugar más cálido posible,

las más lujosas sábanas

y la ilusión más plena satisfecha.

 

Ahora que no recuerdas

aquel febrero inmóvil

que me mira, y me escuece, y me provoca

un vacío tan denso como el aire,

y me devuelve el verde de tus ojos

cuando me siento hundido,

y me persigue atento a mis fracasos

y a las desilusiones;

aquel febrero inmóvil será como tus manos,

y el tacto de tu barba

volverá cada vez que un balón acaricie

las redes del futuro en un minuto

que siempre será el último

por mucho que los años me pretendan.

 

 

 

ANDREA COTE

Barrancabermeja (Colombia), 1981

Es autora de Puerto Calcinado (Ed. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2003), Cosas frágiles (en Transmutaciones Ed. Extremadura, Extremadura, 2010 ), Una fotógrafa al desnudo (Ed. Panamericana, Bogotá, 2005) y Blanca Varela o la escritura de la soledad (Ed. Universidad de los Andes, Bogotá, 2004). Ha obtenido los reconocimientos: Premio Nacional de Poesía Universidad Externado de Colombia (2003), Premio Internacional de poesía Puentes de Struga (2005), Premio Cittá de Castrovillari 2010 a la edición italiana de Porto in Cenere. Formó parte del comité organizador del Festival Internacional de poesía de Medellín.

 

LA MERIENDA

 También acuérdate, María,

de las cuatro de la tarde

en nuestro puerto calcinado.

Nuestro puerto

que era más bien una hoguera encallada

o un yermo

o un relámpago.

Acuérdate del suelo encendido,

de nosotras rascando el lomo de la tierra

como para desenterrar el verde prado.

El solar en donde repartían la merienda,

nuestro plato rebosante de cebollas

que para nosotras salaba mi madre,

que para nosotras pescaba mi padre.

Pero a pesar de todo,

tú lo sabes,

habríamos querido convidar a Dios

para que presidiera nuestra mesa,

a Dios pero sin verbo

sin prodigio

y sólo para que tú supieras,

María,

que Dios está en todas partes

y también en tu plato de cebollas

aunque te haga llorar.

Pero sobre todo

acuérdate de mí y de la herida,

de antes de que pastaran de mis manos

en el trigal de las cebollas

para hacer de nuestro pan

el hambre de todos nuestros días

y para que ahora,

que tú ya no te acuerdas

y que la mala semilla alimenta el trigal de lo desaparecido

yo te descubra, María

que no es tu culpa

ni es culpa de tu olvido,

que es éste el tiempo

y éste su quehacer.

 

 

 

ALÍ CALDERÓN

(Ciudad de México, México, 1982)

Es poeta y crítico literario. En 2007 recibió el Premio Latinoamericano de Poesía Benemérito de América. Fue merecedor, en 2004, del Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde. Becario de la primera generación de la Fundación para las Letras Mexicanas (2003-2004) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2009-2010). Es autor de los poemarios Imago prima (UAZ, 2005) y Ser en el mundo (UABJO, 2007); del libro de ensayos La generación de los cincuenta (Tierra Adentro, 2005) y coordinador de las antologías La luz que va dando nombre 1965- 1985. 20 años de la poesía última en México (Gobierno de Puebla, 2007) y El oro ensortijado. Poesía viva de México (Ed. University of Texas at El Paso, 2009). Es cofundador de la editorial y la revista Círculo de Poesía(www.circulodepoesia.com). 

 

 

[POBRE VALERIO CATULO]

A quién darás hoy tus versos, infeliz Catulo?

sobre qué muslos posarás la mirada? Qué cintura rodeará tu brazo?

cuáles pezones y cuáles labios habrás de morder inagotable hasta

el hastío?

Termine ya la dolorosa pantomima: fue siempre Lesbia,

exquisito poeta, caro amigo,

un reducto inexpugnable.

A qué recordar su mano floreciente de jazmines

o aquellos leves gorjeos

sonando tibios en tu oído?

para qué hablar del amor o del deseo si ella es su imagen misma?

por qué evocarla y consagrarle un sitio perdurable en la memoria?

por qué Catulo?

por qué?

Que tus versos no giren más en torno a sus jeans, a su blusa sisada,

que tu cuerpo se habitúe a esa densa soledad absurda y prematura,

que su nombre y su figura de palmera y su mirada de gladiola

se pierdan, poco a poco,

ineluctablemente y de modo irreversible,

en el incierto y doloroso

ir y venir de los días.

Y que a nadie importe si se llamaba Denisse, Clodia o Valentina

qué caso tiene pobre Valerio Catulo? qué caso tiene?

 



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