Revista Latinoemerica de Poesía

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34. Miguel Ildefonso o el silencio detrás de las palabras



   

Nota y selección por Albert Estrella 

   

Si bien Miguel Dante Ildefonso (como todo gran poeta  desde las cavernas hasta el poeta del siglo XXII que aún está por venir)  no fue el primero en roer las palabras hasta chocar contra sus silencios, tiene la sutileza de sugerirnos que detrás de esos silencios  existe tal vez un solo poeta tratando de escribir el mismo poema para entregarlo ¿al aire o al vacío? Porque “cada mano que escribe es la mano del primer movimiento. Cada palabra escrita es Dante y arte rupestre” entonces me imagino a cada poeta tratando de hacer el mismo movimiento rápido con la mano, como un prestidigitador frente a la muerte; pero no sale el texto que uno siempre desea, sino un intento, una posibilidad de haber escrito otra hoja, otro destino. Me imagino al mismo Miguel Dante Ildefonso impactarse contra las palabras de Dante o Holderlin o Pessoa o Vallejo de la misma forma en que yo me impacté frente a su poema velatorio una tarde cualquiera del año 2003 cuando tenía 18 años y del mismo modo que en el poema, yo  no tenía “ni pan para remojar en té”; pero estaba remojando mis propias palabras contenidas en la infusión de la poesía que se vive con toda la existencia, incluso la más nimia, la de un peruano cualquiera, en una calle cualquiera, en un tiempo cualquiera mientras un texto le refleja su realidad al modo integral como quería el maestro Juan  Ramírez Ruiz.

Me imagino toda la poesía desde el arte rupestre, que según Oscar Hahn no son más que el arte después de una devastación nuclear en algún tiempo del futuro regresando otra vez hacia el presente, incluso hoy en pleno siglo XXI. Hoy que las palabras de un poeta frente al papel en blanco no reflejan más que a un fantasma; porque, si bien el siglo XX fue el de las peores carnicerías humanas, este siglo XXI vendría  a ser el de la proliferación de Zombies que ni saben que están muertos pero tratan de vivir vidas que no son suyas sino un reflejo de la televisión y el poeta fantasma “lo ve todo donde en realidad no hay nada” un poeta fantasma del siglo XXI se pregunta a lo Vallejo desde su tiempo eterno “¡y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra!…se dirá que tenemos/ en uno de los ojos mucha pena/ y también en el otro, mucha pena…entonces ¡claro¡…entonces ¡ni palabra!” será que cada vez que intentamos escribir una mirada, en realidad escribimos una lágrima como escribiera Miguel Dante en un texto dirigido hacía Dylan thomas mientras la acción del texto transcurre en un bar en la frontera de la muerte y de la vida “si este mundo paralelo de las palabras, se tragara la cruda realidad de la poesía –si aquellas luces de neón  fueran la luz de todos los sueños o si cada destino se quebrara como una canción… un Blues de Jannis- pero dibujabas un par de ojos en esa noche-pusiste una hoja en la barra y sacaste tu pluma – dibujaste un par de ojos pero lo que querías era hacer una mirada & hecha la mirada hecha la lágrima Thomas”  todo esto mientras tomas en un bar con tus amigos poetas igual que tú fantasmas y les ves a los ojos (y si, Vallejo estás mirándome, lo veo) ves todo esto mientras descubres el nexo entre los ojos de pena en el poema de Vallejo y la mirada y la lágrima de Dylan Thomas escrita por Ildefonso, esa lágrima que representa el sufrimiento; que no se puede expresar a través de la palabra, pero en esas estamos; bebiendo nuestras propias lágrimas, en un bar en la frontera de la vida y la muerte, escuchando la canción de la poesía en la voz desgarradora de Jannis. Ahí estamos como Ildefonso para tomar al vuelo la pluma y la hoja y escribir disionisiacamente sobre un barrio de Lima que se llama Apolo, como si estuviéramos en la cima del “Cerro el pino” antes del amanecer porque “en la Parada nadie espera que el gallo cante para empezar a trabajar” porque a lo mejor cierta poesía de los poetas fantasmas del siglo XXI se parece a criar aves en jaulas  para matarlas y exhibirlas después como falsos trofeos para su venta, pero el verdadero arte no se vende.

El verdadero arte “la poesía” no se vende, aunque sea parte del mercado central, aunque se respire su aire debajo de los puentes de la vía expresa, el verdadero arte tampoco nace de querer hacer arte, sino tal vez como lo dice Ildefonso en su libro Dantes(2010) la verdadera poesía puede nacer un día cualquiera como “esa tarde de hace 17 años cuando en vez de ir a estudiar me fui al acantilado de Miraflores a ver algo que a simple vista no había en ese mar del pacífico” porque “Él era un estudiante de literatura y jamás se interesó por la literatura, sino por algunos sueños rotos que se volvieron palabras.” Y quiero terminar citando, largamente un poema de su libro “las ciudades fantasmas” (2002) “si la poesía dijera algo/quiero entonces que diga: o reche modo to edire de za tau dari do pradera coco”, que en español peruano dice algo así como: oh saudade un viento azul se lleva nuestras angustias, si la poesía hablara, yo sabría hacía a donde va este poema” si la poesía hablara no diría nada, si uno supiera a dónde va la poesía en este siglo XXI la llevaría a una calle de Lima, cerca de la parada y le asaltaría todas tus palabras, pero uno se quedaría mudo después de tener esas palabras que caben en una sola palabra impronunciable que sería el big Crunch del universo, porque hay que pensar que la verdadera palabra que dice la poesía se parece al big bang antes de la creación de universo, y a lo mejor cada poeta con su muerte se ofrece como laboratorio para buscar su propio bosson de higgs, porque alguna vez alguien ganará el nobel de física buscando el bosson de higgs de la poesía y ese poeta será el único que escribió toda la poesía desde el arte rupestre hasta la poesía del futuro, regresando hasta el presente y que son los poemas que ahora escribimos los poetas fantasmas del siglo XXI pensando como siempre que somos los inventores de la pólvora pero sólo jugamos con juegos pirotécnicos, porque todo ya está escrito, incluso los poemas que dejamos de escribir y que vivimos en vida…

      VELATORIO   Hace tiempo quiero decir que aquí la vida no vale nada ni pan para remojar en té Una se pasa viendo y viendo cómo se van apagando las velas del Señor Oh dichosa ventura! Aquí nadie (ni César) tiene vela en este entierro pero toditos tienen sed Cruz de Yerbateros hueso roto y hablan como una maldición Ya no quiero ver caras de sapos borrachos ya no quiero resignación porque hoy después de tantas y tantas palabras me ha dado una rabia una rabia que se ha abierto como un foso hoy por ejemplo no ha venido la luna sólo han entrado las moscas atraídas por los lirios y la oreja del perro Pero a qué viene tanto silencio amor? Ese ventarrón las tripas roncan como la puerta y la ventana y yo ya no tengo lágrimas por lo menos desde hace veinte años Hoy es té mañana será llantén y esta casa que es muy vieja será más vieja que yo Todo Señor menos ver cómo se va apagando la última vela así como se apagó la vida de mi hijo  

de Vestigios (1999)

      EL EXTRAÑO CAMINO DE LA POESÍA DE ABEL Si la poesía dijera algo quiero entonces que diga: “o reche modo to edire de za tau dari do pradera coco”, que en español peruano dice algo así como: “oh saudade un viento azul se lleva nuestras angustias”. Si la Poesía hablara, yo sabría hacia dónde va este poema. Sé que hay ríos, ciudades, Heráclitos y Dantes por donde Uno pasa a veces como un extraño. También edificios, de El Porvenir, por ejemplo, por donde se pasa obligatoriamente todas las tardes, colgado de una corbata o de los audífonos, como un albatros sucio mismo el extraño de pelo largo. Si la Poesía comunicara sería un puente. Por eso existen puentes en mi ciudad natal: Santa Rosa, sobre el río Rímac, donde el Infinito es un despliegue de colores o un cuadro de Humareda que sale del hambre de los que lo habitan. Puente México, sobre la Vía Expresa, donde el Infinito nada en la neblina que vuela entre edificios inertes y un polvo gastado que no sabe adónde ir como el Amor. Puente Quiñones (el más nuevo), sobre la Av. Javier Prado, donde el Infinito se pasea como un satélite espía leyendo todo tipo de anuncios luminosos de la Modernidad. Por todos esos puentes el alma, el corazón, el sexo, todo se pasea como un extraño animal que ha escapado de su jaula. Entre Ayacucho y Andahuaylas, pueblos andinos del Perú (perdonen la tristeza), hay precipicios donde hasta la Vida misma pasa como algo extraño, y las vísceras y las uñas y el carro en que se viaja pertenecen a una nueva Metafísica. Si la Poesía fuese como una mujer (como decía Bécquer) y estuviera callada (como le gustaba a Neruda) no dejaría de ser Poesía, los Románticos me aplaudirían, me dirían que la siga hasta el final, sí, porque ella de cualquier forma es la luz del mundo.

 

de Las ciudades fantasmas (2002)

    Oías a Dylan thomas esa noche en que tu alma se emborrachaba para siempre –las luces de Manhatan se reflejaban en el Hudson& les decían a los vagabundos del otro lado que esperen – que mañana tal vez será mejor el día- tan cierto era el amor que Jannis ebria con el pelo desordenado se recostaba al otro extremo de la barra – te miraba con los ojos casi cerrados & una mueca enorme que era su sonrisa – Thomas si este mundo paralelo de las palabras, se tragara la cruda realidad de la poesía –si aquellas luces de neón  fueran la luz de todos los sueños o si cada destino se quebrara como una canción… un Blues de Jannis- pero dibujabas un par de ojos en esa noche-pusiste una hoja en la barra y sacaste tu pluma – dibujaste un par de ojos pero lo que querías era hacer una mirada & hecha la mirada hecha la lágrima Thomas  

De Dantes (2010)

        Carnets / poética     1   Este tiempo, que no es peor ni mejor que los otros, solo es una tormenta que pasará con todo el ruido posible, sin que quede nada después. Lo único nuevo es que no hay nada nuevo, y nada quedará atrás, después de todo el ruido inimaginable. Como los pescadores que entran al mar sin volver la mirada igual se entra a este tiempo que podrá tal vez no devolverte. Y tú serás la presa de los dioses. Y la poesía, el mar que nunca llegaremos a saber.   2   El pasado no está a dos cuadras, detrás del humo negro de los carros. No está oculto por el ruido que nos clava en las sienes. ¿Y Homero? ¿Y Dante? ¿Y Holderlin? ¿Y Pessoa? De todas los millones de estrellas que han muerto, millones de años atrás, la incertidumbre es la que se repite a lo lejos como una luz hecha de luz. El taxista está sentado en el volante, detrás dejaba palabras que correspondían a este papel. ¿Dónde crece la hierba de la noche que borró la poesía? Se rompió el verso y nos preguntamos cuándo será la próxima guerra. Ojalá sea cuando hayamos muerto. Olor de semáforos, olor de puentes. ¿Cuánto está este libro? Tres soles. Y entre todas las artes la poesía es la única que ya no existe.   6   Escribes desde la nostalgia de una polilla. La apatía es tu cuarto. El rayo de sol entrando por un resquicio de la ventana, iluminando el extremo de tu cama. Allí encuentras la poesía. Allí clavas tu corazón que no cesa. Tu lapicero manchado de sangre. (Edgar Allan Poe escupía la resaca al abrir su ventana en New York. Ya tenía que ir a trabajar.) Cuando necesito beber me siento en la azotea y miro la ciudad inerte como el cielo donde jugaban mis amigos ya muertos. ¿Qué espera el mundo de los poetas? Nada. (Edgar Allan Poe orinaba en un callejón oscuro de la 42, por ahí su mirada detenía la luz del poste que desde la esquina lo culpaba.) Algo de ti aun te lleva a mover tus dedos en dirección de ese páramo de metal. Cielo nubes aire helado. La nostalgia es una escritura gris o sepia. No hay más qué vender en las librerías. La poesía no vende. Y eso es el verdadero Arte.         19   Si desaparece esta palabra o este papel o este lapicero o yo o si desapareces tú. ¿Qué quedaría? ¿Aire o vacío? ¿Memoria, soledad, locura, sueño? Hoy es domingo. Hoy respiro menos. Hoy vivo menos. Muero menos. Escribo menos. Pero tú vives más que el sol que fabrica mi sombra ahora. Vives más que el ave que canta en este momento parado en algún ladrillo alucinándose a Bob Dylan. Vives en un resplandor que proviene del fondo de las cosas. Porque aún no te veo. Y porque aún no escribo un poema que hable de ti. En la madrugada despierto. No respiro. La muerte me jala. La muerte tiene más palabras escritas que la vida. Solo falta una sonrisa. Solo se necesita algo más de tristeza. Hoy es domingo. Quizás mañana no quede nada de esto.     43   Deberían las palabras no abastecer al conjunto de los poemas, letra de cambio, inercia hipocondríaca. Desvelados poemas y polinizaciones. ¿Y cómo roer las duras palabras para no chocar los silencios? Puedes dividir las páginas del cielo arrimando tu sombra. Los arboleados días. Las lunáticas noches. Puedes desenmascarar los contornos de las lápidas, los polvos. Pero vistes con saliva. Haces cola en los perentorios espejos. En cada vereda 30 soles cuesta el júbilo.     44   Deja al sueño su vida prestada. Deja a la muerte su respiración profunda de negras alboradas. Preso de la luz ausente, metáfora de restos de volcanes y lechos. Te metes a las cavernas donde se proyectan imágenes de tu vida. Un cuerpo asesina a otros cuerpos. Tu extravío es de hace siglos. Tu amor fluye en las alcantarillas con trepanaciones continuas. Una cáscara de naranja en la mesa del departamento oliendo a tabaco. Pinceles midiendo la gravedad de los años. Zapatos de sexo agotado y la delgada luz desnuda que mantiene en vilo la vela del cosmos. Tu sola mesa. Las traducciones de los gaseosos gatos comiendo a las polillas. Cada mano que escribe es la mano del primer movimiento. Cada palabra escrita es Dante y arte rupestre. Cada orgasmo es una interpretación de la muerte. Para escribir esto has tenido  que desatar el equilibrio de los naufragios.       48   La poesía es otro mundo. Es posible allí dejar de escribir. Tan solo una palabra bastaría para salirse de ese otro mundo. Es por eso que salgo todas las mañanas, camino a mi bar favorito, pido una botella de cerveza, leo el periódico y espero que un ángel me conduzca a la morada de su dios. Bastaría la voluntad para cambiar de hábito. Pero la poesía es otro mundo donde solo se mueve una mano para mover ciudades enteras, guerras, parques, equipos de fútbol. Todos vivimos un mundo diferente. Todos somos un mundo diferente. (Este es el mensaje subyacente.) Ahora tomémonos de las manos. Seamos niños. Seamos animales.  

(Inéditos)

   

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    MIGUEL IDELFONSO (Lima-Perú, 1970). Estudió Literatura en la Universidad Católica del Perú e hizo una Maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso, Texas. Ha publicado los libros de poesía: “Vestigios”, “Canciones de un Bar en la Frontera”, “Las Ciudades Fantasmas”, “m.d.i.h.”, “Heautontimoroumenos”, “Himnos” y “Los Desmoronamientos Sinfónicos”. En el 2005 publicó el libro de relatos “El Paso”, con el que ganó el Premio Nacional de Cuento de la Asociación Peruano-Japonés (2005). También ha publicado las novelas: “Hotel Lima”, y “El Último Viaje de Camilo”, y antologías como “Memorias In-Santas” o “21 Poetas Peruanos”. Ha dirigido las revistas “El Malhechor Exhausto” y “Pelícano”. Su poesía y prosa han sido publicadas en antologías como “Pasajeros Perdurables. Historias de Escritores Viajeros”, “Los Diez. Antología de la Nueva Poesía Peruana”, “Los Relojes Se Han Roto. Antología de Poesía Peruana de los Noventa” y “La Letra en que Nació la Pena. Muestra de Poesía Peruana”. Ha ganado el primer premio de poesía en Los Juegos Florales de la Universidad Católica (1995), el premio en los Juegos Florales de poesía El Paso-Texas University (2001), el premio nacional “Copé de Oro” Poesía (2002) y el Concurso de Cuento Alfredo Bryce Echenique (2003).



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